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Más de 70 carreras de San Silvestre despiden el año en Aragón

Algunas se corren por el casco urbano, otras por el monte. Unas se celebran desde hace décadas y otras se estrenan este año. Pero todas tienen un marcado carácter social.

La carrera de San Silvestre celebrada en la capital oscense en 2018.
Rafael Gobantes

Deportivas bien anudadas, calentamiento hecho y dorsal en su sitio. Sin olvidar el disfraz. Bajo el arco de la línea de salida se preparan los corredores, atentos para escuchar el pistoletazo que marque el inicio de la sansilvestre. "No faltan los comentarios que amenizan el recorrido", dice Ignacio Martínez, alcalde de Allepuz. Esta localidad turolense, según los últimos datos oficiales, tiene 126 censados, más o menos las mismas personas que cada edición participan en esta prueba deportiva con la que se despide el año y que ayuda al Banco de Alimentos de Teruel.

Allepuz es uno de los más de 70 pueblos y ciudades de Aragón (en total 76 carreras en 72 localidades) que organizan una carrera de San Silvestre, ante todo popular y solidaria. La mayoría se disputan durante la última tarde del año, como las multitudinarias de Zaragoza y Villanúa con miles de corredores, sin embargo, también las hay que optan por los días previos. "La carrera que organizamos es como la vallecana", defiende Martínez.

Precisamente, la de Vallecas es la más famosa de España con unos 40.000 participantes en su última edición. Esa es la segunda más antigua del país, siendo pionera la sansilvestre de Galdakao, en el País Vasco. En Aragón la historia se remonta a 1965. Al parecer, el último día de ese año se celebró la primera sansilvestre en la Comunidad y la tercera con más tradición de España. El escenario fue las calles de Alcañiz.

Por el mismo recorrido que se procesiona en Semana Santa discurrió la primera edición de la Carrera del Pavo, en la que participaron 24 corredores. Esta prueba deportiva se denominó así ya que el ganador recibía un ejemplar de ese ave, mil pesetas y una botella de champán. En la actualidad, más de medio siglo después, está organizada por el Club de atletismo Tragamillas y corren cientos de personas.

Los ganadores de la prueba alcañizana con los pavos.
Tragamillas

"Corrí un par de años la de Vallecas y dije que eso había que hacerlo en mi pueblo"

Si el premio de Alcañiz era un pavo, en Morata de Jalón es una horca de ajos de Arándiga de la misma altura que el ganador, además de un premio económico. "Es una forma de promocionar los productos de la zona", indica Ignacio Gimeno. Este moratino conoce bien el origen de esta sansilveste: "Corrí un par de años la de Vallecas y dije que eso había que hacerlo en mi pueblo. Y de esta forma se convirtió en la primera carrera de San Silvestre de la provincia de Zaragoza". De esto hace ya más de tres lustros. Como la mayoría, la de Morata tiene un marcado carácter solidario y también medioambiental. "Antes destinábamos los fondos al Sáhara, pero ahora son para Cáritas de Morata", agrega Gimeno. "Además, desde hace unos años plantamos un árbol en el término del pueblo por cada corredor. Gracias a esta iniciativa ya se empieza a ver una masa verde fruto de nuestra sansilvestre", añade.

Carrera de San Silvestre de Boltaña.
Ayto. Boltaña

Algo más joven es la del Sobrarbe, que este año celebra su séptima edición. Un año tiene lugar en el caso urbano de Aínsa, mientras que al siguiente se corre por las empedradas calles de Boltaña. Sea donde sea, a los más de 200 participantes, disfrazados y ataviados con sus gorritos de Papá Noel, les espera una chocolatada en la línea de meta. Se puede elegir la prueba familiar (1 kilómetro) o la categoría absoluta (5 kilómetros). "El beneficio de las inscripciones que se recaudan están destinados a la Asamblea de la Cruz Roja del Sobrarbe", explica Raúl Bentué, concejal de Deportes de Boltaña.

La Carrera de los Lobos - San Silvestre se disputa en Chiprana.
Ayto. Chiprana

La misma edad tiene la Carrera de los Lobos - San Silvestre de Chiprana, que se celebra un par de días antes de despedir el año y supera también los 200 participantes. "La novedad de este año es una andada paralela a la carrera. Esta actividad permite participar a toda la familia. Por ejemplo, el inscrito más joven tiene 2 años y el más mayor es octogenario", cuenta Víctor Conchillo, de Fartleck Sport, organizadores de la prueba.

Para la de Muel, que se denomina 'Pijorrica' no es necesario apuntarse. "La inscripción consiste en acudir con paquetes de alimentos no perecederos que luego donamos a diferentes oenegés", explica el concejal de Deportes de la localidad, Miguel Ángel Muñoz.

También por el monte

La mayoría de las mencionadas se disputan únicamente en los cascos urbanos de las localidades, sin embargo, también las hay que optan por contextos montañosos. Las localidades aragonesas con menos habitantes que celebran una sansilvestre son Tramacastilla y Noguera, en Teruel, donde en invierno no suelen residir más de 80 personas. "La carrera coincide con un tramo de la ruta PR y une Alojamiento Rural Las Cárcavas, en Noguera, con la Posada de Santa Ana, en Tramacastilla", apunta Clara Isabel Benito, de Deporte Albarracín.

Una de las últimas en sumarse a la lista es la de Biescas que por primera vez despedirá 2019 a toda velocidad. "Muchos vecinos demandaban una carrera de San Silvestre y veíamos que participan en la de Sabiñánigo o la famosa de Villanúa. Así que decidimos organizar una por las calles de Biescas, que saldrá de la plaza del Ayuntamiento. Puede tener sorpresas porque se descubrirán calles casi desconocidas", promete Javier Etura, concejal de Deportes de esta localidad del Alto Gállego.

En la meta, como en tantas otras habrá chocolatada. Hay quién se escuda, apoyado en leyendas urbanas, que el chocolate es un remedio contra las agujetas. Si es así, para los más de 18.000 corredores que participan en alguna de las sansilvestres aragonesas sería un buen antídoto para comer las uvas de la suerte sin dolor.