astroturismo

Turismo de estrellas y otros atractivos del solitario Monasterio del Olivar, en Estercuel

Está a cuatro kilómetros de la localidad y la carretera que lleva hasta el convento prácticamente termina allí. La paz en plena naturaleza inunda cada rincón de este enclave turolense.

El turismo de estrellas es uno de los atractivos del Monasterio del Olivar, en Estercuel.
El turismo de estrellas es uno de los atractivos del Monasterio del Olivar, en Estercuel.
J.C. Peguero

A cuatro kilómetros de la localidad turolense de Estercuel, por una carretera que prácticamente termina allí, se esconde el Monasterio del Olivar. Y no es que sea precisamente pequeño pero su situación un tanto recóndita y la inmensa vegetación que lo rodea hacen de este un lugar aislado.

Aislado en el mejor sentido de la palabra ya que cada vez son más quienes recurren a sitios tranquilos para su tiempo de ocio. En el monasterio, además, se conserva todavía la vida monacal y, junto a la hospedería, donde se alojan turistas, viven frailes. La convivencia con los religiosos es habitual, aunque con más restricciones debido a la pandemia, pero es fácil conversar con ellos en la sobremesa y se puede participar en las ceremonias de culto.

Otros factores, como la escasa cobertura de móvil y el estado de las carreteras, son una parte de este aislamiento no tan gratificante. Al menos no para quienes viven allí, ya que si lo que se quiere es desconectar del todo por unos días, no hay mejor lugar.

Si además uno es amante de las estrellas o siente curiosidad por la astrología, en el Monasterio del Olivar también encontrará actividades de este tipo. El astroturismo es uno de los grandes reclamos de este lugar, hasta el que acuden familias y grupos para ver las estrellas.

El monasterio está a 4 kilómetros de Estercuel, en plena naturaleza.
El monasterio está a 4 kilómetros de Estercuel, en plena naturaleza.
F. R.

Cada cierto tiempo, cuando ya ha pasado la luna llena, se organizan actividades de este tipo, de la mano de monitores Starlight. Son personas que se han formado en observación de estrellas y cuentan con un título que les atesora para conducir estos encuentros. Fray Fernando Ruiz es, además del Superior del convento, uno de estos monitores.

Él suele ser el encargado de desarrollar los baños de estrellas que se organizan siempre que el tiempo lo permite. La cita prevista para este fin de semana se ha tenido que suspender por la previsión meteorológica, que pronostica lluvias. Si no hay cambios de última hora, la actividad se ofrecerá los días 7 y 8 de mayo, viernes y sábado de la próxima semana.

También colabora la Asociación QdCA Astronomía Grañén que organiza las observaciones de Peralta de Alcofea y Lagunarrota.

Para participar es imprescindible reservar plaza previamente, contactando con el monasterio por teléfono, whatsapp o correo electrónico. Se deberá indicar el número de personas del grupo, que se distribuirán por unidades de convivencia. De esta forma, se pueden colocar sillas separadas para respetar las distancias de seguridad. La actividad comienza sobre las 21.00, con los últimos minutos de luz diurna, y finaliza a las 22.30, debido al toque de queda de las 23.00, que todavía estará vigente esos días.

“Podremos ver el encendido de las estrellas, con las de primera y segunda magnitud y, después, las constelaciones”, explica Fernando. Para observar con detalle, se dispone de un telescopio por el que todos los participantes irán pasando. Por seguridad, cada uno deberá llevar su gel hidroalcohólico y desinfectarse las manos previamente. Se recomienda además llevar ropa de abrigo porque, aunque sea mayo, la noche es fría en Teruel, más cuando se trata de estar sin moverse en medio del monte. Y no está de más que, si alguien dispone de ellos, lleve prismáticos.

De cara al verano se espera poder retomar, como ya se hizo el año pasado, las cenas de estrellas. La actividad, que se propone para el mes de julio, consiste en una cena en la plaza del monasterio, a la luz de una vela en cada mesa. El resto, lo aportarán la luna y las estrellas. El menú, carne a la brasa, hecha allí mismo, en parrillas en el suelo. Una vez llenado el estómago, se retiran las mesas y la observación de estrellas se realiza allí mismo.

Para terminar, un brindis con una copa de cava.

La hospedería ofrece alojamiento con desayunos, comidas y cenas.
La hospedería ofrece alojamiento con desayunos, comidas y cenas.
F. R.

La hospedería ofrece alojamiento y restaurante

Aunque no pasa por sus mejores momentos en cuanto a afluencia de huéspedes, la hospedería del monasterio está abierta y ofrece alojamiento y servicio de restauración. “Aquí la soledad y el aislamiento son un valor añadido”, asegura Fernando. Quienes escogen este lugar para pasar unos días van en busca de tranquilidad, huyendo de la masificación de la ciudad.

Con esta carta de presentación, no es de extrañar que en los alrededores del Monasterio del Olivar se organicen cursos de yoga para profesores así como sesiones de mindfulness para grupos, entre otras actividades.

El atractivo del monasterio ha cobrado todavía más relevancia a raíz de la pandemia. En tiempos de covid si algo se busca es aislamiento y distancia social. A pesar de ello, con las restricciones de movilidad y la prudencia ante el contagio las cifras de visitantes son todavía bajas. De hecho, solo una parte de la plantilla que trabaja en la hospedería se ha podido volver a incorporar a sus puestos.

“Aunque por el volumen de personas que vienen no resulte del todo rentable como establecimiento hotelero, al turista, como experiencia, le compensa”, comenta Fernando. Ahora, en el monasterio se está a la expectativa de ver qué sucede más allá del 9 de mayo, cuando, en principio, se dé por concluido el estado de alarma. “Confiamos en que conforme mejoren los datos de contagios y vaya aumentando el número de vacunados tengamos más visitantes”, añade.

Qué mejor destino para compensar tantos meses de asfalto que un monasterio de 700 años de antigüedad donde la espiritualidad y la paz de la vida monacal todavía se respiran. “Es un sitio con magia y, como nos decía el obispo, este lugar es la huella del silencio”, concluye Fernando.

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