entrevista

Marisancho Menjón: "El patrimonio puede volver sin conflicto, como los cascos"

El Gobierno aragonés actual es el segundo presidido por Lambán que puede sacar pecho con la vuelta de un conjunto histórico-artístico muy relevante. Su directora general de Patrimonio viene de la investigación y el activismo.

La historiadora Marisancho Menjón, en la sede del Departamento de Educación y Cultura.
La historiadora Marisancho Menjón, en la sede del Departamento de Educación y Cultura.
Toni Galán

Han pasado dos años del regreso desde Cataluña de parte de los bienes sacados del monasterio de Sijena y acaban de volver de Francia siete de los cascos celtibéricos que fueron expoliados en los 80 en un yacimiento de Aranda del Moncayo, después de que su último propietario, Christian Levett, descubriera su origen ilegal. Ha sido la mayor devolución a España de patrimonio robado desde la recuperación en 2012 del tesoro de la fragata ‘Nuestra Señora de las Mercedes’ tras un largo litigio contra una empresa cazatesoros estadounidense.

Noticias como la de Sijena de 2017 o ahora la de los cascos celtíberos ¿son motivo de celebración o un recordatorio de lo mucho que queda por hacer en materia de patrimonio en Aragón?

Estos cascos, que se incorporarán a la exposición permanente del Museo de Zaragoza, son piezas excepcionales, y su recuperación es también un hecho excepcional en cualquier caso, no solo para Aragón. Ha sido un ejemplo de buenas prácticas porque ha habido colaboración de varias instituciones y una voluntad de nobleza y honradez por parte del anterior propietario, que lo era legítimamente según los tribunales y que no quería que ni su museo (el de Arte Clásico de Mougins) ni su nombre se asociaran a la posesión de piezas procedentes de un expolio. La recuperación del patrimonio aragonés es un mandato del Estatuto de Autonomía y la Ley de Patrimonio, pero siempre lo hemos asociado al conflicto, desgraciadamente, porque ha sido muy difícil la recuperación de las piezas de Sijena, y no tiene por qué serlo. Hay otras vías.

Usted es historiadora del arte, autora de varios libros sobre el patrimonio, muy implicada en su salvaguarda desde la sociedad civil. Como directora general en el Gobierno aragonés desde el pasado verano, ¿ha cambiado alguna de sus ideas?

A fecha de hoy, no. Lo más destacable ha sido descubrir el intenso trabajo por parte de los funcionarios: en el caso de los cascos, por ejemplo. Hay muchos que viven la protección del patrimonio, que llevan 30 años trabajando y tienen la misma pasión del primer día.

Su gestión, como la de quienes le precedieron en el cargo, está muy marcada por las estrecheces presupuestarias en materia de cultura, que se acentuaron con la crisis.

Siempre se necesita más presupuesto. Hay que tener en cuenta que Aragón es una tierra muy grande, que tenemos una extensión muy amplia, con una riqueza patrimonial inmensa. Tenemos mucho patrimonio muy interesante que está en áreas rurales que hoy tienen muy pocos habitantes, y eso añade una dificultad tremenda. Los ayuntamientos no pueden llegar a todo y en el Gobierno de Aragón los recursos también son limitados. Siempre desearías más presupuesto... No sé si multiplicándolo por diez sería suficiente; es algo que parece que nunca tiene fin.

¿En las comunidades vecinas, siquiera por orgullos identitarios, tienen más conciencia de la importancia del patrimonio para sus territorios?

Yo no sé si el aspecto identitario no viene más en otras comunidades desde el ámbito político o institucional que desde el propiamente social. Desde este, yo creo que estamos muy parecidos en general en España. Difundir estos valores nos compete a todos. Las instituciones son reflejo de la sociedad; cuanto más interés hay en la población por algo, más atención se le presta. Es una relación de causa-efecto muy clara.

¿Cuáles son las líneas fundamentales de su gestión?

Hay varias prioritarias. Desde luego, la atención a las urgencias; cuando un alcalde da una voz de alarma, hay que atenderlo. Además, hay cuestiones del mundo rural que me preocupan mucho y que van a tener por fin, espero, una atención más especial: monumentos de pimerísima fila en lugares que no tienen mucha población y que hay que preservar a toda costa. Y habría que empezar a desencallar problemas que llevan largo tiempo arrastrándose. Además, hay que continuar adelante en Sijena, en los panteones reales, en prestar atención al patrimonio inmaterial, al industrial, a conjuntos interesantísimos que no ensalzamos lo suficiente como, por ejemplo, los órganos históricos... Y está la arqueología, que es especialmente delicada y precisa de un cuidado constante.

Vayamos con los temas encallados. Solo en Zaragoza: las ruinas del Teatro Fleta, la Mantería, la Escuela de Artes...

El Fleta es uno de ellos, pero, si no se ha hecho hasta ahora, es porque no es fácil. Es un problema complejo y en el que debemos ir de la mano del Ayuntamiento. Hay ideas pero no me atrevo a decir ni cómo ni cuándo.

¿Esta legislatura se intervendrá en su recuperación?

Tiene que ser.

¿Haciendo qué?

Me da miedo concretarlo ahora.

¿Y qué cabe esperar para la iglesia de la Mantería?

Hay que dar una solución porque los frescos de Coello son un conjunto verdaderamente relevante que no podemos permitir que se deteriore, y ahí vamos a tener tanto la complicidad de la orden (la del centro educativo donde se integra el templo, las Escolapias) como de un conjunto de personas que han pasado por allí y que no han dejado nunca su implicación con su antiguo colegio y están dispuestas a echar una mano.

¿Está hablando de financiación?

De momento, estoy diciendo que nos empujen, pero la financiación la vamos a ir estudiando, hay varias líneas de trabajo.

¿Plantea terminar de reparar las cubiertas, consolidar y recuperar las pinturas...?

Hay que hacer una planificación a medio plazo, rigurosa, de fases en las que intervenir con los medios disponibles. Pero no dejarlo.

¿También esta legislatura?

Hablo de arrancar en esta legislatura... Es el mismo planteamiento que con el monasterio de las Canonesas del Santo Sepulcro. Esta es una joya a cinco minutos del Pilar, con una riqueza tan extraordinaria que es obligado prestarle atención. Hay que atender ya a su restauración; aunque de golpe y porrazo no se pueda acometer todo, iremos planificando fases realizables, con un presupuesto que se ajuste a lo que tenemos y podemos conseguir.

¿Y la Escuela de Artes, donde sigue avanzando el deterioro?

Tiene un proceso de estudio por delante. Hay varias iniciativas planteadas y no se ha tomado una decisión todavía.

¿Confía en nuevos logros en la recuperación de los bienes historico-artísticos salidos de Aragón de forma irregular?

Vamos a apostar por la negociación. Insisto en que recuperar el patrimonio no tiene por qué ser conflictivo sino satisfactorio para las dos partes cuando llegan a un acuerdo. El tema reciente de Navarra (la noticia del depósito en Pamplona de más de mil piezas extraídas de un yacimiento arqueológico en Sos del Rey Católico) es otro ejemplo: ya hay un entendimiento inicial para que los restos estén en su lugar.

¿Y los muchos bienes de Sijena aún fuera del monasterio?

La recuperación de patrimonio desde Cataluña es muy difícil con una negociación normal, tal y como se han llegado a complicar las cosas y a convertir aquello en un arma arrojadiza. Sí hay algunas piezas en museos que no están en Cataluña, sobre las cuales se pueden establecer negociaciones para tantear, pero son muy pocas.

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