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Guti y Eguaras: el matrimonio del año

Ambos mediocentros son el nuevo orden del Real Zaragoza: desde que Víctor los reunió en el doble pivote, el equipo solo ha perdido dos partidos y ha sumado 32 puntos de 48 posibles. 

Los centrocampistas Raúl Guti e Íñigo Eguaras se ejercitan en la sesión de ayer en la Ciudad Deportiva.
Los centrocampistas Raúl Guti e Íñigo Eguaras se ejercitan en la sesión de ayer en la Ciudad Deportiva.
Aranzazu Navarro

Uno impone temple a lo que hace, con una mirada analítica del juego, de apariencia reposada pero con afiladas intenciones, manejando la sala de costura del equipo con hilos de seda y con unos ojos que casi todo lo intuyen. El otro, nacido aquí, empapados de valores y pasiones zaragocistas, posee, no obstante, una carrocería y un motor alemanes, inyectando en su inagotable cilindrada toda la energía y el trabajo necesarios para equilibrar el fútbol, llenarlo de recorrido, sacrificio y auxilios, sin descuidar otros atributos más relacionados con la calidad técnica y la clase con la pelota. Íñigo Eguaras y Raúl Guti conforman la pareja desde la que se explica la reinvención del Zaragoza inspirada por Víctor Fernández, un mecanismo desde el que el equipo ha tomado el impulso necesario hacia su actual vuelo supersónico a las alturas de la clasificación. Hay otros factores cardinales en este crecimiento, como el fichaje de Puado y su refrescante irrupción, la decisión de la dirección deportiva de ponerle en nómina a Víctor Fernández a un futbolista diferente que ha revestido de vitalidad, talento y rendimiento una zona del campo en la que languidecía Kagawa.

Sin embargo, el eje del cambio es el nuevo orden instalado por el doble pivote Guti-Eguaras. Víctor Fernández pegó en la diana cuando, tras la dura derrota en Gijón (4-0) y los serios peligros de depresión, resolvió anudarlos como bisagra del equipo, instaurando un 4-4-2 en el que ambos mediocentros debían complementarse, mezclase y enriquecerse. Y así ha sido. Desde que Eguaras y Guti aparecieron juntos en esta formación táctica en el partido contra Las Palmas en La Romareda a comienzos de noviembre, el Zaragoza marcó una inflexión rotunda. Con ellos al mando, ha disputado 16 partidos, con 9 victorias, 5 empates y solo 2 derrotas, frente a Albacete y Huesca, un total de 32 puntos de 48 posibles. Ha marcado 25 goles y encajado 12. Pasó de sumar 1,4 puntos por partido, a cosechar 2 unidades por jornada. En definitiva, con ellos, el Zaragoza se puso en números de ascenso directo y de fiabilidad competitiva.

Desde aquel día contra Las Palmas, ambos centrocampistas lo han jugado todo, excepto en La Coruña, donde Guti estuvo sancionado y le relevó Javi Ros, aunque sin alterar el doble pivote. En este tiempo, el Zaragoza se ha subidos a sus hombros y a sus pies, y Guti y Eguaras se han abierto camino en la liga como los dos medios más impactantes de la categoría para su equipo. En ambos descansa el espíritu de la identidad del fútbol impuesto por Víctor Fernández: un Zaragoza que trata de ser eléctrico y distinguido en su delantera, pero que necesita un circuito previo de pases, juego bien aseado, digerido y cuajado, un suave timón, cierta pausa y paciencia, y la necesidad de desorganizar al rival con una cadena de envíos orientados a las zonas débiles, girando y filtrando sus líneas. Eguaras y Guti -con el apoyo de los centrales- se encargan de ese oficio.

