Los secretos de la arquitectura gótica de Zaragoza, revelados en un libro

Ricardo Usón publica el primero de tres volúmenes en los que analiza los principales edificios medievales de la ciudad

Aspecto original de la iglesia de San Gil, vista desde el norte, e interior de la cabecera del templo.
Aspecto original de la iglesia de San Gil, vista desde el norte, e interior de la cabecera del templo.
Ricardo Usón

"Para entender la arquitectura hay que dibujarla". Lo dice el arquitecto Ricardo Usón (Zaragoza, 1957), que acaba de publicar un libro, el primero de tres volúmenes, sobre ‘La arquitectura medieval cristiana de Zaragoza’ (Institución Fernando el Católico). La obra, que sumará 1.500 páginas, analiza 28 edificios y conjuntos de la Zaragoza medieval, desde los más emblemáticos, como la Seo o el Pilar, a los más desconocidos, como la iglesia circular de los templarios. Una arquitectura en gran parte desaparecida, y que Ricardo Usón ha reconstruido cruzando datos tomados de las fuentes históricas, de los propios edificios y de las excavaciones arqueológicas. Y dibujándolos, para que encajen todas las piezas. La arquitectura medieval cristiana renace en estas páginas.

¿Tuvo Zaragoza un barrio gótico como el de Barcelona? "Toda la ciudad fue gótica –subraya Ricardo Usón–. Era una ciudad con edificios deslumbrantes, tanto en época medieval como en el Renacimiento. Aún seguimos teniendo cierto prejuicio en torno a los materiales de construcción: pensamos que la piedra es más ‘noble’ que el ladrillo. Pero no es así. En Zaragoza no se usó la piedra porque apenas había, pero quedó patente que con ladrillo se podían construir edificios muy estéticos. Ya antes de la Reconquista los musulmanes construían en tapial y lo embellecían luego con yeserías. Otro prejuicio: el ladrillo no era mucho más barato que la piedra, como habitualmente se cree: para fabricarlo en grandes cantidades eran necesarias muchas horas de trabajo y cantidades ingentes de leña para los hornos".

La primera entrega de la obra enmarca el contexto histórico de la ciudad tras la Reconquista en 1118 y se ocupa de la Seo, el Pilar, Santa Engracia, San Gil, San Andrés, San Juan el Viejo, San Lorenzo, San Jaime, Santa Cruz, San Juan del Puente, Santa María Magdalena y San Felipe. El volumen de información y de novedades científicas es ingente para cada uno de ellos, con numerosos datos poco conocidos o inéditos, como que la mezquita mayor (reabsorbida por la Seo) fue la única orientada verdaderamente a la Meca y que, tras la llegada de los cristianos, estuvo dos siglos en uso como edificio unido a la cabecera románica.

O que lo que hoy es el Pilar era en 1118 un conjunto integrado por tres edificios: una basílica de piedra de tres naves, de origen visigótico, la Santa Capilla y la llamada Sala Valeriana, en la que seguramente aprendían los catecúmenos. O que al menos el arranque de la torre de la iglesia de San Gil pertenece a una mezquita antigua.

El libro tiene un enfoque interdisciplinar porque no solo recorre la historia de cada monumento, sino que analiza cómo las necesidades y vicisitudes de cada momento, o los materiales al alcance de la ciudad, han ido influyendo en su arquitectura.

Todo cuenta a la hora de diseñar, o rediseñar, un edificio. Por ejemplo, la fisonomía de algunos templos zaragozanos le debe algunos rasgos al viento. "Las iglesias góticas de ladrillo no se llevan bien con los arbotantes, aunque no pasaría nada si pudiéramos prescindir de ellos... salvo que llegara una tormenta –señala el arquitecto–. El clima influye, y en una ciudad como Zaragoza se nota la presencia del cierzo. Las cubiertas de la catedral de la Seo, por ejemplo, están diseñadas para no enfrentarse al viento porque, si lo hicieran, los empujes afectarían a las estructuras".

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La torre de la iglesia de la Magdalena en cuatro momentos históricos: siglo XIV, tras la reforma de Busignac y Mondragón (1670), tras la reforma de Yarza y Lafuente (1807) y aspecto actual, derivado de la restauración de Íñiguez y Moya en 1968.
Ricardo Usón

La arquitectura de Zaragoza, como capital de un reino poderoso, llegó a influir en la Corona de Aragón. Marcó estilo, algo que hoy quizá sorprende un poco porque buena parte de esos edificios deslumbrantes no existen. "El siglo XIV, luego también el XV y parte del XVI, fue de una gran riqueza arquitectónica para Zaragoza –reflexiona Ricardo Usón–. Hemos perdido mucho y por variados factores. Algunas iglesias se reconstruyeron: cuando se rehizo el Pilar, por ejemplo, se eliminaron capillas que tenían retablos de Forment. El caso de la basílica es especial porque el templo actual también es hermoso, pero no en todos los casos ocurrió así. La llegada del Barroco también influyó mucho: a muchos templos, como a la iglesia de San Lorenzo, se les dio la vuelta y perdieron su espíritu gótico. La Guerra de la Independencia fue especialmente dura en la ciudad, y luego llegaron las desamortizaciones. Y, por último, cuando se inició el siglo XX había muchos templos que no había forma de mantenerlos. El ensanche de la calle de Don Jaime I, por ejemplo, acabó primero con la iglesia de San Pedro Apóstol y unos años después con la de Santiago. De todas las pérdidas, la peor fue la del monasterio jerónimo de Santa Engracia, que arquitectónicamente era impresionante».

La obra tendrá dos nuevas entregas que ya están cerca de entrar en imprenta. Una de ellas se ocupa de las iglesias ubicadas fuera de la muralla romana y de los monasterios de intramuros. Esta previsto que llegue a las librerías el año próximo. La tercera y última entrega, dedicada a los monasterios externos a la muralla, cerrará la serie. El primer volumen se presenta el próximo martes a las 19.00 en el Museo Pablo Gargallo, en un acto que contará con la intervención de los historiadores Carlos Forcadell y Domingo Buesa.

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