REAL ZARAGOZA

La misión de Víctor Fernández, su medio ambiente y los palos 'amigos' en las ruedas

El entrenador del Real Zaragoza, tercero de la temporada, contratado por la propiedad como paraguas único a una gravísima crisis provocada por sus dos predecesores, esgrime con mano izquierda su posición en el actual universo zaragocista. 

Víctor Fernández, pensativo, en la sesión preparatoria de este viernes.
Víctor Fernández, pensativo, en la sesión preparatoria de este viernes.
Toni Galán

El tercer entrenador de la temporada en el deficiente e insuficiente Real Zaragoza 23-24, que está llegando al final de la liga con el peligro de descenso a Primera RFEF como amenaza histórica para la viabilidad de la SAD, explicó este viernes cuál es su objeto laboral desde el día de su contratación, a mediados de marzo. 

Víctor Fernández, que heredó un cadáver de equipo de manos de Julio Velázquez y, por extensión, de Fran Escribá, sus predecesores, habló de cuestiones personales que salpican, por acción, a una minoría de sujetos que pululan alrededor del día a día del club, con mayor o menor (incluso nula) relevancia real pero con cierto ruido de fondo interesado. 

"Vine con un objetivo, que lo vamos a lograr. No vine ni por gloria ni por dinero. Hablar de los puntos que llevamos desde que llegué y de la reacción del equipo... son hipótesis, supuestos. Igual podía haber venido otro entrenador y hace tres jornadas estar ya salvados; o haber venido otro y estar descendidos o en descenso. Yo vine con un objetivo. Y nada más. Vine para ayudar a sacar al equipo adelante. Me da igual el cómo y el cuándo. Es lo que nos está tocando vivir y así hay que afrontarlo", expuso con claridad y, a la vez, con tiento para no herir sensibilidades de terceros que puedan salir malparados en cualquier opinión retrospectiva.

Tratar de equiparar la misión de Víctor Fernández con la que tuvieron antes Escribá (de julio a noviembre) y Velázquez (de noviembre a marzo) encierra bien desconocimiento del medio, ignorancia de la casuística del apartado técnico en un equipo de fútbol o, aún peor, mala fe en el análisis. Víctor es un 'manitas', un apagafuegos, un restaurador último a la desesperada que en solo 12 partidos está teniendo que sujetar y reparar los desastres que cometieron otros.

"Desde el mismo momento en el que terminó mi primer partido, el del Espanyol (derrota 0-1), ya dije que esto iba a ser muy largo, muy difícil y complicado y que nos iba a tocar sufrir. Lo dije porque ya veía cosas que me daban una información interna directa, una visión que me hacía apreciar las dificultades. Se nos ha complicado incluso más de lo que yo pensé entonces, por diferentes razones, que forman parte de la competición", indicó Víctor al respecto. De nuevo, con mucha delicadeza. 

Víctor Fernández sigue viendo luz al final de este largo túnel de curso lectivo. "No tengo miedo al descenso. Lo afronto todo con optimismo, con máxima confianza y con seguridad en mi grupo", afirmó para trasladar al zaragocismo una dosis de calma. 

Pero el del barrio Oliver sabe que esto no es cuestión de hablar sino de hacer. "Otra cosa es que el descenso es una amenaza. Es indudable. Si eres responsable, ves que hay una amenaza importante", reconoció en la misma aseveración. 

En un razonamiento cabal, sostuvo nuevamente la razón de su misión laboral en estos dos meses últimos de tan catastrófica temporada, que pasa simplemente (y transcendentalmente) por salvar al equipo del descenso. "No es lo mismo jugar de la jornada 15 a la 30 que de la 35 a la 42. Los puntos son los mismos, pero las circunstancias de esos puntos no son idénticas. Están absolutamente marcadas por una palabra, que es 'presión'. Y hay que saber jugar y someterse a una presión que es ahora mismo límite", aclaró para señalar entrelíneas a quienes andan preocupados por cotejar los números de Víctor pura y duramente en vez de ponderar la envergadura y el calado de su mandato en este delicado episodio de la vida del Real Zaragoza. 

Se le preguntó desde la bancada de prensa por sí este era el peor momento que estaba teniendo que acometer en su larga y laureada trayectoria profesional. Y, claro, explicó que no. "Este no es el momento más complicado de mi carrera deportiva. Ese momento más difícil fue aquí en Zaragoza, pero en un Real Zaragoza-Murcia. Aquel si que fue un partido clave en el que, si no hubiéramos ganado... no sé si hubiera habido siquiera futuro para mí en la profesión. Aquel día no había otra solución que vencer y lo hicimos", dijo refiriéndose a la promoción de permanencia en Primera División jugada en junio de 1991, hace 33 años. En la sala de prensa apenas había dos periodistas que vivieron 'in situ' aquel capítulo clave en la historia moderna del club. Una fotografía a todo color de cuál es la situación del presente. Para tomar nota.  

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