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Muere de infarto Paco Robles, coeditor y fundador del sello Candaya

La editorial, con sede en Barcelona, había publicado a varios autores aragoneses y frecuentaba constantemente las librerías aragonesas

Paco Roble, ante un puesto de libros.
Archivo Gandaya.

El pasado domingo por la tarde fallecía Francisco Robles, coeditor y fundador con su compañera Olga Martínez de la editorial barcelonesa Candaya, que ha presentado muchos de sus libros en librerías y espacios aragoneses, sobre todo zaragozanos, y que ha editado a autores aragoneses o afincados en Aragón como María Bastarós, Julio Espinosa, Ángel Gracia, Miguel Serrano, Mario de los Santos,  Miguel Ángel Ortiz y Dolan Mor.

Francisco Robles residía en Vilafranca del Penedés, aunque la editorial estaba en Barcelona. Se inició con libros de Juan Marsé y Roberto Bolaño, alimento el ‘fenómeno nocilla’ con la publicación de Agustín Fernández Mallo y su libro ‘Nocilla dream’ y siempre mostró una gran inclinación por descubrir autores latinoamericanos como los argentinos Sergio Chejfec y Eduardo Becerra, el argentino Eduardo Ruiz Sosa, el venezolano Ednodio Quintero, la ecuatorianas Mónica Ojeda, Daniela Alcívar y Solange Rodríguez, el peruano Gustavo Faverón, etc. a los que se suman otros muchos nombres que ya eran conocidos en España como Juan Villoro. 

"Paco Robles era un gran tipo, un gran editor y un buen amigo. Publicó una colección de libros fantástica y ha conectado la literatura española con la literatura hispanoamericana. Ha contribuido a dar fluidez a las relaciones literarias entre España y Sudamérica”, dice Paco Goyanes, de librería Cálamo

Francisco Goyanes, de Librería Cálamo, dice: “Estoy desolado, muy triste. Es una noticia terrible. Paco Robles era un gran tipo, un gran editor y un buen amigo. Publicó una colección de libros fantástica y ha conectado la literatura española con la literatura hispanoamericana. Candaya, con Paco y Olga, han publicado a autores desconocidos y ha contribuido a dar fluidez a las relaciones literarias entre España y Sudamérica”. Paco y Olga han participado durante muchos veranos en proyectos de cooperación en las aldeas mayas-quiché del Cerro Pecul, en el departamento de Sololá, Guatemala, y a la vez realizaron muchos viajes por distintos países, y allí encontraron a autores como el venezolano Ednodio Quintero, que fue clave en la creación de Candaya -nombre de estirpe cervantina– en el año 2003.

Julia Millán, de Antígona, recuerda que le comunicaron la muerte el pasado domingo. Al parecer le estaban haciendo algunas pruebas médicas. “Paco y Olga han estado muchas veces en la librería. A veces hacíamos las presentaciones los sábados por la mañana y ellos traían cava y productos del Penedés: chorizos, longanizas, quesos. Cada presentación se convertía también en una pequeña fiesta. Tenemos magníficos recuerdos de él como persona y como editor”, explica.

Paco Robles y Olga Martínez eran los dos profesores de Literatura. Poco a poco fueron alejándose de las aulas para crear Candaya, un sello de narrativa, de ensayo y de poesía, donde mezclaban la literatura española (Juan Soto Ivars, Alejandro Morellón, Luis Rodríguez, el citado Fernández Mallo, Javier Moreno; la lista es mucho más extensa), con la latinoamericana. De autores aragoneses, en narrativa han publicado tres libros de Miguel Serrano, ‘Órbita’, ‘Autopsia’ y ‘Cuántas cosas hemos visto desaparecer’; la novela de formación ‘Campo rojo’ de Ángel Gracia; los cuentos de María Bastarós: ‘No era esto a lo que veníamos’, que ha figurado entre los libros más vendidos de ficción aragonesa; la novela ‘Noche que te vas, dame la mano’ de Mario de los Santos. Y en poesía ha publicado ‘La sutura y la piel’ de Miguel Ángel Ortiz Albero; y del cubano residente en Zaragoza Dolan Mor han editado ‘Larvalar’ y ‘Antología de Spoon Raven’.

“Paco y Olga han estado muchas veces en la librería. Cada presentación se convertía también en una pequeña fiesta. Tenemos magníficos recuerdos de él como persona y como editor”, dice Julia Millán de Antígona

De Dolar Mor decía Paco: “Es un escritor que nos encanta por su faceta experimental y por la potencia de sus imágenes, y esa creación casi novelesca que hace en sus libros de poesía”. A Miguel Serrano le habían publicado cuatro libros. Editor vocacional y buen conversador, se sentía atraído con gran fuerza por los textos y los divulgaba, en privado o en público, con gran entusiasmo. Y disfrutaba mucho en esas minigiras por distintas ciudades con los autores. Él siempre al volante. Cuando llegaban Olga y los autores a Zaragoza, él aún no había aparecido. “¿Y Paco?”. “Buscando un lugar para aparcar”. Diez minutos después aparecía con una gran sonrisa, feliz, y dispuesto a pegar la hebra.