urbanismo

Así imaginaban las plazas de Zaragoza hace 85 años

Un artículo de HERALDO de 1939 muestra un puñado de recreaciones de los "planes de reforma urbana". Algunos se hicieron realidad y otros no llegaron a cuajar.

Algunas de las recreaciones publicadas hace ahora 85 años.
Algunas de las recreaciones publicadas hace ahora 85 años. Las tres primeras son de la plaza del Pilar, las de abajo se corresponden con: la Magdalena, puerta del Carmen y San Roque.
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Con el evocador titular de ‘Zaragoza, en el porvenir’, en noviembre de 1939 HERALDO DE ARAGÓN publicaba "ocho perspectivas del futuro de la ciudad", según "los esquemas de plan de reforma urbana a estudio de los técnicos municipales". En aquellas recreaciones se identifican claramente algunas calles y plazas, pero otras resultan un tanto sorprendentes para el urbanismo actual.

Para ponerse en situación, hay que contar que –tras el desastre de la Guerra Civil– la población en aquellos años aumentaba exponencialmente (se alcanzaron los 238.600 habitantes, un incremento del 30% entre 1936 y 1940) y que el tráfico no suponía aún problema alguno. De hecho, apenas había 7.218 vehículos matriculados en la ciudad en 1940, si bien los arquitectos y urbanistas ya reservaban espacio a los coches porque se intuía que su papel iba a ser fundamental en los años venideros. La industria a orillas del Ebro comenzaba a desperezarse y, urbanísticamente, la ciudad afrontaba un momento crucial con el Plan General de Ensanche de 1934, que tan a fondo ha estudiado el arquitecto municipal Ramón Betrán. Son los años de la ordenación del entorno de Isabel la Católica, el proyecto de la Ciudad Universitaria, el inicio del cubrimiento del Huerva, la apuesta por ‘casas baratas’ de Secundino Zuazo, la prolongación de la Gran Vía...

Plaza de Salamero. Siempre ha dado mil quebraderos de cabeza. En 1939 se procuraba que ganara presencia la iglesia de Santiago.
Plaza de Salamero. Siempre ha dado mil quebraderos de cabeza. En 1939 se procuraba que ganara presencia la iglesia de Santiago.
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Hay que tener en cuenta que hacía nada, apenas dos años antes, se había creado San Vicente de Paúl (que obligó al derribo de 154 inmuebles y entonces se llamó calle de la Yedra) y que el icónico arco de SanRoque tenía los días contados: la vieja entrada al barrio de la Morería sería objeto de la piqueta en 1942. La ciudad se transformaba a velocidad del rayo en los años de posguerra y las plazas, como punto de encuentro de los zaragozanos, no podían permanecer ajenas.

¿Cómo se las imaginaban los arquitectos y urbanistas hace 85 años? Vistos los muy distintos proyectos, todos comparten la intención de ‘esponjar’ la ciudad a través de espacios amplios y generalmente ajardinados. Cierto es que en las recreaciones se ven pocos viandantes, pero sí asoma algún que otro tranvía y se descubren edificios hoy desaparecidos como puede ser la antigua ‘Universidad Literaria’ –así se conocía y su origen se remontaba al siglo XVI–, que estuvo en pie hasta 1973 y en cuyo solar se levantaría después el instituto Pedro de Luna. Algunos lectores reconocerán también la iglesia de Santiago, si bien en la información de HERALDO se habla del "templo de San Ildefonso", al que se le pretende dar más protagonismo mediante "el ensanche de la calle de la Biblioteca". Dos hileras de árboles custodiaban un bulevar, con inicio en la calle de Cinco de Marzo (Requeté Aragonés), en el espacio que hoy conocemos como plaza de Salamero –aún muchos la llaman ‘del Carbón’–, que ha sido objeto de una recentísima y controvertida reforma.

Plaza de Santa Cruz. El palacio de los Luna (sede del colegio de Arquitectos) aparece con las calles aún sin peatonalizar.
Plaza de Santa Cruz. El palacio de los Luna (sede del colegio de Arquitectos) aparece con las calles aún sin peatonalizar.
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Parecido sucede con la plaza de Santa Engracia, que ha sufrido mil y una transformaciones en el último siglo. Ya en 1908 se quiso que la zona fuera –a través de la calle de Joaquín Costa– una monumental puerta de entrada a la Exposición Hispano Francesa, pero las muchas callejuelas imbricadas de aquel entonces y las expropiaciones y derribos que conllevarían lo impidieron. La plaza, además, estaba a desnivel («en un hondo»), lo que provocó que durante décadas hubiera una barandilla y unas escaleras que la separaba del paseo de la Independencia. La falta de circulación rodada y la clara, a la par que movediza, arena del suelo la convertía en "un lugar de recreo y disfrute para los niños zaragozanos", según apuntaba José Blasco Ijazo, que fue cronista de la ciudad en los años 50. Los infantes solían "tirarse saltando la barrera de la barandilla central en lugar de bajar por las escalerillas de suave tramo". Entonces, muchos ciudadanos aún guardaban el recuerdo del Teatro Pignatelli, que lindaba con la iglesia, y que en la década de 1920 se ‘sustituyó’ por el edificio de Correos.

¿Otros puntos de interés? La plaza de España ya tenía su monumento a los Mártires pero con unos cuidados parterres y con la antigua fachada romántica de la Diputación Provincial, mientras que el Ayuntamiento trabajaba en "rellenar los huecos del varillaje" del abanico que se abría en Zaragoza una vez cruzado el Ebro. Eso sí, el escepticismo y el somardismo eran los mismos ahora que antes, pues también se apunta en las noticias de 1939 que "cualquiera sabe quién verá terminada estas grandes reformas...".

Algunos rincones en detalle

La plaza del Pilar. Ya en 1936 Regino Borobio diseñó la que habría de llamarse «Gran Plaza de Nuestra Señora del Pilar» entre las Murallas y la Seo. Cuentan los exégetas que Zaragoza, durante el mandato de Antonio Parellada (1937), aspiraba a ser la capital de la España nacional, como Salamanca o Burgos, y para ello ideó una gran espacio para honrar a la Patrona de la Hispanidad.

La trasera de Santa Engracia. En 1925 Miguel Ángel Navarro ya planteaba la urbanización de la zona de Miraflores en que lo era la trasera de Santa Engracia (de donde surgirían arterias como Sagasta –entonces, paseo de Torrero–, el Camino de la Torres y la avenida de San José) y también del área que se conocía como Miralbueno, que hoy se corresponde con la plaza de San Francisco y se prolonga hasta la carretera de Madrid.

El barrio de la Morería. En septiembre de 1942 la piqueta municipal derribó el arco de San Roque que servía de entrada al barrio de la Morería, una zona –entonces muy angosta– que hoy se delimitaría entre el Coso, la plaza de Salamero y César Augusto.

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