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Julia y Patrick Moosbrugger: "Aunque pierdas dinero, el trabajo tiene que estar siempre bien hecho"

Los hijos del fotógrafo Mooses tienen sangre tirolesa y oscense, nacieron en Zaragoza y han emprendido aquí su negocio de impresión artística.

Julia y Patrick Moosbruger, de la firma Mooses Bildewerk.
Julia y Patrick Moosbruger, de la firma MoosesBildwerk.
Oliver Duch

Patrick y Julia Moosbrugger nacieron en Zaragoza en 1990 y 1992, y siempre han vivido y trabajado cerca del Canal Imperial, sobre todo en Torrero. Llevan la firma MoosesBildwerk, dedicada a su padre, el fotógrafo austriaco Mooses, quien falleció en 2015 y dejó una huella indeleble en el gremio artístico zaragozano. Los hermanos Moosbrugger tienen como base física de su emprendimiento el local de Tintaentera (Maestro Estremiana, 8) de la artista Natalia Royo, con quien comparten además espacio de trabajo; también está ahí el taller Risueño, especializado en risografía.

Hablar de Rudolf Mooses con fotógrafos asentados en Zaragoza (algunos fueron sus alumnos en Spectrum Sotos, otros habituales del bar Bonanza en la etapa de Manolo padre, su amigo) genera un gesto espontáneo que dice mucho de una persona: la sonrisa. Sus propios hijos la sacan a relucir al rostro cuando lo recuerdan. “Era mochilero, viajaba mucho -recuerda Julia- y se ganaba la vida con el arte; no nos contaba todos los detalles de sus historias, luego acabábamos sabiendo cosas por sus amigos. No nos sorprendió mucho, por ejemplo, saber que vivió en una cueva en Ibiza, o que la policía le tocase la puerta para pedirle explicaciones por no estar pintando en la calle, los tenía ya acostumbrados”. “En un viaje pasó por Zaragoza, fue a tomar algo al Ragtime y allí conoció a nuestra madre, Mercedes, que es de Huesca. Vivía en España desde 1982; nosotros ya nacimos aquí”.

Patrick estudió ingeniería de diseño de producto, y completó su formación con cursos de dibujo y fotografía. “Trabajo en esto porque me gustó desde el principio como medio de vida y motor de desarrollo personal. El tema de la impresión artística es algo que mi padre no hacía de forma principal, era un complemento, porque se enfocaba en su trabajo de fotografía, tanto en los encargos como en la enseñanza. Nosotros decidimos enfocarnos en la impresión, aunque Julia también se expresa como creadora artística en la ilustración, el dibujo y la escultura; realmente no continuamos el trabajo de nuestro padre, porque aunque tiene una base suya, se armó casi desde cero”.

Patrick comenzó a aprender el arte de la impresión con su padre, pero apenas tuvo tiempo de compartir la experiencia con él, ya que Mooses cayó enfermo. “Por desgracia, todo fue muy rápido. Nos dejó muchas notas, trucos y recursos, pero tuvimos que ser básicamente autodidactas en esto. Hay una enseñanza profesional suya que siempre tenemos presente: aunque pierdas dinero, el trabajo tiene que estar siempre bien hecho. Si algo está mal, a la basura. Cuando una persona nos trae sus emociones y proyectos, nos identificamos con ese sentimiento de que todo esté como ellos quieren”. 

La cosa funciona: un ilustrador con el prestigio de Óscar Sanmartín afirma de MoosesBildwerk que allá brindan "un trato exquisito y cercano. Cada trabajo de impresión es tratado con una dedicación única". La fotógrafa y docente Leonor Villaluenga, por su parte, apunta que "tus fotografías impresas son 100% lo que esperabas, sin sorpresas. Estudian tu proyecto, te asesoran y se adelantan a cualquier imprevisto".

