Santiago Arranz: "La eternidad me ha obsesionado desde niño"

Nació en Sabiñánigo, en 1959, trabaja en Castejón. Expone su mundo arquitectónico, realizado al alimón con Ruiz de Temiño, en el Centro de Historias de Zaragoza.

Santiago Arranz ante su obra en el Centro de Historias.
Santiago Arranz ante su obra en el Centro de Historias.
Oliver Duch

Han acabado el Tour y la Vuelta. ¿Siente melancolía en verano de su pasado de ciclista?

En absoluto, aquello lo hice lo mejor que supe, y ahora tengo otra vida que ya estaba en la anterior, la del ciclista-artista que recorría más el tiempo que el espacio. La eternidad me ha obsesionado desde niño y en la soledad de la noche me angustiaba.

¿Cuál fue su aventura más importante en la bici?

La bicicleta supuso para mí una manera peregrina de viajar, de desplazarme, de experimentar la poética del viaje. La competición llegó más tarde y nunca fue mi objetivo alzarme con trofeos, aunque al parecer tenía buenas condiciones para subir cuestas, y gané algunos premios como campeón provincial de Huesca.

No está nada mal.

En el fondo, lo que más me gustaba era pasear a mis amigas en la barra de la pesada bicicleta de guardia civil que mi padre compró, y pedalear hasta el agotamiento. ¡Era una forma de motoligue!

Jamás había oído eso. Se inclinó por el arte. ¿Se ha arrepentido?

Estudié historia del arte en la Universidad de Barcelona, tras mi paso por el colegio universitario de Huesca. Fue un bálsamo, sobre todo el descubrimiento de las vanguardias de principios de S.XX. Leí y conocí la obra de muchos artistas con los que me identificaba. Desde entonces ya nunca me he sentido solo. El arte no te abandona nunca, y aquí estoy. Seguiré creando mientras siga creyendo.

Ha intervenido en Capuchinas en Huesca, Casa de los Morlanes y Centro de Historias en Zaragoza. ¿Cómo se vive la relación entre arquitectura y pintura?

Mi evolución ha sido siempre muy natural. Necesito contar el mundo a través del arte. En el arte siempre voy al encuentro de la vida. Nunca sé lo que me espera detrás de la próxima puerta, pero lo abrazaré porque me gusta lo nuevo y lo desconocido.

Expone en el espacio Tránsito del Centro de Historias. ¿Cómo explicaría su muestra?

Hemos pretendido cumplir con una aspiración que este nuevo equipo tuvo desde que iniciaron sus actividades: la de recuperar la importancia creativa y cultural de la intervención artística por ser la parte más visual de la intervención y por tanto la más atractiva al público visitante, poniendo en valor mi contribución artística y conceptual en este proyecto municipal liderado en aquel momento por el arquitecto José María Ruiz de Temiño.

¿Cómo lo ha concretado?

Con mi exposición de maquetas y dibujos celebramos el veinte aniversario de este trabajo colaborativo, ejemplo perfecto de relación entre arte y arquitectura, muy bien diseñada por Fernando Lasheras, cuya complicidad queda patente en el montaje de la misma, bello y didáctico a la vez. Considero esta intervención como mi mayor contribución artística a una obra pública, entre una larga veintena de las realizadas.

¿Qué le ha devuelto al mundo rural, a Castejón de Sos?

Yo no estaba estresado en París, ni buscaba un lugar apartado y bucólico en el Pirineo. Trinidad Raso, mi mujer, es de Castejón de Sos. Aquí tengo mi taller, aquí pintaba durante los veranos, mientras vivíamos en Francia, y aquí tengo mi arraigo. Además acabamos de crear la Fundación Arranz-Raso para compartir mi obra exponiéndola al público en verano y promocionar exposiciones de otros artistas.

Ya lo han hecho este año...

La primera artista becada, Prado Vielsa, realizó, en un acuerdo entre la Fundación y el Ayuntamiento de Castejón de Sos, una residencia artística en Casa Silvestre para exponer luego su obra en el Centro Cultural Municipal.

Cuya sala lleva su nombre, por cierto. García Lorca, en los últimos años, le ha marcado la vida. ¿Cómo ha sido ese flechazo con él y con ‘Poeta en Nueva York’?

Federico García Lorca es un poeta de contornos y yo también soy un pintor de formas cerradas dentro de las cuales habitan el amor y la libertad como puñales de la creación. Me gustaría que mi obra fuera como la de Lorca, abierta a futuras generaciones, un manantial vivo de sugestiones.

Tenemos gestores nuevos en Cultura. ¿Se atrevería a darles algunas sugerencias?

Que no construyan nada desde la ambición personal, apoyándose en los hitos, sino desde el conocimiento de la cultura. Que sean capaces de descubrir proyectos y producir aspectos novedosos y nuevos ángulos a lo que hagan.

Vienen las fiestas del Pilar. ¿Algún recuerdo especial?

Sin duda, mi exposición en la Lonja en 2011. Inolvidable. Por ella obtuve el gran premio de la asociación de críticos de Aragón.

 

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