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Berrueco, el lugar soñado de Jeremy Brock

El profesor universitario británico y su esposa Jeannette son los mejores embajadores de Berrueco y el entorno de la laguna de Gallocanta en Escocia, donde residen.

Jeremy Brock es londinense, tiene 78 años y lo de extraordinario le va como anillo al dedo, porque así ha sido y es su vida. Este aragonés de corazón (lo de adopción suena manido, y no le pega tanto) habla español con fluidez y corrección sintáctica. Vive en Escocia desde 1978; allá impartió clases en la Universidad de Glasgow durante 23 años, hasta su jubilación en 2001. "Residimos en Gatehouse of Fleet, entre Dumfries y Stranraer, en el suroeste de Escocia, de donde salen los ferries hacia Belfast; es muy bonito, y como aquí en el entorno de la laguna de Gallocanta, también muchas aves. Durante décadas hemos seguido pasando largas etapas en nuestra casa de Berrueco, que nos ha albergado en el reciente confinamiento. Llevo entre Glasgow y Gatehouse más de la mitad de mi vida, así que me siento bastante escocés, pero nuestra historia con Aragón y con Berrueco es anterior a la mudanza a Escocia".

Jeremy acabó en Zaragoza por cuestiones laborales. "En 1974 vine a trabajar a Zaragoza como investigador biomédico, concretamente en la rama de inmunología. Fue para la Fundación Cuenca y el Instituto ULTA, donde pude conocer al profesor Grande Covián. Me había graduado en Químicas en Cambridge, luego estudié en la de Newcastle y obtuve un doctorado en Microbiología. Durante los cuatro años que pasé en Zaragoza con mi mujer, donde nació además mi hijo, salíamos mucho de excursión los fines de semana. Un sábado llegamos aquí y nos pareció impresionante; en los 70 había mucha más agua que ahora, y eso que este año no ha faltado por las grandes lluvias del invierno y la primavera. A mí siempre me ha encantado observar las aves, y a mi mujer le encantó el sitio, así que empezamos a venir más a menudo con caravana, pero en invierno no era la mejor solución, con temperaturas de hasta 12 bajo cero".

Un día se decidieron a buscar casa; el rastreo les llevó a Berrueco y a su actual casa en el pueblo. "Era barata entonces, porque no había agua corriente; de hecho, la compramos con lo que nos dieron por la caravana. Luego la fuimos poniendo a nuestro gusto; llevaba 16 años sin habitarse. Poco a poco, los fines de semana, la fuimos acondicionando".

En 1978 el Instituto ULTA empezó a tener problemas económicos por falta de subvenciones. "El trabajo peligraba y afortunadamente saqué una plaza por oposición para enseñar en la Universidad de Glasgow. Decidimos mantener la casa de Berrueco para venir los veranos, y desde que me jubilé pasamos mucho más tiempo aquí, mirando las aves. Este año andábamos de viaje poco antes del estado de alarma y vinimos rápido. Ha sido un acierto pasar todo esto aquí, hemos aprendido muchas cosas. En Escocia ha sido muy duro, creo que el gobierno español, aunque hubo errores al principio, ha gestionado mejor la crisis que el británico, que tiene un gran problema: Boris Johnson".

Jeremy es socio de la Asociación de Amigos de la Laguna de Gallocanta. "Son muy activos, y en temas ornitológicos hacen censos muy precisos; además están las fiestas de bienvenida y despedida de las grullas. Me sorprende la cantidad de gente joven interesada en las aves y la naturaleza, en mi país es una afición de los viejos como yo".

El paraíso de la ornitología, con y sin grullas ‘alojadas’ en la zona

Jeremy se pone nostálgico al centrar el discurso sobre las aves y el entorno de Gallocanta, del que Berrueco tiene vistas privilegiadas. “Cuando nosotros empezamos a observar aves aquí en los 70, apenas había grullas; apenas unos días en noviembre y otros en marzo, no se quedaban. En los 80 empezaron a pasar el invierno aquí, y a final de la década ya eran miles las que optaban por quedarse. Es una zona que merece más conocimiento, aparte de las grullas, sin minimizar la importancia de estos animales maravillosos; el máximo que he visto aquí es de 120.000 grullas en la zona, la quinta parte de la población mundial”.

Jeremy empieza a enumerar especies. “Dada la abundancia de agua, había muchas otras aves aquí, que siguen viviendo: el zampullín colinegro, que ha vuelto a criar este año por primera vez desde hace décadas, y los fumareles cariblancos, que estaban en la misma situación. También especies limícolas como la cigüeñuela o la avoceta, las gaviotas y el pato rojo; este año han criado con éxito, porque el agua ha sido constante.

