gastromía

Cierra Pamparola, que aspiraba a ser el buque insignia del nuevo Tubo de Zaragoza

Se encuentra en un proceso de "reestructuración económica" para intentar que el restaurante siga adelante

La puerta verde de la calle Libertad está de momento cerrada
La puerta verde de la calle Libertad está de momento cerrada
A. Toquero

El restaurante Pamparola del Tubo de Zaragoza cerró sus puertas hace unas semanas, seis meses después de que abriese al público a finales del pasado mes de marzo. Según fuentes jurídicas, el restaurantes está actualmente en un proceso de "reestructuración económica" para intentar sacar adelante el negocio. "Todas las partes implicadas están haciendo un esfuerzo para que el proyecto sea viable y regrese a la actividad", señalan.

El cierre se produjo justo antes de las Fiestas del Pilar y en el Tubo ha llamado bastante la atención por los pocos meses que llevaba funcionando y por la importante inversión realizada. Pamparola se ubica donde estaba el restaurante Casa Pascualillo, que durante más de 80 años fue uno de los iconos gastronómicos de esta popular zona de tapeo.

De alguna forma, Pamparola buscaba ser el buque insignia de un nuevo Tubo. Así lo imaginaban los tres socios que pusieron en marcha el proyecto: "Sin perder la esencia de lo que representa, buscamos una evolución". De esta forma plasmaban sus intenciones con el objetivo de que tuviese una visibilidad más allá de la ciudad de Zaragoza.

Para intentar conseguirlo, se hizo una importante inversión en dinero y en tiempo, ya que las obras duraron bastantes meses. El cambio fue como de la noche al día. Recordando en el nuevo local cómo era Casa Pascualillo, uno se hacía una idea de los espacios que había, pero la transformación fue radical.

Bar, restaurante y coctelería. Muy resumido esto es lo que quería representar Pamparola, un lugar para tomar un vermú a las once de la mañana, disfrutar de unas tapas o de la comida, y a media tarde, de un cóctel o una copa antes de la cena.

El diseño del Pamparola, muy cuidado
El diseño del Pamparola, muy cuidado
A. Toquero

Sin salir de Pamparola convivían estos tres ambientes. Además, totalmente diferenciados. El más activo era el de la planta calle, con una gran barra que era y es como una estación de coctelería para acompañar las tapas.

También había un espacio de cocina en vivo con varias mesas para tomar un menú especial y una zona para el tapeo y el menú del día. El gran comedor que tenía Casa Pascualillo en la planta superior cumplía la misma función en Pamparola, pero la transformación fue radical. La zona contaba con su bar y cócteles propios.

En lo culinario, el objetivo era apostar por la fusión de cocinas del mundo. Además, con una idea permanente de cambio y evolución. En la planta superior también había una sala para eventos privados o reuniones de trabajo, y con un piano para música en vivo.

Finalmente, la planta sótano era la que más respondía al concepto de coctelería. Un espacio más recogido e íntimo, pero que al mismo tiempo se podía transformar en un escenario con sesiones de Dj,s, eventos o presentaciones. Un lugar dinámico y enfocado al disfrute.

El diseño del restaurante presentaba un aire entre art decó y vintage con gran protagonismo de elementos geométricos: en los papeles pintados, en las mesas hexagonales...

Todo esto era Pamparola, cuya puerta verde de la calle Libertad está de momento cerrada. El tiempo dirá si el proceso de reestructuración económica en el que está inmerso el proyecto llega a buen puerto.

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