Salamero 13: “¿Quién se va a sentar a comer en una terraza por la que pasan coches?”

Tras la reforma de esta plaza de Zaragoza, su único restaurante ha visto cómo ha quedado limitada a siete mesas entre una vía de servicio con tráfico constante. 

Una furgoneta, pasando en dirección prohibida entre las dos zonas de terraza adjudicadas al restaurante.
Una furgoneta, pasando en dirección prohibida entre las dos zonas de terraza adjudicadas al restaurante.
Alejandro Toquero

El diseño de la nueva plaza de Salamero de Zaragoza ha despertado todo tipo de opiniones: desde los que alaban su arquitectura moderna que mira casi al siglo XXII a quienes rechazan los enormes parterres, a modo de colina, las grandes estructuras metálicas por donde crecerá la vegetación trepadora y una fuente vertical.

Pero más allá de los gustos personales, uno de sus vecinos tiene bastante motivos para la queja una vez conocido el resultado final. Es Salamero 13, el buque insignia hostelero del grupo Eizasa en Zaragoza y único restaurante que hay en la plaza.

Sus propietarios tenían mucha ilusión, y así lo habían hablado con los técnicos municipales durante la ejecución del proyecto, en poder contar con una bonita terraza como las que hay en otros espacios parecidos de la ciudad. “La gente cada vez demanda más zonas al aire libre y para nosotros es un complemento fundamental”.

La que así opina es María Val, directora de explotación de Eizasa. Ella y todos los trabajadores del grupo -especialmente el equipo de Salamero 13- se vieron muy sorprendidos cuando, al concluir las obras, comprobaron en qué había quedado la deseada terraza. “Pensamos, y así lo hablamos con el Ayuntamiento, que podríamos contar con cerca de 40 mesas; nuestra idea es que también sirva para dar ambiente, que esté perfectamente integrada, de forma que los padres puedan tomar algo mientras sus hijos juegan en la zona”. En definitiva, que casi sea un elemento más de la plaza.

Sin embargo, de momento, esto no es posible. La terraza ha quedado reducida a siete mesas. Cinco de ellas están literalmente pegadas a la estructura metálica de uno de los laterales de la entrada al aparcamiento que, por cierto, todavía no está operativo.

Las otras dos se ubican en la entrada del restaurante, encajonadas entre unas jardineras y un banco corrido que hay junto a la puerta y que limitan bastante su ubicación. “Justo al otro lado de la plaza, donde no molestan a nadie, no han puesto ningún elemento de estas características”, sugiere la responsable de Eizasa.

Pero el espacio más polémico de esta reforma es el que separa las siete mesas adjudicadas: una vía o zona de paso limitada, en teoría, al tránsito de vehículos de emergencias (policía, limpieza, bomberos…), pero que utilizan muchos conductores que se equivocan al salir de la calle Cinco de Marzo y circulan por ella.

“¿Quién se va a querer sentar a comer, a cenar o a tomar algo junto a una pared que es como un acumulador, que va expulsando el calor durante el día, y con la presencia de coches que no dejan de pasar?”. María Val tiene claro que “esto no es lo que hablamos con los responsables municipales durante el diseño y la ejecución de las obras”.

La existencia de esta vía de servicio o, por lo menos, cómo está diseñada, es la principal queja de los responsables de Salamero 13. “A la entrada no hay ninguna prohibición, así que, se equivoquen o no, el caso es que no dejan de pasar coches”, comenta. Durante esta entrevista, al menos media docena.

Terraza del restaurante Salamero 13, en la plaza de Zaragoza del mismo nombre
Terraza del restaurante Salamero 13, en la plaza de Zaragoza del mismo nombre
Alejandro Toquero

“Cuando ves que constantemente circulan vehículos pierdes totalmente la sensación de plaza; sientes que estás en la calle y que en cualquier momento va a aparecer un coche con el peligro que supone que cualquier niño que juega por la zona salga corriendo y se lo lleve por delante”, explica la directora de explotación de Eizasa.

Los responsables del restaurante se dieron cuenta de esta situación el 27 de marzo pasado, cuando se inauguró la plaza. “Ese mismo día abrimos el restaurante con la ilusión del nuevo proyecto y nos encontramos con esta situación después de haber tenido que cerrar muchos meses porque era inviable estar abiertos durante las obras por el polvo y el ruido”.

Cambiar el diseño ahora es complicado, ya que habría que eliminar buena parte de las estructuras metálicas verticales que limitan mucho la visión y la sensación de plaza en su conjunto. Pero, al menos, María Val espera que pongan unos pivotes neumáticos que impidan el tránsito de vehículos. “De esa forma, se podrían bajar fácilmente si algún día hace falta que pasen los bomberos; en esas condiciones podríamos poner más mesas y quitarlas rápidamente cuando haya alguna emergencia”.

De momento, su sueño de tener una terraza integrada en la plaza y en la vida del barrio tendrá que esperar. “Pensamos que es lo que demandan los vecinos y vamos a seguir luchando por ello”, comenta María Val. “Es lo que estamos estudiando y lo que le vamos a plantear al ayuntamiento”, concluye.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión