El Centro de Historias de Zaragoza, el edificio donde cabe todo

Cumple 20 años de actividad en los que ha mutado desde un museo de interpretación del pasado a un espacio cultural multidisciplinar y contemporáneo.

El actual Centro de Historias, meses antes de su inauguración, cuando se instaló el nuevo remate de su torre.
El actual Centro de Historias, meses antes de su inauguración, cuando se instaló el nuevo remate de su torre.
José Miguel Marco

Transcurridos veinte años desde la inauguración del Centro de Historias de Zaragoza, este aniversario (se cumplió el pasado 3 de abril) ha pasado bastante desapercibido. Sucede a menudo con la actividad de un espacio cultural que, no obstante, es aquel de la ciudad en el que más y más diversa programación ha habido este siglo: exposiciones en primerísimo lugar, pero también festivales, conciertos, circo, danza, teatro, proyecciones de cine, ‘performances’, charlas, talleres y cursos, grabaciones, desfiles de moda, encuentros gastronómicos, presentaciones, estrenos… Y, por el camino, además, desde mítines políticos hasta celebraciones evangélicas.

Ahora sí está abierta una muestra que evoca el cumpleaños de fecha redonda del Centro de Historias retrotrayéndose a sus orígenes, a la rehabilitación del convento de San Agustín donde tanto aquel como la vecina biblioteca María Moliner se asentaron. Fue un proyecto del entonces arquitecto municipal José María Ruiz de Temiño y en el que durante cinco años colaboró el artista plástico Santiago Arranz. Pueden verse hasta el próximo 31 de marzo las maquetas y los dibujos que explican la intervención de este último: cómo concibió toda una iconografía inspirada en el pasado celtíbero, romano, árabe y judeocristiano de la ciudad, formas que siguen ornando y dando personalidad a ambos edificios.

Arranz, tras abrir esta exposición, recordaba ese trabajo "como ejemplo perfecto de relación entre arte y arquitectura" y como "mi mayor contribución a una obra pública". También Ruiz de Temiño, que tras el proyecto del Centro de Historias se fue al sector privado y ahora está de vuelta en la administración municipal, rememora aquellos tiempos "con mucho cariño": "Había dos elementos que considerar muy importantes: el histórico, de tratar de reflejar todas las culturas que pasaron por allí, y el arqueológico, porque aparecieron muchos restos, sobre todo de cerámica. Y luego había un aspecto urbanístico, de abrir con el propio edificio un tránsito desde la calle de San Agustín hacia el parque Bruil" .

"Es un edificio con pocos materiales, yeso de Albarracín, alabastro y hormigón, pero bien aprovechados, y con bajo coste de mantenimiento, como debe ser en una obra pública", prosigue el arquitecto, quien el próximo día 30 va a grabar, con Santiago Arranz y en el propio Centro de Historias, un ‘podcast’ aportando nuevas claves sobre lo que considera "un contenedor cultural de primer orden, aunque siga siendo un gran desconocido". "Ha funcionado muy bien y ha envejecido fenomenal porque permitía su adecuación a nuevos usos. Creo que allí cabe de todo", concluye.

El genial añadido de una ese

El edificio pronto tuvo que demostrar esa versatilidad. Promovido e inaugurado por el PP (siendo José Atarés alcalde), tras alguna queja por derribos de elementos con valor patrimonial y las de vecinos que querían un equipamiento en San Agustín propio para el barrio de la Magdalena, abrió sus puertas con el nombre de Centro de Historia de Zaragoza y consagrado a la interpretación del pasado de la capital aragonesa. Lo hacía con objetos y paneles repartidos en diversas salas y ámbitos temáticos (sus ríos, su situación geográfica estratégica, sus mercados, sus monumentos, su actividad creativa en la ciencia y el arte, sus fiestas…), además de con maquetas y audiovisuales.

A los meses, después de que el PSOE logrará el gobierno municipal, comenzaron los cambios, desmantelando poco a poco esa exposición que se había ideado con voluntad de ser permanente, hasta emprenderse una reforma total de los contenidos que lo convirtió en lo que sigue siendo hoy día, un espacio multidisciplinar y con actividades temporales. La inspiración fueron otros equipamientos atentos a la cultura contemporánea que estaban muy en boga como el CCCB barcelonés o La Casa Encendida madrileña. Y el cambio de rumbo se selló modificando el nombre en abril de 2011, ocho años después de la inauguración como museo.

Ese añadido de una ese, de Centro de Historia a Centro de Historias, fue una genialidad del artista Paco Rallo, vencedora en un concurso de ideas en que compitió con otras 37 propuestas. Con la mínima transformación, pasaban a encajar conceptualmente con naturalidad todo tipo de contenidos, algunos aquí producidos y otros traídos de fuera.

Ha habido exposiciones de artes plásticas, muchas de fotografía y de cómic, de diseño, de moda. Del legado de Ramón y Cajal o sobre el fenómeno de las zapatillas deportivas; o sobre las atracciones de feria, el patrimonio industrial, la revista musical, los electrodomésticos, los Beatles, la ropa interior, los hermanos Grimm, el balonmano aragonés, el ganchillo, los vinilos, los títeres, los juegos tradicionales… Y las que descubrieron o revisaron historias propias como la trayectoria de Muebles Loscertales o del Estudio Cañada, o el devenir de la moda o de la danza en la comunidad autónoma, la transformación de las fiestas del Pilar, la evolución de la jota, lo que supuso la Base Aérea estadounidense en la ciudad... Ahora mismo, además de la de Arranz, hay gran una exposición de fotografías de Edward Quinn sobre Picasso y otros amigos y personajes contemporáneos suyos, en la primera planta, y otra, en la cripta, sobre los ceremoniales municipales con participación de maceros, timbales y clarines.

Dos millones de visitas en veinte años

Dentro del edificio también encuentra su acomodo el Laboratorio Audiovisual de Zaragoza, con labores de producción, formación y encuentro del sector. Y en el patio han sonado desde la electrónica más experimental a Falete o Los Pecos, se han programado espectáculos para mayores en fiestas, ha habido desfiles de moda, se celebra la feria anual de la cerveza artesana… El restaurante-cafetería, que tanta vida daba al conjunto, lleva años inactivo, sin que haya planes de reabrirlo.

Según los números del Ayuntamiento, hasta dos millones de visitas ha recibido el Centro de Historias en sus 20 años de existencia. No pocas eran de zaragozanos que prácticamente descubrían así un rincón del Casco Histórico todavía afectado por bolsas de exclusión social.

Al frente de este espacio cultural se encuentra Teresa García, quien sustituyó a Joaquín Merchán. Desde el Área de Cultura, Educación y Turismo no se prevén cambios sustanciales en la orientación de la programación. Sí se anuncian "nuevas sinergias de colaboración” con la Fundación Telefónica y Photo España, además de con los citados CCCB y La Casa Encendida.

La patata caliente de la Escuela Museo de Origami

Entre las particularidades del Centro de Historias está que una de sus plantas, fruto de un convenio de cesión, la ocupa desde diciembre de 2013 la Escuela Museo de Origami de Zaragoza (EMOZ), única de Europa consagrada a este arte y que ha lanzado varias llamadas de auxilio públicas porque no le salen las cuentas para su supervivencia. 

En la última reunión de la comisión de Cultura municipal, Sara Fernández aseguró que pronto tratará con los responsables de la EMOZ de la posible renovación del convenio, que caduca este mes de octubre. La concejal dijo que así lo quiere el Ayuntamiento, aunque recordó que no se está pagando el canon establecido. 

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