La segunda y definitiva muerte de Paesa, el testaferro de Roldán

El espía, que también fue clave en la lucha contra ETA, falleció el 3 de mayo en las afueras de París, donde vivía desde hace décadas.

Francisco Paesa, en una imagen cuando se le vinculaba con los GAL.
Francisco Paesa, en una imagen cuando se le vinculaba con los GAL.
COLPISA

Francisco Paesa, el espía que en los años 80 fue clave en la lucha contra ETA y que en los 90 ayudó al exdirector de la Guardia Civil Luis Roldán a amasar su fortuna y posteriormente a huir, falleció el pasado 3 de mayo a los 87 años a las afueras París. Su acta de defunción figura en el Registro de Civil de Bois-Colombes, un municipio dormitorio de 30.000 habitantes la capital francesa en el que residía, según han confirmado fuentes de la seguridad del Estado.

En realidad, esta es la 'segunda muerte' de Paesa, quien en 1998 hizo publicar una esquela anunciando su propio fallecimiento en el diario El País para intentar que dejaran de buscarle tras, según todos los indicios, haberse quedado con buena parte del dinero que Luis Roldán había desfalcado de las arcas del instituto armado. En la necrológica, pagada por él mismo, se aseguraba que este empresario-diplomático-espía habría fallecido el día 2 julio de ese año Tailandia. Curiosamente solo días antes se había lanzado una orden de búsqueda y captura internacional dictada por el juez suizo Paul Perraudin, una vez más por el delito que era su especialidad: el blanqueo de capitales.

El nombre de Paesa, que entre 1986 y 1994 ayudó a Roldán para sacar el dinero de la Guardia Civil a paraísos fiscales, saltó a primer plano con la huida el 26 de abril de 1994 de Roldán. Estuvo diez meses fugado hasta que fue finalmente localizado en Laos y se entregó el 27 de febrero de 1995 en el aeropuerto de Bangkok. Fue una operación internacional, cuyos detalles todavía se desconocen del todo, y en la que tuvo un papel trascendental Paesa. El exespía pactó con el Gobierno de Felipe González entrega a cambio de una rebaja de pena. Sin embargo, el acuerdo quedó en papel mojado y al final fue condenado a más años de los previstos.

¿Y el dinero?

Al final el Supremo condenó en 1999 a 31 años a Roldán por cohecho, falsedad en documento mercantil, malversación de caudales públicos, estafa y delito contra la Hacienda Pública. La sentencia del alto tribunal consideró probado que el exdirector de la Benemérita se lucró con las obras de construcción y rehabilitación de cuarteles, cobrando "elevadas" comisiones y mediante el desvío de fondos reservados destinados a la seguridad del Estado. Para cobijar sus ganancias Paesa le creó una sociedad ficticia, compró bienes inmuebles y ocultó el dinero entre España y Suiza. Y ese dinero nunca apareció. Roldán dijo que se lo quedó Paesa.

Hace más de una década que los servicios secretos localizaron al espía retirado en Francia. De hecho estuvo inscrito en el Consulado español en el país vecino durante un tiempo. Aunque tenía todavía cuentas pendientes con la justicia, nadie reclamó a la administración gala su entrega. Paesa -dicen- se jactaba de contar con el blindaje de los servicios de inteligencia galos, que nunca hubieran permitido su entrega.

Paesa estuvo investigado también por su relación con los GAL, en concreto con la coacción de testigos, unas acusaciones que siempre negó. No obstante, sus trabajos también fueron destacados para la seguridad del Estado. Su servicio conocido más importante, en ese campo, coinciden todos los especialistas, fue en 1986. Entonces, haciéndose pasar por un traficante de armas vendió dos misiles antiaéreos a ETA. Los proyectiles portaban unos sensores de localización, lo que permitió a la Guardia Civil llegar a uno de los más importantes zulos de la banda terrorista de la época. Fue la famosa 'operación Sokoa', el más importante golpe a la logística de la banda hasta entonces.

Considerado por muchos como el más polivalente de los espías españoles de la democracia, este empresario acabó en el mundo del espionaje a raíz de su papel de playboy en Ginebra donde había huido tras unos negocios fracasados en Guinea Ecuatorial. Amante de la empresaria Danielle Tulli y de la viuda del presidente indonesio Dewi Sukarno, empieza para trabajar simultáneamente para los servicios secretos españoles y franceses poco antes de la muerte de Francisco Franco.

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