ECONOMÍA

Se buscan camareros: "Me gusta la hostelería, pero hay muchos sitios donde se aprovechan"

Carlos Reina trabaja en un restaurante en el que está contento, pero entiende que falten profesionales porque las condiciones no son siempre atractivas. La Escuela de Cocina Azafrán es uno de los centros que prepara a profesionales del sector en Zaragoza.

Carlos Reina, camarero de la escuela de cocina Azafrán.
Carlos Reina, camarero de la escuela de cocina Azafrán.
Guillermo Mestre

El verano se espera de récord en el turismo, con numerosas citas festivas para las que la hostelería busca trabajadores. El parón de la pandemia de covid contribuyó a que se redujera el número de ocupados en el sector, inmersos en ERTE o que terminaron por marcharse a otras actividades durante la época de cierre del ocio por la crisis sanitaria. Los establecimientos hosteleros de Teruel han sido unos de los últimos en recordar que faltan profesionales ante los problemas que han tenido para cubrir las vacantes para este pasado fin de semana de las Fiestas del Ángel.

"Me gusta mucho trabajar de cara al público y me gusta la hostelería, pero hay muchos sitios donde se aprovechan con el horario o el sueldo", resume Carlos Reina, camarero de origen colombiano de 30 años asentado en Zaragoza desde hace cinco. Lleva unos meses trabajando en la cocina de un restaurante en Zaragoza y está muy contento con su puesto. 

Tras llegar de Colombia, donde ya había trabajado en varios restaurantes, se formó como cocinero en la Escuela de Gastronomía y Cocina Azafrán situada en el barrio de las Delicias. Le gusta hablar con los clientes y se deja siempre los problemas en casa. "La gente sale al bar a distraerse y tampoco vale ir con la sonrisa falsa, porque se nota". Reconoce que es una "locura" el trabajo en el sector los fines de semana y hasta encontrar su actual puesto le ha tocado estar en bares donde "no se sabía cuándo se salía y se trabajaba más horas ".

Dignificar la profesión

Trabajar en la hostelería requiere privarse de festivos y fines de semana porque cuanta más fiesta, más clientes y más horas de trabajo. Sin embargo, desde el sector se defiende la necesidad de dignificar estos puestos. "Si denigramos la profesión quién va a querer formarse", apunta José Antonio Campos, fundador de la citada escuela y uno de los defensores de que esta actividad vuelva a ser atractiva para los jóvenes. Como escuela profesional imparten también cursos oficiales, muchos a través del Inaem. Entre ellos, los dirigidos a formar personal de cocina y de sala. Cuentran entre sus alumnos desde desempleados a personas en riesgo de exclusión y profesionales que buscan reciclarse. 

Ante la falta de profesionales, Campos apuesta por el reciclaje desde otros sectores. Para los candidatos que cuenten con otra formación o experiencia de partida les aconseja "demostrar que la hostelería les gusta porque es un sector donde hay mucha gente que no le gusta, que están porque no sabían qué hacer". 

Las habilidades personales juegan a favor del candidato. "Hay que soportar el estrés, si no piensa en otra profesión", advierte Campos. La escuela cuenta con una bolsa de empleo ya que está autorizada como agencia de colocación. La dificultad para cubrir algunos puestos asegura que hace que se "fichen" profesionales en activo entre restaurantes. 

Mejorar las condiciones laborales

De ahí que mejorar las condiciones laborales se convierta en algo necesario para retener a buenos profesionales. Luis Vicente, al frente del restaurante El Escondite de Zaragoza, apuesta por cuidar a sus empleados. "Después de la pandemia muchos establecimientos ya no hacen tantas horas como antes", explica, ante la necesidad de ajustar costes y abrir solo los días y horas de más trabajo, que se concentran siempre hacia el fin de semana. 

En su equipo hay personas que ya están formadas y otras a las que prefiere formar a su medida. "Si estuvieran mal pagados tendría miedo de que se fueran", afirma, poniendo como ejemplo a su cocinera, que considera una pieza clave del negocio. Además coincide con quienes defienden que se trabaja mejor y con más motivación si las condiciones laborales son adecuadas. 

En las barras y las cocinas de los bares hay empleo este verano. Elisabeth Davies tiene 51 años y es originaria de Guinea Ecuatorial, pero llegó de niña a España, donde ha permanecido salvo un paréntesis de diez años en los que se marchó a trabajar a Marsella (Francia), también en la hostelería. Acaba de encontrar empleo entre los fogones de un céntrico restaurante de la capital aragonesa. Alumna de la escuela Azafrán sigue formándose a pesar de haberse incorporado hace una semana a su puesto. "Acabé un curso y voy a hacer otro de preparación de platos", cuenta, satisfecha de haber conseguido un contrato de 40 horas semanales con dos días libres, que no suele ser muy frecuente. 

Elisabeth Davies, cocinera de origen guineano afincada en España desde niña.
Elisabeth Davies, cocinera de origen guineano afincada en España desde niña.
Guillermo Mestre

Tiene amplia experiencia en el sector de la hostelería, lo que hace que le haya tocado conocer distintas condiciones laborales. Ha pasado por bares donde hacía más horas que las estipuladas y fue una de las afectadas por los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) de la pandemia. Su empresa no continuó tras los meses de inactividad pero ella los había aprovechado para reciclarse hacia la cocina.

En su entorno conoce a personas que dejaron la hostelería y que ahora, aunque hay empleo, "les cuesta volver". Resulta complicado conciliar la vida laboral y familiar. El horario y el sueldo se convierten en factores determinantes. "Aunque ganen menos en otro sector les compensa", añade. Ella está satisfecha con su elección y mantiene su vocación por la cocina y por seguir aprendiendo.

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