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Los jurados ven la principal prueba del crimen de Calatayud: 17 minutos de tortura y agonía

El asesinato quedó grabado por las cámaras del pub propiedad del acusado, que dos días y medio después confesó el crimen.​

Andrés Gilgado León, en una de las sesiones del juicio que se celebra en la Audiencia de Zaragoza.
Andrés Gilgado León, en una de las sesiones del juicio que se celebra en la Audiencia de Zaragoza.
FRANCISCO JIMENEZ

Nueve mujeres y dos hombres decidirán si Andrés Gilgado León mató a su amigo José Carlos Valtueña en Calatayud con alevosía y se ensañó con él para conseguir que le dijera el número secreto de su tarjeta de crédito para robarle el dinero. Tras la sesión de este miércoles no les quedará ninguna duda de que así fue, pues es difícil que olviden las imágenes que han tenido que visionar en la sala del juicio.

Han sido 17 minutos de vídeo que recogieron la tortura y agonía sufrida por la víctima, que desde el primer golpe que recibió, por la espalda y a traición, quedó a merced de su asesino. Completamente indefenso y tirado en el suelo, tan solo pudo rogarle que no le pegara más y cubrirse con las manos para evitar lo inevitable, pues Gilgado estaba decidido a conseguir su propósito sin piedad ni compasión alguna.

El vídeo no tiene audio y el cuerpo del agredido no quedó expuesto a las cámaras, ya que cayó al suelo, entre un sofá y un botellero en la zona de almacén del pub Blue Lion, local que llevaba meses cerrado al público.

Pero los policías que analizaron las grabaciones minuciosamente habían puesto en antecedentes al jurado en la segunda sesión del juicio y les explicaron que se veía perfectamente a Gilgado hablar, gesticular y gritarle a la víctima malherida mientras agitaba en el aire su tarjeta de crédito con el ánimo de que le revelara el PIN. Y que cuando lo consigue lo remata con golpes del extintor de 14 kilos que usó como arma. Incluso cuando agonizaba y el acusado se pasea por lo que había sido su discoteca, va al aseo y vuelve, agarra de nuevo el extintor y lo machaca.

Las imágenes han sido reproducidas sin público en la sala para preservar la dignidad de la víctima, como ha transmitido el magistrado-presidente del jurado y de la Sección Tercera de la Audiencia, José Ruiz Ramo antes de desalojarla.

Tras esta prueba clave, ya con público, los jurados han podido ver otras imágenes reveladoras de aquella triste y trágica madrugada del 13 de agosto de 2022 en Calatayud. 

El criminal tenía tan claro su objetivo que, tras despojarse de las ropas manchadas de sangre y ponerse otras limpias, salió del pub y se dirigió al cajero automático de Ibercaja de la plaza del Fuerte y sacó 300 euros. Tan solo le costó diez minutos llegar y empezar a sacar el fruto de su asesinato. Luego, entre el 13 y el 15 de agosto recorrería, hasta en diez ocasiones, otros cajeros de Cajamar y del BBVA. 

En todas las grabaciones se le ve en perfecto estado de salud, aseado y en ningún momento aparenta ir bebido y drogado, como aseguró el primer día en su declaración. En total, un botín de 1.350 euros a costa de una vida humana.

“La última vez que vi a mi hermano fue el 12 de agosto, la víspera de las fiestas de San Roque"

Antes de visionar la grabación, los miembros del jurado pudieron escuchar a uno de los hermanos de la víctima. Contó que la última vez que lo vio fue el 12 de agosto, la víspera de las fiestas de San Roque. "Me fui a trabajar y ya no lo vi más”, ha recordado. 

Juan Carlos Valtueña, de 52 años, vivía con sus tres hermanos y su madre en Calatayud. Ese 12 de agosto no tenía previsto salir, pero lo llamaron -como declaró también su hermana- y a las 17.30 aproximadamente se fue de casa con la cartera y el teléfono móvil. 

Un hermano ha explicado este miércoles al jurado que no empezaron a preocuparse por su ausencia hasta el día siguiente, al comprobar que no había ido a dormir y, especialmente, porque no había avisado previamente de esta circunstancia.

“Siempre que no venía lo decía antes o llamaba a mi madre -ha contado-, pero ese día, no. Y como luego no respondía a las llamadas de teléfono, nos preocupamos”. Tanto que el hermano fue a varios bares que sabía que José Carlos solía frecuentar para preguntar por él. “Estuve en el Skipe, La Habana y en los Tres cerditos, y en todos me dijeron que había estado el día de antes, que les había comentado que iba a pasarse por las peñas, pero después de marcharse ya no lo habían vuelto a ver”,

El día 14, al seguir sin noticias suyas, el hermano fue a la comisaría para presentar una denuncia por desaparición. “Pero me dijeron que tenía que esperar 24 horas, y entonces mi hermana fue al día siguiente a ponerla”, ha detallado. 

En ese momento la familia ya contaba con otro dato preocupante: sin contestar a ninguna de las numerosas llamadas que hizo la hermana, a las 7. 30 del día 14, del teléfono de José Carlos recibieron un whatsapp que decía: “Te llamo más tarde”. Esta contestación no era la típica de su hermano, por lo que el desasosiego fue en aumento.

El 15 de agosto pusieron la denuncia por desaparición y a las 15.30 se confirmaron sus peores presagios: Andrés Gilgado se presentó en la comisaría para confesar que había matado a su amigo Juan Carlos en su pub.

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