La Policía refresca la memoria al acusado del crimen de Calatayud: “Nos dijo que se había cargado a un tío con un extintor”

Los agentes declaran en la Audiencia de Zaragoza que, tras matar a su amigo, regresó varias veces veces al local y se sentó en el sofá con el cadáver a sus pies

El acusado, Andrés Gilgado, durante el juicio que se celebra en la Audiencia de Zaragoza.
El acusado, Andrés Gilgado, durante el juicio que se celebra en la Audiencia de Zaragoza.
Guillermo Mestre

La amnesia de seis días esgrimida por Andrés Gilgado León para no recordar absolutamente nada de lo que hizo entre el 9 y el 15 de agosto de 2022, ni siquiera haber asesinado brutalmente a su amigo José Carlos Valtueña, ha sido desmontada este martes por la Policía Nacional. Los agentes que investigaron el caso han dado tantos detalles al jurado de lo que Gilgado hizo entre el 13 y el 14 de agosto y, sobre todo, de cómo lo hizo que, cuanto menos, han servido para cuestionar su testimonio.

El jefe de la comisaría de Calatayud e instructor del atestado, Marco Navarro, ha sido el primero en desmontar el olvido inicial que el acusado, en su declaración de este lunes en la Audiencia, afirmó tener cuando acudió a confesar el crimen a las 15.30 de aquel 15 de agosto. “He encontrado un muerto en el pub y creo que he podido ser yo”, aseguró que, entre “asustado” y “muy sorprendido” por el hallazgo, trasladó a los agentes aquel día.

Sin embargo, quienes lo recibieron en la comisaría escucharon de su boca algo bastante más preciso: “He matado a un tío con un extintor en el pub Blue Lion”.

Y así fue. Rápidamente se trasladaron con él hasta la discoteca de la calle Madre Puy y, en la zona de almacenaje, entre un botellero y un sofá, encontraron el cadáver de José Carlos Valtueña. Yacía cubierto parcialmente con una tela y un cartón que ocultaban su cabeza destrozada a golpes. En el sofá, el arma del crimen: un extintor de 14 kilos con restos de sangre. Y, en la misma habitación, un grabador que recogía las imágenes captadas por las 16 cámaras de seguridad instaladas en pub. En muy pocas horas los investigadores comprobarían cómo, cuando y quién había acabado con la vida de este vecino de Calatayud, de 52 años, que residía con su madre y tres hermanos.

La muerte se produjo exactamente entre las 3.58 y las 4.15 del 13 de agosto. Dos horas antes, sobre las 2.10, ambos amigos habían entrado al pub que Gilgado había regentado hasta hacía unos meses y sobre el que entonces había una orden de desahucio.

Los dos saltaron sin problema la valla de la cancela, de 1,80 metros de altura, y, ya con las llaves, accedieron al interior. En el almacén, charlando amigablemente y como dos colegas, se hicieron dos rayas de cocaína sobre el botellero y, tras esnifárselas, se marcharon.

Sobre las 3.24 regresaron y, en la misma actitud distendida y pacífica, repitieron la acción anterior. La única diferencia es que en el momento en que Jose Carlos Valtueña estaba inclinado sobre la superficie de la nevera y se disponía a inhalar la droga, Andrés Gilgado, descolgaba el extintor que había cerca de él y, por detrás, le asestaba un fortísimo golpe en la cabeza que lo dejaba noqueado.

"Le propinó un certero golpe que lo fulminó", ha detallado el agente que instruyó el segundo atestado y que visionó no solo las grabaciones del momento del crimen sino las de los dos días siguientes hasta que se entregó.

"El cuerpo cayó entre el sofá y la cámara frigorífica. Tras el primer golpe, dejó el extintor y cogió una botella pequeña y empezó a pegarle con ella. En las imágenes se ve que gesticula, le grita, le quita la cartera, saca la tarjeta de crédito y le vuelve a dar con la botella. Le quita los zapatos y los calcetines. Coge el extintor de nuevo, lo amenaza con él, le muestra la tarjeta y lo otra vez", ha contado. 

El amigo, mientras tanto, intentaba protegerse porque, tal y como ha añadido, se le vía alzar las manos y también cómo le agredía en los brazos. "Se ve que le habla y creemos que le está pidiendo el PIN y, cuando sospechamos que le da la clave, le vuelve a pegar y lo remata. Eso lo sabemos porque las piernas de la víctima se relajan". Aún así, las cámaras captaron cómo después de esta escena el acusado se dirige al cuarto de baño y, tras refrescarse, regresa al almacén y, a pesar de que el agredido ya no se movía, le vuelve a dar con el arma del crimen. 

En total, le asestó 30 golpes con el extintor y media docena con la botella. "Se ve claramente que lo estaba torturando, ensañándose con él para lograr la clave, que era lo que quería", han explicado los policías. De hecho, tras lavarse, cambiarse de camiseta y salir de pub le costó diez minutos llegar hasta un cajero de la plaza del Fuerte de Calatayud para sacar los primeros 300 euros de los 1.350 que conseguiría en total como botín, a costa de la vida de su amigo.  

Desde ese momento y hasta que se entregó, Gilgado regresó al pub varias veces más y estuvo sentado en el sofá, con el cuerpo de su amigo a los pies. El mismo día 13, sobre las 21.00 accedió al local y no salió hasta las 13.30 del 14. Sobre esa hora, fue a la pista de baile de la discoteca, cogió unas telas y se las puso a la víctima por la cabeza. "La tarde del domingo estuvo todo el tiempo en el sofá, con el cadáver", ha dicho uno de los policías. 

El acusado manifestó el lunes ante el jurado que iba drogado y alcoholizado mientras había hecho todo esto y, este martes, su madre ha mantenido que lo vio el 14 de agoto "perdido", queriendo decir con esa expresión que iba totalmente influenciado por las sustancias estupefacientes.

"Vino al mesón donde yo trabajaba, olía alcohol y estaba muy nervioso. Me pidió dinero y se lo di", ha contado. "Sabía que iba mal porque tiene totalmente prohibido beber alcohol y tiene problemas con las drogas", ha añadido. Andrés Gilgado se marchó de allí con 90 euros, 70 de su madre y 20 que le dio su hermano. 

Sin embargo, la Policía ha descrito que tanto en el pub como en los cajeros se desenvolvía normalmente, no se tambaleaba, no dudaba y todos sus movimientos eran muy tranquilos. "Y en esos dos días saltó la cancela de la puerta unas 10 o 12 veces. Estaba bastante ágil", ha afirmado el agente. 

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