La deliciosa receta de migas que Eneko, ganador de Masterchef, cocinó con su padre en Zaragoza

El cocinero ha pasado varios días en la capital aragonesa para disfrutar con su familia de las Fiestas del Pilar.

Las migas de Eneko, ganador de Masterchef.
Las migas de Eneko, ganador de Masterchef.
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El cocinero Eneko Fernández de Garayalde Jiménez ganó ‘Masterchef 11’ hace unos meses. Zaragozano, ex futbolista profesional y salido de la cantera del Real Zaragoza, en cuyo primer equipo en el que llegó a debutar, conquistó a la audiencia del famoso programa de RTVE por sus habilidades en la cocina y actitud general en el concurso. Aunque su carrera profesional le llevó por muchos equipos en toda España, nunca ha perdido las raíces, algo que sigue demostrando en su vocación de cocinero, que ahora mismo ha pasado a presidir su vida profesional.

Eneko compartió con sus seguidores en las redes sociales el plato estelar de su padre: las migas, receta de su abuelo Eloy en Falces (Navarra), aunque matiza que la influencia de su madre aragonesa ha hecho que en la receta entren la longaniza, la uva y el huevo frito, muy zaragozanas en esta receta propia de los pastores pirenaicos, donde el sebo, el ajo y algún usón laminado son los únicos ingredientes admitidos por los puristas. De hecho, por el monte se comen en el mismo perolo de barro. Al usón, una seta, también se le llama perrechico.

Cómo hacer las migas de Eneko, según la receta familiar

Para hacer unas migas a lo Fernández de Garayalde Jiménez hacen falta 300 gramos de manteca de cerdo, 600 de migas de pan, dos chorizos, dos longanizas, entre seis y ocho dientes de ajo y tres cayenas.

La elaboración es simple, pero no hay que saltarse el orden de los pasos. Se funde la manteca de cerdo en un cazuela de barro y se añaden los ajos laminados, el chorizo y la longaniza cortados y las cayenas. Se cocina todo a fuego medio hasta que los ajos se doran y los embutidos sueltan su grasa. Es entonces cuando se añaden las migas, cuidando de que se empapen bien. Después hay que vigilar la humedad, hasta que estén en su punto: apetitosas, ni húmedas ni demasiado secas.

Para redondear el plato se fríen los huevos, cuidando de que tengan puntilla y la yema quede líquida. Al emplatar se echa una ‘ganchada’ de migas, el huevo frito encima y las uvas a un lado, para refrescar. 

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