gastronomía
Alimentaria se rinde a los torreznos zaragozanos del Café Chicago
Este establecimiento ha ofrecido degustaciones del mejor torrezno del mundo en la feria
La feria Alimentaria de Barcelona, una de las más importantes del mundo, se ha rendido este martes al encanto de los torreznos del Café Chicago del barrio de La Almozara, los mejores del mundo. Este título lo consiguieron los hermanos José María y Juan Carlos Calvo el pasado 10 de marzo en El Burgo de Osma (Soria) en un certamen en el que participaron 12 establecimientos.
De esta forma, esta ha sido la primera salida para difundir las bondades de su torrezno campeón del mundo. A buen seguro de que a partir de ahora llegarán otras citas que harán que su fama siga creciendo. Eso sí, tal y como confirma Juan Carlos Calvo, “con los medios que tenemos en la actualidad, en nuestro establecimiento es imposible ofrecer más de 400 torreznos al día, ya que su elaboración requiere tiempo y estar muy pendientes para que siempre salgan igual”.
En la feria Alimentaria, los hermanos Calvo han desarrollado su trabajo en el stand de la marca de garantía 'Torrezno de Soria'. “Nos hemos traído nuestro horno y la freidora porque por buen material que te deje la organización, no es lo mismo que trabajar con el tuyo”, aseguran.
Por supuesto, también se han decantado por las pancetas de su proveedor, la empresa cárnica La Despensa. “Vienen con la curación en su punto justo, pero normalmente las dejamos orear un par de días, y antes de elaborarlas quitamos bien la grasa de la corteza con papel de cocina”. A su juicio, esta sencilla maniobra es importante “para que la corteza sufle y suba bien”.
En cualquier caso, además de esta empresa, las once que pertenecen a la Asociación de Fabricantes de Torrezno de Soria estarán presentes en el espacio propio de Alimentaria hasta el 21 de marzo, algunas de ellas con zonas específicas para dar a conocer sus productos.
En esta importante feria, los torreznos del Café Chicago se han elaborado desde cero. “El pochado en el horno cuesta aproximadamente tres cuartos de hora; durante ese tiempo pierden bastante grasa y quedan muy ligeros”, explican. Luego les han dado el golpe definitivo en la freidora a 210 grados durante seis minutos y a dejarlos reposar un poco antes de comerlos.
José María confiesa que esos minutos se han hecho interminables para el público que esperaba probarlos. “Al ser un espacio abierto, el olor a torrezno enseguida ha llegado a los pasillos de los alrededores y ha sido el mejor reclamo para que la gente se fuera acercando”, confiesa Juan Carlos.
Él y su hermano los han troceado, tal y como hacen en Zaragoza y, a continuación, los han ofrecido al público, “no demasiado calientes, que es como hay que comerlos”. “Las sensaciones que nos ha transmitido la gente -aseguran- han sido maravillosas; hemos recibido muchísimas felicitaciones”.
A modo de cata organoléptica, a ellos les gusta que visualmente predominen los tonos dorados en la grasa y en la corteza, y que el tamaño de las burbujas esté bien definido. “Además, es importante que la grasa y el magro estén proporcionados”, prosiguen. Encontrar ese equilibrio no es fácil, pero el público de Alimentaria así lo ha valorado.
