gastronomía

La zaragozana plaza del rock se queda sin la taberna Malacanalla, su cuarta pata

El establecimiento de la plaza San Lamberto cierra con una gran fiesta musical de despedida tras seis años de andadura.

Andrea González y su socio Óscar Chavarrías
Andrea González y su socio Óscar Chavarrías
DAVID CORTÉS

En la plaza San Lamberto de Zaragoza, popularmente conocida como la plaza del rock, desde hace unos días se echa de menos a la cuarta pata sobre la que se sostenía este singular espacio zaragozano. A mediados de enero cerró la ecotaberna Malacanalla tras seis años de andadura y vaya si se ha notado.

En este local la música no era la gran protagonista, pero compartía con sus vecinos el espíritu divertido y abierto de un buen concierto de rock & roll. Las salas Creedence, DPch y Tapeo Rock ya notan su ausencia y la buena sintonía que había entre ellos. “Nos llevábamos tan bien -comenta Andrea González, socia de Malacanalla junto a Óscar Chavarrías- que en las mesas que la Creedence y DPch tenían en la plaza llegamos al acuerdo de que los clientes podían sentarse con nuestra comida y pedir la bebida en sus locales”.

Con este buen ambiente, la fiesta de la despedida no podía tener otro aire que musical. “Pusimos un pequeño escenario, unos altavoces y a partir de ahí a improvisar”, relata Andrea. Lo que sucedió es que se enteraron los músicos de la zaragozana ByB Street Band y allí que desplegaron su arsenal de canciones y de baile en directo.

Pero no fueron los únicos. Charly Praderas se acercó con la guitarra y el residente de la sala Creedence pinchó una buena sesión. También se sumó a la fiesta la performance de Raffaella Carrá de Bea Polilla y, por supuesto, acompañó la gran familia de amigos de Malacanalla, que acudió en masa a la cita. “La plaza se llenó de gente, de mucho amor y cariño. Fue una locura y mi socio y yo nos sentimos muy arropados; nos llevamos una gran energía para seguir haciendo cosas”, relata Andrea.

Ella misma cuenta que Malacanalla no termina con el cierre de la ecotaberna. “Hace dos años emprendimos un proyecto viajero y gastronómico con la 'food truck' del mismo nombre y teníamos que tomar una dirección u otra, así que optamos por echarnos a la carretera”.

La camioneta de Malacanalla (673 239 801), con su propuesta ecológica alrededor de productos de cercanía y de temporada, ha recorrido bastantes festivales, ferias y fiestas de pueblos. “En muchos casos -explica Andrea- hemos sido los únicos que se han animado a acudir a sitios muy pequeños donde nadie veía la rentabilidad”.

También han apoyado las carreras organizadas por la Federación Aragonesa de Automovilismo, desde la Baja Aragón España a rallyes más pequeños. “Estamos abiertos a cualquier tipo de propuesta; incluso ofrecemos catering cerrado donde nos los solicitan”.

Mientras eso sucede, el cartel de 'se traspasa' sigue bien visible en la fachada de la ecotaberna a la espera de que alguien se decida. “Hay alguna conversación, pero nada cerrado”, concluye Andrea, que describe el entorno de Malacanalla como “un oasis de tranquilidad en el centro de Zaragoza; estás como en un barrio, pero con todas las conexiones de una zona tan céntrica y con una terraza inmensa que es un soplo de aire fresco”.

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