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De Vera de Moncayo a Trasmoz, tras la huella de los hermanos Bécquer

La estancia en el monasterio de Veruela de Gustavo Adolfo y Valeriano dejó poso en la zona. Al mismo tiempo, su paso por allí quedó reflejado en la obra de los artistas.

Foto de Trasmoz
Foto de Trasmoz
Laura Uranga 

La estancia de los hermanos Bécquer en el Monasterio de Veruela quedó patente en la obra tanto de Gustavo Adolfo, el poeta, como de Valeriano, el pintor. Los artistas encontraron refugio e inspiración en tierras del Moncayo y éstas les acompañaron en su corazón y en sus creaciones.

El cariño es mutuo y en varias localidades de la zona existen espacios dedicados a los Bécquer, así como alusiones a su pasado en la comarca. Así, dentro del Monasterio de Veruela está el Espacio Bécquer, dedicado a la obra de los hermanos, y en Trasmoz se conserva la casa del poeta, entre otras referencias a él.

En la siguiente ruta se propone recorrer algunos de estos lugares emblemáticos donde los artistas hallaron la paz y dieron rienda suelta a su creatividad, cada uno en su disciplina. El recorrido comienza en la localidad de Vera de Moncayo y llegará hasta Trasmoz. En total, son algo más de ocho kilómetros de ida y vuelta, unas dos horas y media sin paradas.

Vera de Moncayo, salida de la ruta

En las faldas del Moncayo se ubica la localidad de Vera, cuyo pasado como territorio fronterizo queda reflejado en los restos de su antiguo castillo. El punto de partida de la ruta de los Bécquer arranca aquí, donde antes de salir se puede visitar la iglesia parroquial de mediados del siglo XVI. El retablo mayor procede de la capilla de San Bernardo del Monasterio de Veruela. Caminando por sus calles, el visitante llega hasta el paseo de Bécquer, que pone dirección al monasterio, a menos de dos kilómetros de distancia.

Ambiente en el Moncayo y monasterio de Veruela /  20-02-2021 / FOTO: TONI GALAN[[[FOTOGRAFOS]]][[[HA ARCHIVO]]]
El monasterio de Veruela
Toni Galán

Primera parada, Monasterio de Veruela

Heme aquí transportado de la noche a la mañana a mi escondido valle de Veruela”, dicen los versos del poeta Gustavo Adolfo Bécquer, quien durante su estancia de un año (entre 1863 y 1864) en el Monasterio de Veruela, ya convertido en posada, escribió su obra ‘Cartas desde mi Celda’. En los espacios que otrora fueran dependencias monacales, los hermanos encontraron cobijo, trasladándose hasta allí movidos por la moda de los viajes románticos.

El paso de los Bécquer por la zona se puede recorrer de forma visual en el Espacio Bécquer, situado dentro del monasterio. El complejo se puede visitar todos los días de 10.30 a 20.00, excepto los lunes, que está cerrado. El precio de la entrada es de 1,80 euros y se ofrecen visitas guiadas de unos 50 minutos de duración. De martes a viernes hay dos al día, una a las 12.00 y otra a las 17.30. Los fines de semana (sábado y domingo) son dos por la mañana (11.30 y 12.30) y dos por la tarde (16.00 y 18.00).

De estilo cisterciense, el Monasterio de Veruela fue fundado en 1145 y está rodeado por una muralla de un kilómetro de perímetro. Desde el torreón medieval se accede a la avenida arbolada que conduce hacia la iglesia del siglo XII y a los claustros. Su interior alberga, junto con el citado espacio para los Bécquer, el Museo del Vino y el Museo del Aceite.

Desde la Cruz Negra en dirección La Oruña

La ruta tras las huellas de los Bécquer continúa desde la Cruz Negra, uno de los principales enclaves del entorno de Veruela. Se dice que Bécquer el poeta se sentaba en este lugar para buscar inspiración. La cruz que se puede ver hoy es una réplica de piedra de la original, una reliquia de madera que fue dañada hace una década por la caída de un árbol y que custodia la Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ).

Este pedestal, situado frente a la entrada del Monasterio de Veruela, marca el inicio del camino hacia Trasmoz, que será el final de esta ruta. Pero antes, el viaje llevará al caminante a pasar por La Oruña, un antiguo poblado celtíbero con más de 2.000 años de antigüedad.

Este yacimiento, ubicado a cuatro kilómetros de la Cruz Negra, es el mejor enclave de la época celtibérica de la comarca de Tarazona y Moncayo. Cuenta con su propio centro de interpretación, en Vera de Moncayo, donde se recuerda a los antiguos pobladores celtíberos de estas tierras.

Foto de Trasmoz
Trasmoz
Laura Uranga

Trasmoz, fin de la ruta

Trasmoz es pueblo de brujas y también de Bécquer. Las alusiones a los hermanos se encuentran en cada rincón, con versos del poeta sobre placas de cerámica en las fachadas de las casas, dibujos del pintor, edificios municipales que llevan su nombre… En la localidad se encuentra también la casa del poeta que tras varios años vacía, ha sido recientemente comprada por un compañero de profesión de Zaragoza.

Además de su historia con Bécquer, Trasmoz, un pueblo que entre semana apenas cuenta con 50 vecinos, ha trascendido por su pasado de brujería. Según cuenta la leyenda, los aquelarres y rituales de magia negra estaban a la orden del día en estas tierras. Tanto es así que Trasmoz fue excomulgado por la Iglesia en el siglo XIII. Y así sigue en la actualidad, siendo el único pueblo de España con esta condición.

Orgullosa de su pasado, la localidad da la bienvenida al visitante con la estatua de una bruja y desde hace 20 años se organiza anualmente la feria de la brujería, que atrae a miles de visitantes y durante la que se nombra a las brujas del año. Antes de dejar la localidad, merece la pena acercarse a su castillo, que durante muchos años perteneció a una fundación y que ha sido recientemente cedido al Ayuntamiento. El plan es restaurarlo poco a poco, ya que la inversión necesaria es grande.

Otra propuesta: los Caminos del alma

En el entorno del Monasterio de Veruela son otras las alternativas senderistas que han ido surgiendo relacionadas con los Bécquer. Hace varios años, coincidiendo con el 150 aniversario de la estancia de los hermanos en la zona, la DPZ puso en marcha la propuesta ‘Caminos del alma’.

Son doce itinerarios con salida desde Veruela, empleando las mismas sendas que utilizaban los monjes para visitar los pueblos que pertenecían al señorío del monasterio. Se pueden recorrer a pie o en bicicleta y los caminos llegan hasta Tarazona, Grisel, Los Fayos, Trasmoz, Litago, Ainzón, Pozuelo de Aragón, Alcalá de Moncayo, Añón de Moncayo, a la muralla del monasterio y a la ermita de la Aparecida.

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