Alrededor de la laguna hay estepa, con sus aves correspondientes. “Hay muchas avutardas –explica Jeremy– que ahora abundan más; eran raras hace años en este lugar. Igualmente se pueden ver muchos sisones, sus ‘hermanos pequeños’; suelen estar en Torralba y cerca de Las Cuerlas, al otro lado de la laguna casi en línea recta. También se ven las escurridizas alondras Dupont, que no suelen volar y corren al sentirse amenazadas; hasta hace medio siglo solo se encontraban en el Magreb. El padrino de la ornitología aragonesa, Adolfo Aragüés, las identificó aquí”.

Jeremy no para. Su pasión es contagiosa. “Este año hay una pareja de garzas reales criando en el pantano de Lechago y vienen a alimentarse aquí. En cuanto a las aves rapaces, tengo hasta 17 especies registradas entre mediados de marzo y finales de abril, entre ellos los aguiluchos laguneros o papialbos, más comunes en el este de Europa”. Durante el confinamiento, Jeremy ha publicado un diario de avistamientos.

Jeremy Brock es todo un embajador de la zona y de Berrueco en Gran Bretaña. “Mis amigos ornitólogos de Inglaterra y Escocia vienen a menudo a Gallocanta y salen encantados de aquí. Soy moderador de la Sociedad Escocesa de Ornitología y traigo grupos, sobre todo del sureste de Escocia, donde vivo. Quizá pronto vengan más británicos aficionados a la ornitología a comprar casas aquí; había una señora inglesa que se mudó a Barcelona hace dos años, pero que seguía viniendo en coche aquí con sus 92 años”.

Berrueco es ideal para otros fines. “Mi esposa Jeannette, profesora de Historia y especializada en Historia de España, hizo un estudio de Berrueco para su tesina de corte genealógico. En la iglesia, el cura halló libros de registros de matrimonios, nacimientos y defunciones desde el siglo XVI al XIX. Este pueblo es singular: en los 70, sin el agua corriente era muy duro vivir aquí, pero ahora es quizá uno de los más visitados del contorno. La alcaldesa ha hecho un gran trabajo; hemos pasado de bajar a la fuente a coger agua a la banda ancha de internet”.

Un pueblo tranquilo y recuperado; poca gente, pero activa y entusiasta

Los hijos y nietos de Jeannette y Jeremy siguen viniendo a menudo a Berrueco, aunque ya no pueden parar a pie de carretera en Restaur-Arte: el proyecto de Ana y Álex, que mezclaba gastronomía de primerísimo orden con exposiciones plásticas y conciertos como los de Kyron Bourke, el irlandés que tiene casa en Villanueva de Jiloca, cerró hace dos meses. “Ana es muy amiga de mi nuera, que es bailarina de flamenco, es japonesa y vive en Suiza –explica Jeremy– y mi familia sigue viniendo todo lo que puede a Berrueco; además, a los más jóvenes también les interesan las aves. Berrueco ha cambiado mucho; en 1985 se recuperaron las fiestas estivales, perdidas en los 60 cuando la gran emigración a Zaragoza, y junto a nuestra casa hay un pabellón que alberga conferencias, exposiciones, bailes... hay bastante actividad, aunque seamos pocos Digamos que la adecuada para mantener esto tranquilo”.

Cómo llegar a Berrueco y curiosidades

Comarca. Campo de Daroca.

Cómo llegar. Desde Zaragoza, su capital de provincia, hay 118 kilómetros por la Autovía Mudéjar hasta Calamocha, para coger luego el desvío hacia Berrueco por la A-1507.

Edificios emblemáticos. Se recuperaron La Casa del Verdugo, de dos plantas, y la de los Infanzones, situada sobre el pabellón.

Repaso histórico. El Ayuntamiento editó a mediados de la pasada década un volumen escrito por David Pardillos y Nieves Traid, que repasa en 142 páginas la historia del pueblo.

Dónde dormir. Carmen Ballestín, alcaldesa desde 2011, lleva la coqueta casa rural del pueblo (casaturismoruralberrueco.com), situada en la parte alta, con unas vistas inmejorables de la laguna.

El Castellar. Este yacimiento arqueológico celtíbero estuvo ocupado entre los siglos II y I antes de Cristo. De pequeño tamaño, tiene una doble muralla de sillares de piedra, rodeada por foso.

Reportaje de la serie 'Aragón es extraordinario'.