Pamparola se adapta al dinamismo del Tubo de Zaragoza
En la nueva carta ofrece su versión del bocadillo de calamares o huevos rotos con madejas.
Bar, restaurante y coctelería. Así nació Pamparola donde ejerció Casa Pascualillo durante más de 80 años. Abrió sus puertas en marzo y cuatro meses después revisa su carta y se adapta al dinamismo del Tubo, que tiene sus propios códigos.
Este objetivo de evolucionar está muy ligado al propio nombre, Pamparola, un término aragonés que significa mariposa, el insecto que mejor refleja esta idea. Eso sí, no se renuncia al propósito original de lugar donde a las once de la mañana puedas tomar un vermú, disfrutar de unas tapas o de la comida, y a media tarde, de un cóctel o una copa antes de la cena.
Calamares y huevos rotos son productos y elaboraciones que triunfan en el Tubo. ¿Por qué no ofrecer su propia versión? Esto es lo que han decidido los dueños de Pamparola. El clásico bocata de calamares lo reinterpretan con pan wonton y rabas rebozadas en harina de garbanzos. En cuanto a los huevos rotos, hay que probar los de madejas y morcilla desmigada con un tratamiento exquisito de la patata.
No falta su propia versión de las bravas y opciones más internacionales como el mix de tacos, además de tablas, carpachos, ensaladas y tartares. Recetario reconocible revisionado. Por ejemplo, alrededor de las croquetas de ternasco, rabo de toro o quesos. De alguna forma, han rebajado su protagonismo recetas muy elaboradas para dar cabida a clásicos con el punto Pamparola, veraniegos y ligeros, como el tiempo en el que nos encontramos.
En fin, que la elegancia que transmite este local se adapta a la esencia y a la propia dinámica del Tubo, también alrededor de la coctelería. Para un verano picante se ha creado Sandita, un cóctel de tequila Arette Silver, zumo de pomelo, soda de sandía y tabasco. No puede faltar el mojito, que se elabora a base de pisco Demonio de los Andes, menta y lima fresca y kombucha de manzana. Coctelería de autor con rincones exclusivos para disfrutarla.
