Crimen en el pub Blue Lion de Calatayud: 17 minutos de agonía grabados en vídeo

El de José Carlos Pascual Valtueña (52 años) podría ser uno de los crímenes más crueles perpetrados en los últimos años en Aragón. Y no solo porque fuera un buen amigo quien acabara con su vida, sino por la extrema violencia que este empleó para hacerlo. En los casos de asesinato, lo habitual es que sean los forenses quienes partiendo del informe de autopsia ilustren al jurado sobre cómo murió la víctima. Sin embargo, el tribunal popular que juzgue el próximo mes de febrero a Juan Andrés Gilgado León (38 años) contará con una prueba excepcional: una grabación de vídeo que recoge los últimos y agónicos 17 minutos de vida del bilbilitano.

Los hechos que sentarán en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Zaragoza al autor confeso de este truculento crimen se produjeron en la madrugada del 13 de agosto de 2021, cuando la ciudad de Calatayud disfrutaba de las fiestas de San Roque. Como dos bilbilitanos más, Juan Andrés Gilgado (nacido en Badajoz) y José Carlos Pascual pasaron la tarde previa disfrutando de los festejos y visitando distintos bares. Ya entrada la madrugada, ambos amigos decidieron acercarse al pub Blue Lion, ubicado en los bajos del número 11 de la calle Madre Puy.

El negocio había sido regentado por el acusado, pero el impago del alquiler y las numerosas deudas que arrastraba con los proveedores le obligaron a cerrar el negocio. La dueña del local había instado el desahucio por la vía judicial, pero su arrendatario todavía conservaba las llaves. Y de eso parece que se valió para ejecutar su macabro plan, porque tanto la Fiscalía como la acusación particular -que ejerce el letrado Juan Manuel Martín Calvente en nombre de la madre y los tres hermanos del fallecido- están convencidas de que Juan Andrés Gilgado mató a su amigo con el único fin de conseguir dinero.

Aquella madrugada, el presunto asesino y la víctima accedieron al local del Blue Lion en dos ocasiones: la primera, sobre las 2.00, pero aquella visita fue breve, puesto que apenas pasaron unos minutos en un cuarto que hacía las veces de almacén y despacho. Los dos colegas se marcharon juntos, pero regresaron al bar a las 3.25. Como habían hecho la vez anterior, saltaron la valla exterior -de la que no tenían llave- y accedieron después al local. A las 4.15, de allí ya solo salió el encausado, puesto que José Carlos Pascual yacía muerto en la sala de baile. Sin embargo, de su dramática muerte no se supo hasta la tarde del 15 de agosto, cuando su asesino se presentó en la comisaría de la Policía Nacional en Calatayud y dio cuenta de lo ocurrido.

La confesión de Juan Andrés Gilgado obligó a movilizarse enseguida a los agentes, que nada más entrar en el bar se encontraron con el cadáver. Junto a este, la que resultó ser el arma homicida: un extintor de unos 15 kilos de peso. Durante la inspección ocular, la Policía Científica recogió también una botella de cristal con la que el homicida parece que golpeó también a la víctima en la zona posterior de la cabeza.

Las cámaras estaban operativas

Lo que no podían imaginar los investigadores es que un local que llevaba varias semanas cerrado al público siguiera contando con cámaras de seguridad operativas. Y como descubrieron al visionar las grabaciones, la secuencia del macabro crimen había quedado inmortalizada con todo detalle. De hecho, la Policía se quedó perpleja al constatar que el asesino no se conformó con noquear a su amigo tras un primer ataque sorpresivo por la espalda, sino que después de hacerlo se fue moviendo por el recinto y cada vez que pasaba junto a la víctima cogía el extintor para seguir golpeándole la cabeza.

Gracias al vídeo, los agentes se dieron cuenta de que, en un momento dado, cuando le quedaba apenas un hilo de vida, José Carlos Pascual levantó la mano suplicando a Juan Andrés Gilgado que parara. Pero ni entonces se apiadó de su amigo, ya que tomó de nuevo el extintor y continuó con los golpes hasta que consideró que estaba muerto. Las imágenes prueban que aquella agonía se prolongó durante 17 minutos.

Al examinar el cadáver en la sala de autopsias del Instituto de Medicina Legal de Aragón, los forenses localizaron hasta 35 golpes en zonas vitales: siendo al menos 30 efectuados con el extintor.

La Fiscalía califica los hechos como un delito de asesinato y otro continuado de estafa, puesto que el encausado robó una tarjeta bancaria al fallecido para sacar dinero de su cuenta. Por el primero, en el que considera que concurre la atenuante de confesión, pide 23 años de prisión y por el segundo, otros tres. La acusación particular eleva la condena a 30 años. La defensa, de la que se ha hecho cargo el penalista José Luis Melguizo, propone la libre absolución del procesado.

Sacó 1.310 euros con la tarjeta de la víctima

Por incomprensible que resulte, Juan Andrés Gilgado habría asesinado a su amigo José Carlos Pascual por dinero. En concreto, por 1.310 euros, ya que esa fue la cantidad que logró retirar de varios cajeros automáticos de Calatayud utilizando la tarjeta que sustrajo a la víctima, a la que también obligó a darle el número PIN. Las grabaciones de las sucursales bancarias permitieron a la Policía seguir el rastro que fue dejando el presunto asesino y estafador. Nada más ejecutar el crimen, en la madrugada del 13 de agosto de 2021, el encausado se dirigió a un cajero de la plaza del Fuerte, donde extrajo los primeros 300 euros. Ese mismo día, ya por la tarde-noche, hizo otras dos retiradas de efectivo, consiguiendo otros 360 euros.

Entre los días 14 y 15, antes de entregarse en la comisaría de la Policía Nacional, Juan Andrés Gilgado intentó emplear la tarjeta otras 20 veces, pero solo logró sacar billetes en dos ocasiones.