Xavi emula a Guardiola e impone las primeras multas 

El método que emplea el nuevo técnico del Barça reabre el viejo debate sobre la eficacia de la disciplina inflexible.

Presentacion de Xavi Hernández como nuevo entrenador del FC Barcelona
Presentacion de Xavi Hernández como nuevo entrenador del FC Barcelona
Alejandro García

En su presentación como nuevo entrenador del Barça, Xavi repitió hasta la saciedad que las cosas irán bien si tienen «orden, exigencia y disciplina» y, en consecuencia, ha impuesto una «normativa de convivencia» a los jugadores que especifica que han de llegar al entrenamiento 90 minutos antes de su comienzo o que todos tienen que almorzar en las instalaciones del club. Igualmente ha recuperado las multas por infracciones que aumentan en cuantía en función de la reincidencia del futbolista.

El entrenador que viene nuevo tiene que introducir cambios. Es una ley no escrita. Hay que romper con el fracaso en el pasado y justificar el nuevo fichaje que, con su giro de 180 grados, genera esperanzas en el club, los aficionados y la propia plantilla. Así que las medidas disciplinarias del nuevo míster tienen mucho de «volvamos a empezar» e incluso de «retornemos a cuando fuimos grandes». Xavi no hace más que emular a Guardiola, cuando tomó el testigo de Rijkaard como entrenador. En ambos casos, un exjugador de la casa tuvo que poner orden en lo que se consideraba un exceso de relajación de la escuela holandesa. Como aquello funcionó, todo el mundo ve el cambio con buenos ojos.

El régimen disciplinario de Xavi ha generado expectativas. Hay que recordar, sin embargo, que casi todos los clubes someten a sus jugadores a normas similares. He oído en alguna tertulia que el Madrid de Zidane ganó tres Copas de Europa sin que el galo tuviera que ejercer de sargento, pero lo cierto es que el código ético del Madrid, que Ancelotti mantiene, es muy similar.

Por otra parte, es una cuestión bastante antigua. En los años 80, el Salamanca de Segunda División fichó a Ricardo Rezza y el entrenador argentino impuso un régimen severo que, incluso, preceptuaba un «uso moderado del acto sexual», obligaba a que los jugadores dejaran abiertas las puertas de las habitaciones del hotel de concentración y prohibía incluso los juegos de azar, dinero o apuestas. El Salamanca quedó undécimo y los jugadores dijeron que convertir un club en un cuartel militar no había ayudado. Sin embargo, la temporada siguiente, ya sin el látigo de Rezza, el club bajó a Segunda B. La moraleja es clara: ni una cosa ni la otra. O, como sabían los clásicos, la virtud está en el 'aurea mediocritas', que no es la mediocridad, sino el término medio, la moderación, lo proporcionado :'In medio virtus'.

Se dice que las normas crean equipo porque, iguales para todos, sugieren que el entrenador no hace distingos. Sin embargo, esto es algo ficticio porque evidentemente una multa de 100, 200 o 400 euros por llegar tarde puede doler a un canterano. Pero para quien cobra más de 20 millones de euros por temporada, como Dembélé, el castigo le trae al pairo. El francés ya ha sido multado. Pero incluso cuando se retrase por cuarta vez, se le sancionará con una multa (800 euros) que es equivalente en porcentaje salarial a quitar un euro a un trabajador que cobre 2.000 euros al mes.

Así pues, tan necesario como el «todos a una» es la individualización. Por ejemplo, en las sanciones: para que duelan por igual y sean disuasorias deberían guardar proporcionalidad con los salarios. Claro que la personalización atañe también a los privilegios. Xavi no debe olvidar que jugó en el mismo césped que Romario. Como tenía fama de juerguista nocturno, al brasileño le ataron en corto, pero no rendía en el campo. Le dejaron salir de fiesta y volvió a meter goles. Cruyff supo comprender que no podía tratar a todos por igual: Romario era más hedonista que sus compañeros, pero también mejor futbolista y metía más goles. Resultaba coherente que se le dejara perderse un partido porque quería asistir al carnaval de Río.

Momentos de relajación y diversión

La cuestión, como conoce cualquier jurista, no es tanto la norma en sí, sino la interpretación prudente y ajustada a las circunstancias, lo que los clásicos llamaban 'epiqueya'. Por su parte, los psicólogos saben que, para mantener cohesionado a un grupo y sacar el máximo rendimiento de cada miembro, es necesario tanto la disciplina como la flexibilidad. Nada nuevo bajo el sol. Porque es algo que conocían ya los griegos hace 2.300 años y los filósofos y teólogos del Medievo. La 'teoría de la eutrapelia' ordenaba como necesarios los momentos de relajación y de diversión para soportar la disciplina y que no cundiera el hastío y el tedio. Santo Tomás de Aquino pone el ejemplo de San Juan Evangelista: cuando algunos se escandalizaron de verle jugar con sus discípulos, mandó que uno de ellos tensara el arco con una flecha. Evidentemente, si se mantuviera siempre tenso, el arco se rompería. Así también el alma humana se quebraría si solo conociera trabajo y obligaciones.

Aristóteles lo había dicho mucho antes: el juego era el complemento imprescindible del trabajo. Dicho de otra manera, la aplicación mecánica e inflexible del rigor y la disciplina no es fructífera: hace falta tener mano derecha, singularizar las normas, acomodarlas a las circunstancias de cada momento y mostrar tolerancia y flexibilidad, no solo rigor y orden.

Conociendo a los pensadores antiguos que se erigieron en autoridad, uno percibe que muchas de las que pasan por innovaciones son, en realidad, cosas muy antiguas. Algunos psicólogos han acuñado el término «disciplina elástica». Los antiguos hablaban de 'eutrapelia' y de la necesidad de echar una cana al aire precisamente en aquellos oficios en que se está sometido a unas exigencias y una disciplina severa. Aristóteles y Santo Tomás lo sabían. No sé si Xavi.

Riqui Puig llegó al entrenamiento en monopatín eléctrico. A partir de ahora será sancionado. Pero no creo que aumente su rendimiento en el campo, como tampoco que Piqué viva una segunda juventud prohibiéndole que vaya a surfear en sus ratos libres. El compromiso y la dedicación son necesarios. Y evidentemente el club debe ser lo primero para unos jugadores que cobran millones. Pero el tiro puede salir por la culata.

En la presentación de Xavi ante la plantilla, sus jugadores podían leer en un cartel de esos que llaman motivadores: «Puedes tener resultados o excusas, no las dos». Está bien. Pero la cosa suele ser más compleja. Si la férrea disciplina no da sus frutos, voy a escribir a Piqué, que tiene algo de veterano díscolo y escéptico, para que cuelgue otro rótulo con la enigmática palabra: 'Eutrapelia'. O con las no menos pedantes 'aurea mediocritas' o 'epiqueya'. No creo que le sancionen.

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