El Zaragoza es el equipo de la liga que más pasa y más distribuye, y no es extraño sin se observan ciertos apartados estadísticos individuales. Eguaras es el futbolista de Segunda que más pases buenos entrega, con Guti en la sexta plaza del ránking. Sin embargo, esto apenas explica el principio, más en un equipo, como el Zaragoza, forzado muchas veces a tocar lejos del área rival o lejos del peligro. Lo relevante en esta pareja de mediocentros es cómo pasan y a qué lugares. Y Eguaras y Guti están en el top 3 de pases precisos hacia delante, es decir, hacia campo rival, superando sus líneas de presión y defensa. Pases que hacen progresar el juego. Eguaras es el que más da: 799. Y Guti es el tercero: 681. Solo Álex (Cádiz) con 724 impide su plena tiranía. Por si fuera poco, ambos zaragocistas, también asoman en la cabeza del registro de pases buenos en el último tercio del campo: allá donde los balones cobran sentido de amenaza. Aquí, Álex (Cádiz/410) y Aketxe (Deportivo/348) -eso sí, dos mediapuntas que tienen ahí su zona de influencia- mejoran a Eguaras (340), tercero, y a Guti (302), quinto, con Borja (Girona/305). La simbiosis entre ambos futbolistas no solo se potencia en términos creativos: también Eguaras y Guti están en el top 15 de balones recuperados.

Esta mezcla explosiva ha estimulado al Zaragoza y lo ha reciclado después de un primer tramo de temporada en el que Víctor Fernández, con Dwamena disponible, optó por otras vías, como el 4-4-2 en rombo, el 4-3-3, el 3-5-2 de Gijón, dejando en ocasiones a Eguaras silenciado en el banquillo, acostando a Guti en la derecha… Nada se parece a aquel inicio, en un trayecto en el que Víctor Fernández ha encontrado soluciones sobre la marcha, una prueba más de que es un técnico alejado de los dogmas tácticos o las ataduras de la pizarra, sino que se ha venido adaptando a sus futbolistas, poniendo el acento en ellos y, sobre todo, en las sociedades y relaciones que establecen dentro del campo.

Acostumbrado a emplearse como mediocentro posicional, Eguaras siempre venía sufriendo en dibujos que lo insertaban en un doble pivote. Él mismo lo ha declarado siempre. Sin embargo, en estos momentos, más allá de su habitual fútbol fino y cartesiano, el navarro presenta más piernas y pulmones que nunca. Su estado físico es pletórico, más rápido y resistente, sobre todo, tras dejar atrás la terrorífica pubalgia que anuló su temporada pasada. No necesitó Eguaras nunca una condición atlética superior para robar balones y detener al rival gracias a su sobresaliente lectura posicional, pero esta año, ahora, ha elevado esas prestaciones físicas.

Ahora, también tiene a un Guti superlativo, al alza, en imparable expansión. Guti tiene sus cualidades -cantidad, corazón, pulmones, kilómetros, presión, robo,,,- pero ninguna tan poderosa como su inteligencia. Vemos un máquina que nunca se detiene de correr, con sus calderas siempre a tope, pero Guti es, ni más ni menos, que la virtud de saber jugar. Por eso, Natxo González no se lo pensó en cuanto lo exploró en dos entrenamientos: de cabeza, al primer equipo. Guti le da a Eguaras siempre un escalón más de pase, lo entiende y le apaga alguno de sus fuegos. 

Entre ambos, aportan control, seguridad, ritmo, fluidez… Si Eguaras ordena al equipo con la pelota y la gestión, Guti lo hace con la posición y con su dinamismo. Buena parte del fiasco del año pasado descansa en las ausencias y fragilidad de estos dos futbolistas por sus lesiones de pubis después de una primera temporada en la que ya habían anunciado algunos trazos de su complementariedad. Ni Idiakez ni Alcaraz pudieron contar con ellos, y Víctor no lo hizo, en cierto modo, hasta el último mes y medio. En cambio, hoy, son el matrimonio del año: ambos se dan el uno al otro todo aquello que echan en falta por sí solos.

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