La ruta de las casetas de pastor, una vuelta al pasado ganadero del Sobrarbe

Se empleaban tanto de refugio como de almacén para guardar aperos y utensilios. En la comarca se han rehabilitado ocho, que están señalizadas y con paneles informativos.

Una caseta de pastor antigua en la zona del Sobrarbe
Una caseta de pastor antigua en la zona del Sobrarbe
Archivo Comarca del Sobrarbe

Construidas con la antigua técnica de la piedra seca y de pequeñas dimensiones, en los montes de Sobrarbe, en la provincia de Huesca, se encuentran un buen puñado de casetas de pastores. En los tiempos del auge pecuario, tuvieron un uso agrícola y pastoril. Servían tanto como lugares de descanso y refugio ante las inclemencias del tiempo, como de almacén para guardar aperos y utensilios.

Hace unos años, a través del proyecto transfronterizo ‘Continua Pirineum’, ocho de estas casetas fueron rehabilitadas. En sus accesos cuentan con pies informativos que describen las características de cada una de ellas, lo que enriquece su visita.

En su momento, la mayoría de estas construcciones se encontraban desperdigadas por el término municipal de Bárcabo. Se sitúa en el extremo sur de la comarca del Sobrarbe y engloba ocho pequeñas localidades que, por su rico y bien conservado entorno natural, forman parte del Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara. Son Almazorre, Betorz, Eripol, Hospitaled, Lecina, Mesón de la Potenciana, Santa María de la Nuez y Casa de la Coloma.

En este entorno es donde se desarrolla el extenso entramado de caminos públicos y vecinales que, durante siglos, sirvieron como vías de comunicación. Se empleaban para intercambiar mercancías entre pueblos y también eran lugar de paso de los rebaños procedentes del Pirineo, que bajaba a tierras llanas en invierno. La vía pecuaria cruzaba por la Sierra de Sevil y se empleaba por los ganaderos del valle de Broto, de Vió y de la Solana.

Algunas de las casetas construidas por aquellos pastores se pueden conocer hoy, con un estado de conservación más o menos digno. Acercarse a cualquiera de ellas da una idea del modo de vida antiguo, tanto por la finalidad de estas construcciones como por su ubicación y por la forma en la que se levantaron.

Las ocho casetas recuperadas recientemente se sitúan en el entorno de Lecina y de Betorz y todas se caracterizan por estar construidas con piedra seca, una técnica tradicional en la que no se empleaba ningún tipo de mortero o argamasa para unir los elementos.

La forma de construcción y su finalidad son más o menos comunes a todas, pero cada caseta tiene sus peculiaridades. Algunas, como la de Colupeses, en Lecina, tenían un corral anexo. En este caso era amplio, de 150 metros, y estaba dividido en dos mitades. Además, la puerta de acceso a la caseta presenta un dintel de madera. Su uso era como refugio temporal y apoyo a las labores agrícolas.

Los tejados no siempre eran iguales y en algunas casetas, como la de Periacha, también en Lecina, tiene aspecto exterior de cúpula. La de Plana Blanca se empleaba como refugio de animales de labor y en el interior se construyó un pesebre para ganado. Otras, como la de San Clemién II y la de San Juan, son diferentes por estar insertadas en un antiguo muro formado por acumulación de piedras.

Además de estas ocho casetas mejoradas para su visita, en Eripol, otro de los pueblos del entorno de esta vía pecuaria del Sobrarbe, se conserva otra caseta de pastor. En este caso es una construcción circular, de unos seis metros de diámetro, hecha en mampostería y lajas asentadas sin argamasa. Está cubierta por una falsa cúpula de losas y la puerta está adintelada, con forma trapezoidal.

Una de las cabañas que permitirá guarecerse a los pastores.
Una de las cabañas que permitirá guarecerse a los pastores.
Heraldo

Otras casetas en el Pirineo

Además de en el Sobrarbe, las casetas de pastor se pueden encontrar en más zonas del Pirineo Aragonés. Otra posible ruta para conocer estas peculiares construcciones recorre el entorno de Javierregay, localidad perteneciente a Jaca. En concreto, el paseo transcurre por el Mon, el monte bajo de pequeñas dimensiones sobre el que se asienta el pueblo.

En este entorno se localizan hasta diez casetas, algunas bastante deterioradas y otras, rehabilitadas. Para encontrarlas, hay que recorrer los antiguos caminos que empleaban los pastores, señalizados, algunos de ellos, con mojones.

Durante la caminata, según la época del año, huele a espliego, manzanilla y tomillo. Respecto a la fauna, no es difícil toparse con perdices y liebres, o ver cómo los quebrantahuesos sobrevuelan la zona.

Desde hace unos años, el entorno de Sandiniés, en el Alto Gállego, ofrece una ruta de casetas de pastor señalizada. Es un recorrido circular sencillo, de nueve kilómetros, que transcurre por pastizales donde hay ganado y todavía pastan vacas. Algunas casetas están más escondidas que otras pero la ruta no tiene pérdida si se está atento a las señales, tanto en postes como con pintura amarilla o verde-blanca. Durante la caminata, se alternan tramos de sotobosque con sendas ganaderas y algún trozo pequeño de pista.

Pese a la antigüedad de estas construcciones, las casetas de pastores siguen siendo necesarias en la actualidad. Las últimas que se han levantado están en el Parque de Ordesa, a 2.400 metros de altitud. Con esta medida, llevada a cabo el año pasado, se ha querido fomentar la ganadería extensiva en esta zona, una práctica muy común hace siglos pero prácticamente desaparecida hoy.

En la construcción de estas nuevas cabañas, también conocidas como mallatas, se ha tratado de reproducir la arquitectura tradicional de la piedra seca, con algunas comodidades en su interior. Miden diez metros y cuentan con una entrada y una habitación con dos literas, mesa y sillas. También disponen de electricidad, proporcionada por placas solares, y hay una estancia para perros.

La fachada está forrada con piedra seca, tanto para proteger las cabañas del viento y las nevadas como para integrarlas en el paisaje. Todo un detalle para que, si un antiguo pastor levantara la cabeza, supiera que en estas construcciones tiene refugio.

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