Guti, el multiusos de Natxo

La amplitud de soluciones posicionales que ofrece Raúl Guti le ha convertido en la herramienta más versátil y mudable del entrenador en el centro del campo. Suma ya tres titularidades seguidas.

Guti, en el partido contra el Rayo Vallecano
Guti, en el partido contra el Rayo Vallecano
Oliver Duch

Ya es mucho más que una refrescante insinuación de fútbol juvenil y Raúl Gutierrez ‘Guti’ ha escalado por la ladera del primer equipo hasta coronarse como un jugador de relieve en la plantilla de Natxo González. Su caso es un ejemplo más de que el fútbol premia los pasos prudentes y los tiempos medidos, pero sobre todo de que el trabajo tenaz y silencioso suele conducir a los mejores puertos. Guti ha derribado, a su ritmo, todo tipo de barreras y quizá su secreto sea que nadie ha creído más en él que él mismo. A principios de verano pasado, no figuraba entre los canteranos ‘pata negra’ del Real Zaragoza. Jugaba en el filial de Láinez, pero no pertenecía al núcleo principal de promesas. Nadie apostaba al cien por cien que ese centrocampista era de “los que llegarían”. Apareció en el primer equipo en la jornada final contra el Tenerife y marcó un gol, aunque aquel partido y ese debut se apreciaron más como una testimonial recompensa que como una apuesta firme.

Ni siquiera el club lo valoró en ese sentido. Guti no sería promocionado como Lasure, Delmás, Raí o Pombo ni tampoco estaba previsto que participara en esa pretemporada porque el nuevo entrenador, Natxo González, prefería trabajar con el grupo humano que iba a configurar su vestuario. Pero ocurrió eso que tantas veces sucede en el fútbol y en la vida: el destino emitió un destello. La necesidad de hombres en los primeros entrenamientos del verano le abrieron la puerta y Guti nunca dejó que se cerrara ya.

Día a día, fue seduciendo a Natxo González, hasta el punto de que, cuatro meses después, se ha convertido en una de sus herramientas más valoradas, marcando una línea de constante evolución, una progresión que ha sorprendido de punta a punta en el Real Zaragoza, desde antiguos técnicos del chico, a excompañeros o miembros del área deportiva. Su caso ha impresionado a casi todos, excepto a quien menos le conocía: Natxo.

Ahora, Guti ya acumula diez partidos con el primer equipo, entre liga y Copa. Es uno más. Ha ascendido por el rango de jerarquías de la plantilla a una velocidad imparable. Natxo le observó desde el primer día las cualidades polivalentes y una amplitud de soluciones posiciones que le convertían en una pieza potencial de alto valor para su idea de centro del campo: ese rombo ofensivo que se pliega en una línea de cuatro cuando el Zaragoza no tiene la pelota. Guti ha pasado ya por todas esas posiciones, la última, el flanco derecho, la pasada jornada contra el Rayo Vallecano, confirmándose así como el multiusos de Natxo González.

Por sus características, Guti reúne un poco de casi todos los demás centrocampistas del equipo. Esa es su ventaja. Garantiza el trabajo y el músculo de Zapater, el recorrido de Febas, el toque y claridad de Eguaras, la visión de Buff o la disciplina de Javi Ros. Quizá no sea mejor que sus compañeros en esas facetas, pero es el único que tiene células de todos ellos. Ese perfil tan completo ha entusiasmado a Natxo y ha multiplicado la profundidad de sus decisiones.

Durante su formación, Guti se fue configurando como un ‘8’, un centrocampista intermedio, más que un iniciador del juego o un mediapunta. Un futbolista con abundante radio de acción y mucho juego de cara, adaptable al doble pivote o como volante interior en líneas de tres. Es en ese papel donde ha cuajado mejores partidos: Valencia en Copa o minutos finales contra el Rayo Vallecano o el Numancia.

Natxo empezó sacándole punta como enganche, como cabeza de rombo, en funciones destinadas inicialmente a Buff. Así comenzó a entrar en el primer equipo. Pero, en tres meses, ha desfilado continuamente por más puestos, un ajetreo que en cierto modo podría conducirle a la indefinición o a la confusión posicional, lastrando su crecimiento y rendimiento, pero que Natxo considera útil. Desde la jornada 6, Guti solo ha dejado de jugar contra el Sevilla Atlético y encadena tres titularidades consecutivas.

El entrenador del Real Zaragoza le ha encontrado diversos acomodos. Su primera aparición en el once, contra el Lugo en Copa, fue de mediapunta. Ahí jugó también unos minutos contra el Oviedo y en su estreno de titular en Lorca. Fue ese día donde se descubrió su polivalencia: en la segunda mitad, cuando el Zaragoza sufría en la banda izquierda, Natxo recostó a ese lado a Guti y ese carril se selló, con su retorno defensivo, sacrificio y rigor. Ya había ocupado el sector izquierdo en algunos minutos contra el Nástic. Frente a Osasuna apareció por la mediapunta, donde sería titular contra la Cultural, en Huesca volvió al mediocentro que ya ocupó un tramo del partido frente al Numancia y contra el Rayo Vallecano le asignaron, por primera vez, el lado derecho del centro del campo, con libertad para jugar por dentro cuando se poseyera la pelota. Es decir, en sus últimas tres titularidades, Guti ha jugado en tres puestos distintos.

Esa riqueza posicional no es lo único que ha fascinado al entrenador. Después de ir dándole partidos en los amistosos de pretemporada y observarlo en el día a día, Natxo fue convenciéndose de que Guti podría tener encaje en su centro del campo pese a que la zona había recibido, durante el mercado de fichajes, una especial dedicación por parte de Lalo Arantegui, reforzándola con Oliver Buff, Iñigo Eguaras y Aleix Febas y conservando a Zapater y Javi Ros. Un mediocampo de perfiles diversos y complementarios, mejorado con varias posibilidades posicionales, tal y como había sugerido Natxo a Lalo en el primer boceto de plantilla. Guti no estaba en esa previsión y su irrupción ha obligado al técnico a afinar aún más con la gestión de las piezas del centro del campo.

Hace dos meses, Natxo ya deslizó en el club que Guti se iría abriendo hueco como una tuneladora, despacio pero constante, por la propia inercia de su trabajo. Con paciencia. Desde entonces, ha administrado los tiempos y sus oportunidades, siguiendo un curso natural que ha desembocado en la consolidación cada vez más real de Guti como titular, especialmente en partidos y situaciones -como fuera de casa- que exijan más físico que balón, más trabajo que elaboración. Con él, no se ha corrido más deprisa que el reloj.

A Natxo, Guti no le gusta únicamente por su adaptabilidad a diferentes puestos, sino, sobre todo, por su disciplina y su aplicación. Es el tipo de futbolista que los entrenadores valoran por encima de la media. Natxo dice de él que entiende las cosas rápido y las desarrolla tal y como se le dibujan en el mapa de los partidos. Es decir, Guti no solo entiende el juego, sino que lo juega tal y como le dicen. Puede parecer que todos los futbolistas cumplen con estas premisas, pero no es así. Por eso, Guti le ha entrado por los ojos a Natxo y le ha robado el corazón.

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