Julia se decantó por las Bellas Artes desde muy pequeña. “Siempre he pintado, mis regalos de cumpleaños y navidades eran pinturas, pinceles, lienzos… quería dedicarme al arte. Cuando llegó la hora de elegir me fui por la rama de ciencias porque me daba miedo no poder comer del arte, pero fue un gran error; acabé primero de bachiller y me fui directa a la Escuela de Artes. Allí estudié ilustración y escultura. Esa faceta la desarrollo en otro estudio que comparto, en Torrero, porque supone manchar mucho -ríe- y aquí es todo muy pulcro. Además de la ilustración, analógica y digital, hago cerámica y talla en piedra o madera”.

Julia Moosbrugger, iniciando un boceto.
Julia Moosbrugger, iniciando un boceto.
Oliver Duch

Esta aragonesa de sangre parcialmente tirolesa recuerda una anécdota curiosa relativa a su bautismo de fuego como artista. “La primera vez que expuse me ayudó mi padre: fue en 2014 EN La Flama, un bar de la Magdalena, y tenía tanta vergüenza que ni fui a la inauguración. Ahora he hecho otra en Patipatú, en Las Fuentes, y después marcho a Valencia a armar otra exposición allá; algunos años también he expuesto en el mes de abril en el Bonanza, que era el bar favorito de mi padre; lo de hacerlo en abril es porque murió en ese mes. La verdad, me gustaría volver a hacerlo, si hubiese ocasión”.

Julia confiesa su pasión por dos artistas compatriotas de su padre. “Me encanta Klimt desde siempre, aunque me gusta aún más el trabajo de Egon Schiele con sus figuras femeninas; yo también dibujaba desnudos ya de pequeña, a mi madre le preocupó un poco en su día, pero al mismo tiempo me animó a seguir. Ahora visto un poco más mis personajes, me enfoco más en los espacios; también pinto en directo con un grupo de rumba que toca mucho en la calle, Los Pasocebra, y eso me ha servido para atreverme a que me vean trabajando, antes me daba mucha vergüenza”.

Julia y Patrick se reparten las tareas en Mooses Bildewerk. “Vamos probando poco a poco, en función de los volúmenes de trabajo; en un principio yo me encargaba más de la atención al cliente -apunta Patrick- y Julia se centraba en la producción, pero ahora estamos trabajando más en línea, para ajustarnos a las situaciones en intereses personales de cada uno”.

Patrick Moosbrugger, preparando un trabajo de impresión artística.
Patrick Moosbrugger, preparando un trabajo de impresión artística.
Oliver Duch

Impresión gráfica, no imprenta

Los hermanos quieren dejar clara la naturaleza de su proyecto desde la semántica. “Es una cuestión de concepto -cuenta Patrick- no de creernos más o menos que nadie. Cuando tienes que poner tu perfil en Google aparece imprenta, servicios fotográficos… y no sé muy bien dónde debemos meternos. Lo que queremos hacer es ayudar a los artistas a desarrollar su actividad y vivir del arte, como ocurrió y ocurre en nuestra familia. La impresión es nuestra herramienta ahora mismo, vamos haciendo cosas diferentes y en el futuro haremos más; lo nuestro es un taller de impresión artística, fine art o giclée”.

El giclée -la ‘gi’ suena como ‘y’- es una técnica de impresión que consiste en una máquina de inyección de tinta que usa pigmentos y papel de alta calidad. Permite una gama muy amplia de color y un acabado muy fino; además, la calidad de los materiales la hace muy durable. “No es lo mismo hacer un póster que durará un mes en la calle que un cuadro destinado al archivo de un museo, que tiene que estar perfecto años y años. Eso sí, no tenemos un cliente tipo; vienen muchos ilustradores, sobre todo, también fotógrafos, pero en factor común es gente con mucha sensibilidad artística, cierta inquietud por el acabado perfecto… quieren experimentar el papel, materializar su trabajo de un modo muy concreto”, explican. “Queremos seguir creciendo, generando confianza y animando a más gente a arriesgar. Todo sea por el arte”.

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