El restaurante con Estrella Michelín escondido en un pueblo de Aragón de 100 habitantes

La chef María José Meda y su equipo son los responsables de que esa cocina esté entre las más selectas de España.

Plato del Restaurante El Batán.
Plato del Restaurante El Batán.
Laura Uranga

No es raro que las historias de éxito empiecen con recuerdos humildes. En este caso, poner un restaurante de altos vuelos en un pueblo pequeño de Aragón siempre es un riesgo, que por otro lado tiene el contrapeso de dar una sensación de exclusividad, de tener en tus manos un pequeño tesoro al que no todo el mundo puede acceder. A veces, más que una cuestión de precio, es la suma de factores que hacen de la comida una experiencia más allá de lo puramente gastronómico. Y si la aventura acaba coronada por una Estrella Michelín, la cosa toma forma de historia de película.

La palabra Tramacastilla en Aragón lleva a dos puntos, muy alejados entre sí, y ambos con un elemento culinario que los distingue. Tramacastilla de Tena, pedanía del municipio de Sallent de Gállego, es famosa por sus migas. Tramacastilla, en la comarca de la Sierra de Albarracín, tiene a las afueras del pueblo (un poco escondida, pero bien señalizada) una hospedería y restaurante que posee esta estrella Michelín: El Batán.

Restaurante El Batán en Teruel

La chef María José Meda y su equipo son los responsables de que esa cocina esté entre las más selectas de España. Tramacastilla, con 117 habitantes censados y bastantes menos de 100 viviendo allá todo el año, presume de su residente más famosa. La hospedería cumple 24 años y en este 2023 cumple una década con la citada estrella, la única de toda la provincia de Teruel.

Tramacastilla, un lugar de cuento

El edificio está junto al río Guadalaviar en un claro entre los árboles, tras un desvío desde la carretera que cruza la comarca. En el restaurante se juntan con éxito la naturalidad y la etiqueta, combinación perfecta para disfrutar del impresionante desfile de especialidades en el menú.

María José apuesta por sacar el máximo de los productos de la tierra, sorprender a los conocedores y saciar la curiosidad de los que llegan por primera vez. Son pequeñas transformaciones que rematan una gran oferta, gracias a la imaginación. El wagyu mudéjar de alma nipona viene de una carne certificada, algo poco común con esta exquisitez del lejano Oriente. La termina a la llama en la misma mesa. El lomo de ciervo con puré trufado y encurtidos es otra maravilla, lo mismo que el entrante con perlas negras, lima y espuma de pepino, o su arroz bomba con boletus y pato.

En los postres, por ejemplo, el sorbete de mango con angostura, aroma de menta y ron remata a la maravilla la comida. Además de mimar al paladar, desde El Batán se accede fácilmente a la cascada de Calomarde y sus pasarelas, o pasear por el barranco de la Hoz, escenario de la película ‘The promise’ en 2015. También hay un sendero corto desde el restaurante al pueblo.

En definitiva, la sierra de Albarracín es muy especial. La piedra de rodeno, la vegetación y el microclima que suaviza las altas temperaturas de este verano la convierten en una zona muy especial. Para el reposo y la buena gastronomía, El Batán es sin duda la parada más brillante. 

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