Un posible brote psicótico tras el accidente y la inesperada agresión a su novia en Zaragoza
El conductor detenido en abril por agredir a su novia nada más provocar una grave colisión en la A-2 asegura ante el juez que empezó a escuchar voces y perdió el control.
Nadie entendía lo que estaba ocurriendo. Un coche acababa chocar contra la valla del arcén y volcar en la A-2 a la altura de La Puebla de Alfindén (Zaragoza) y lo primero que hacía su conductor nada más poner pie en tierra era dirigirse sangrando hacia la puerta del copiloto, sacar a rastras del pelo a su novia y empezar a soltarle puñetazos. En un inexplicable arrebato de violencia, el joven llegó a darle varios mordiscos en la cara, causándole graves lesiones.
Pero, según explicaron varios testigos, lo peor vino después, cuando el agresor empujó a la joven y los coches estuvieron a punto de atropellarla. Afortunadamente, varias personas lograron reducir finalmente al conductor y auxiliaron a la víctima hasta que llegaron los servicios de emergencia.
Los hechos ocurrieron sobre las 11.20 del pasado 1 de abril y acabaron con la pareja en el hospital y un monumental atasco en la A-2, ya que era Lunes de Pascua y miles de vehículos circulaban de regreso a Cataluña, La Rioja, Navarra o el País Vasco, comunidades que disfrutaban de un puente festivo. Mes y medio después, los protagonistas de aquel rocambolesco suceso han comparecido esta semana ante el juez de Zaragoza que dirige la causa para aclarar lo ocurrido. Y según habrían asegurado ambos, el origen podría estar en un brote psicótico que hizo perder el control a Rafael L. A. (30 años), al que ahora se investiga por violencia de género y varios delitos contra la seguridad vial, ya que aquella mañana circulaba de forma temeraria, sin carné y bajo el efecto del cannabis.
Según revela el atestado de la Guardia Civil de Tráfico, al que ha tenido ahora acceso HERALDO, las consecuencias de aquel siniestro pudieron ser fatales. Y no solo para la pareja que iba a bordo del Ford Focus que lo provocó, sino también para otros de usuarios de la autovía. Sobre todo, para la familia de Barcelona que se desplazaba en el Volkswagen Passat contra el que chocó el investigado al adelantarlo. El matrimonio y sus dos hijos, menores de edad, resultaron heridos. Según manifestó el conductor, tal fue la violencia del impacto que su coche dio varias vueltas sobre su propio eje.
Pero la mejor secuencia de los hechos la describió otro conductor que iba detrás y lo vio todo. El hombre explicó a los agentes que circulaba por el carril derecho en dirección Barcelona cuando el Ford Focus del encausado le adelantó “de forma temeraria y a mucha velocidad” por la derecha aprovechando el carril de aceleración. Según el testigo, el coche pasó después al carril izquierdo para adelantar al Volkswagen “también de manera temeraria”. Tras golpear al turismo de la familia catalana por el lado izquierdo, Rafael L. A. se salió de la calzada, chocó contra la bionda lateral y terminó volcando. Instantes después comenzó la agresión a su pareja.
Teme por su vida, pero no reclama nada
La joven agredida, de 20 años, sufrió una fractura de dos vértebras dorsales sin lesión medular pero que le obligó a pasar varios días en el Hospital Miguel Servet, donde también le curaron las heridas que tenía en la cara y en los dedos de una mano causadas por mordiscos y golpes. Como todavía se encontraba convaleciente, los investigadores le hicieron entonces las preguntas “mínimas e imprescindibles”. Pero la chica ya adelantó entonces que su pareja padece algún tipo de trastorno psiquiátrico o psicológico. Según esta, le dan brotes psicóticos “con regularidad” y está en tratamiento.
La víctima contó que conoció al investigado en el verano de 2023 en Madrid, donde llevaban un tiempo conviviendo. Sin embargo, pocos días antes del accidente se habían mudado a la localidad zaragozana de Pina de Ebro, donde su pareja tiene familia, para iniciar una nueva vida. La mañana de los hechos fueron juntos en coche a Puerto Venecia. Pero nada más llegar, Rafael L. A. se puso a insultarla, la apartó con violencia del asiento del conductor, se puso él al volante y empezó a conducir “a gran velocidad y de forma zigzagueante” por los carriles de la Z-40, primero, y de la A-2, después.
La joven reconoció ante el juez que llevaba algún tiempo sufriendo episodios de malos tratos, en los que su pareja la insultaba, la menospreciaba e incluso le había agredido. Aseguró que esta violencia se había incrementado en los últimos meses, hasta el punto de admitir que tenía miedo por su vida. Sin embargo, hasta ese momento, nunca había denunciado a su agresor, al que le constan varias reseñas en los registros de la Guardia Civil por delitos de violencia de género, lesiones, amenazas, atentado contra la autoridad y daños. También fue condenado en 2015 por un juzgado madrileño por resistencia.
El investigado dice que creía que su novia era el "demonio"
Tras el grave suceso de la A-2, la joven decidió poner fin a la relación y pidió una orden de protección que le fue concedida. Cuando declaró este lunes ante el juez instructor por videoconferencia mantuvo que el encausado está enfermo, solo quiere que se cure y no reclama nada.
En la misma línea, este martes Rafael L. A. ha justificado la violencia que desplegó contra su pareja alegando que sufrió un brote psicótico. El investigado ha comparecido ante el titular que instruye el caso y ha presentado documentos que acreditan que está medicado y tiene diagnosticada una esquizofrenia por la que ha llegado a estar hospitalizado.
Ante el titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Zaragoza número 3, asistido por su abogada, Carmen Sánchez, Rafael L. A. ha explicado que cuando se produjo la agresión llevaba una semana con dolores de cabeza y le había pedido a su novia que lo llevara al médico, pero la cita con el especialista no se había llegado a producir.
Ha contado que el día que sucedieron los hechos llevaban poco tiempo en Zaragoza, donde se habían al haber encontrado trabajo en una fábrica de galletas. El 1 de abril, tras haber estado en Puerto Venecia, asegura que empezó a oír voces en su cabeza y se puso "hablar con Dios". Creyó que su novia era el "demonio" y lo primero que hizo fue darle un mordisco mientras conducía. Luego, la apartó del asiento del conductor y se colocó al volante con intención de regresar a Madrid. Pisó el acelerador y empezó a conducir a gran velocidad, zizagueando entre ambos carriles de la carretera hasta provocar el accidente con el otro turismo y posterior salida de la vía del automóvil.
Acto seguido, la sacó por los pelos del coche y comenzó a golpearla. Los testigos que presenciaron la agresión aseguraron que de no ser por los ciudadanos que intervinieron para frenarla la suerte de la joven podría haber sido muy distinta.
A consecuencia de la colisión Rafael L. A. también sufrió varios cortes y una fractura del codo izquierdo con lesión de ligamentos de la tuvo que ser intervenido quirúrgicamente. Cuando ingresó en el Hospital Clínico los médicos dejaron constancia de su estado alterado y agresivo y de que decía que estaba "hablando con Dios".
Ahora tendrán que ser los médicos forenses los que examinen al investigado y valoren si cuando protagonizó este episodio violento que puso en riesgo a numerosas personas tenía sus facultades mentales y su voluntad conservadas en parte, en todo o en nada. De su informe dependerá la imputabilidad o no del acusado y su responsabilidad penal respecto a la agresión.
La Guardia Civil le atribuye también varios delitos contra la seguridad vial -conducción temeraria, bajo los efectos de las drogas y sin carné de conducir por haber perdido todos los puntos- que serán instruidos por un juzgado ordinario.
