El faro del Zaragoza

Íñigo Eguaras luce como guía de estilo en el rombo del centro del campo de Natxo González. Ya es el futbolista que más pases produce y más balones recupera en relación a los minutos jugados.

Íñigo Eguaras, en un entrenamiento del Real Zaragoza.
Íñigo Eguaras, en un entrenamiento del Real Zaragoza.
Aránzazu Navarro

Organiza y distribuye. Juega sencillo, con el pulso frío y los ojos en mil rincones del campo al mismo tiempo. Es puntual en los sitios: está allí por donde acaba pasando la pelota, en una dirección u otra. Va perdiendo la timidez en su fútbol, consciente de que el primer paso para progresar es creer en uno mismo. Y Natxo, su entrenador, le ha construido el ecosistema perfecto para que la luz de su faro brille y guíe al Zaragoza en su reacción. No hay mucho debate en este aspecto: desde que Íñigo Eguaras ejerce de mediocentro único, su fútbol se ha multiplicado y con ello se ha multiplicado el fútbol del equipo. Su crecimiento y ascendencia sobre el juego del Real Zaragoza se ha acentuado desde que Natxo González retomó la configuración en rombo del centro del campo en el partido contra el Albacete, el 16 de diciembre. Desde entonces, el conjunto aragonés describe una suave línea de progresión y Eguaras se ha convertido en el futbolista contextual del modelo, aquella individualidad que representa, define y marca el estilo de juego del equipo. Es la pieza que describe el sentido colectivo del Zaragoza. Su figura es sobria y silenciosa, pero de enorme influencia. Los números lo explican en este caso.

Eguaras es el futbolista de Segunda, a día de hoy, que más pases produce y más balones del rival recupera (exceptuando obviamente a los porteros y sus manos) en relación a los minutos jugados. Yeray (Cultural) ha dado más pases totales, pero en más minutos de juego. Lo mismo en la recuperaciones: Alcaraz (Almería) ha recuperado un balón más en toda la liga, pero con mayor participación.

Eguaras está en la cabeza de los ránkings de su posición. Porque lo revelador no es la cantidad de pases que da (es el tercero que más completa), sino dónde y cómo los da. Es el futbolista que más pases entrega hacia delante y el segundo que más envíos genera en el último tercio del campo (o zona de tres cuartos), solo mejorado por Fran Mérida (Osasuna).

Este aspecto distingue el fútbol del navarro y de la aguja desde la que hilvana al Real Zaragoza: el pase de Eguaras no es estéril, siempre produce ventajas o rompe líneas de presión. Verticaliza su ataque y rasga la espalda rival. Hace que el equipo, sus compañeros, la pelota y las posiciones progresen. Esta es la teoría fundamental del estilo impuesto por Natxo González: el juego de posición. Eguaras ha nacido para jugar así y en donde está jugando ahora. Y representa ahora ese papel que el técnico vitoriano concedió en el Reus a Folch, actualmente en el Oviedo.

Eguaras es un jugador específico e ideal para la punta inferior del rombo del centro del campo y para une estilo basado en la posesión. Su juego queda lejos de las emociones y la espectacularidad de otros. Eguaras no es el mejor futbolista del Zaragoza, quizá, en este sentido. Pero sí es el más influyente en su juego. Es su centralita, el encargado de teclear el código interno del Zaragoza en forma de juego ordenado, fluido, dinámico y profundo.

A sus 25 años, Eguaras se está despojando de la irregularidad y los defectos que le han mantenido en Segunda. Va acercándose a la realidad anunciada en la cantera de Lezama, cuando el Barcelona quiso firmarlo al observar en él las cualidades del mediocentro típico de su escuela. Este año, a Eguaras le costó ganarse a Natxo, pero, desde que lo hizo, a pocos jugadores ha prestado más dedicación el entrenador. Sabe lo que tiene entre manos.

Eguaras arriesga, apura al máximo la presión rival, intenta pases poco cómodos y fáciles... por eso aún pierde balones peligrosos. Pero cada vez menos. Porque, cada vez, Eguaras es más.

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