REAL ZARAGOZA 

El primer partido trascendente: Málaga-Real Zaragoza

A 15 jornadas para el final de la liga, si el equipo zaragocista vence este lunes en Málaga dejará hundido en el descenso al rival andaluz y dará un gran paso para eludir sus riesgos.

Jair y Molina, con Simeone de espaldas (izda.), en una fase del entrenamiento.
Jair y Molina, con Simeone de espaldas (izda.), en una fase del entrenamiento.
Francisco Jiménez

No es un partido del montón el que hoy va a jugar el Real Zaragoza en Málaga. Hay cuestiones importantes en litigio en la intempestiva franja horaria de los lunes a las 9 de la noche que La Liga se inventó hace años y que, contra natura, sigue imperando y defendiendo la patronal por esas razones pertinaces que siempre giran alrededor del dinero. En la velada invernal de este día laborable, ya con el fin de semana requeteolvidado, fuera del ambiente futbolero y del ocio de la inmensa mayoría de los aficionados, llega el primer duelo trascendente para los zaragocistas, por el significado que puede tener si lo logran vencer. La liga va a adentrarse en sus últimas 15 jornadas y, así, ya comienzan a asomar las citas relevantes, definitorias de aspectos clave de la temporada.

Será un choque de honda importancia para los intereses zaragocistas solo si concluye con un triunfo en La Rosaleda. Si no, no alcanzará ese grado y dejará todo abierto para más partidos de estas características en un futuro muy próximo. Esto es así porque el Real Zaragoza tiene esta noche a mano la opción de apuntillar al rival de turno, un Málaga construido en verano para ascender a Primera División y que, inexplicablemente, encaró desde el primer día el camino inverso y, de no mediar una resurrección súbita de los andaluces, va camino de llevarlos a la tercera categoría, ahora llamada y apellidada Primera RFEF.

La situación es cristalina: el Málaga tiene 22 puntos (11 menos que el Real Zaragoza), es antepenúltimo y vive a ocho de distancia de la línea de la salvación. Está agobiado a más no poder. Saben que entrarán en agonía si no reaccionan ya mismo. Solo les sirve ganar, literalmente. Han de ganar mucho, a menudo y desde esta misma noche. De no hacerlo, se pueden ir despidiendo del fútbol profesional y quién sabe si de algo más. En la ciudad costasoleña saben mucho de la desaparición de equipos históricos. Ya les pasó con el CD Málaga, el primero de los grandes en caer en los tiempos modernos, hace tres décadas, en 1992.

El Real Zaragoza, que va apurado desde agosto, con las astas del toro en la cintura durante todo el curso, debe abrir brecha con el cuarto por la cola (la Ponferradina), su referencia sobre el terrible descenso, del que lo separan solo cuatro puntos, tras el empate de los bercianos (0-0) el sábado ante el Levante. Así que la victoria en La Rosaleda tendría doble efecto balsámico: ampliaría la distancia de seguridad sobre la Ponferradina a siete puntos y, sobre todo, certificaría que hay tres de los cuatro que han de ocupar los puestos de descenso el último día prácticamente amortajados: Ibiza, Lugo y... el Málaga, al que el propio Zaragoza, con sus propio hacer, dejaría atascado en las arenas movedizas con muy mala pinta, alejándolo a 14 puntos de su punto de navegación, distancia difícilmente alcanzable ya por los sureños. Aquí está lo nuclear.

El contrapunto, necesario que quede reflejado para apostillar la trascendencia de esta necesaria victoria del Real Zaragoza hoy a orillas del río Guadalmedina (ahí está sito el histórico estadio malagueño, en el Paseo de Martiricos), es que el equipo de Escribá se vuelva el martes a casa sin haber ganado. El empate es un tentempié. La derrota, volver a rebozarse en los riesgos y los susceptibles problemas a medio plazo.

El Málaga acaba de poner en marcha a su tercer entrenador de la temporada, un viejo conocido como es Sergio Pellicer. Relevó al veterano Pepe Mel, que se mostró impotente para rectificar los pésimos pasos que inició el argentino Pablo Guede. Ya sabemos por estos lares lo que significa meterse en campañas de tres o cuatro técnicos. Sinónimo de caos, de pifias que solo se solventan con milagros. Ahí anda metido el rival de hoy de los zaragocistas.

En verano, la observación de su vestuario, cuando empezaron a juntar a Rubén Castro, Villalba, Gallar, Fran Sol, N’Diaye, el exzaragocista Febas, Ramalho, Luis Muñoz (hoy sancionado por expulsión en Albacete), Escassi, Jozabez... hizo prever su candidatura a las alturas. Hoy, reforzados en invierno por otro exblanquillo, Delmás, por Lago Junior o Appiah, siguen emitiendo un poderío nominal que, luego, no ofrecen en el campo.

Escribá tiene ante sí su primer duelo con aires extraordinarios. Lo de hoy no es rutinario, como lo vivido hasta ahora. Tiene un plus que pide algo más a los zaragocistas. Tras el 1-4 recibido ante el Alavés, el Real Zaragoza también llega exigido. Es un examen serio.

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