ARQUITECTURA

La 'reserva' neomudéjar de la calle San Vicente de Paúl de Zaragoza

En la céntrica calle, abierta en la década de 1940, hay una treintena de edificios catalogados con una estética singular en la que predomina el ladrillo.

Algunos de los torreones y chaflanes de San Vicente de Paúl.
Algunos de los torreones y chaflanes de San Vicente de Paúl.
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El edificio de Correos en el paseo de la Independencia es el paradigma de la arquitectura neomudéjar. Sin embargo, en Zaragoza hay mucho más ejemplos de una estética que ennoblece el ladrillo y su lenguaje y que quizá no sean tan conocidos. La calle de San Vicente de Paúl podría considerarse el epicentro, pues en apenas 550 metros hay hasta 30 inmuebles catalogados, muchos de ellos por su belleza regionalista y neomudéjar.

San Vicente de Paúl resulta de lo más curiosa porque es una calle relativamente nueva (se abrió en la década de 1940) pero cuenta con una fisionomía que se antoja antigua. Quizá sea por la vocación historicista de muchas de sus construcciones, que pueden pasar desapercibidas pero que bien merecen una mirada queda a sus portadas, aleros, patios…

El característico ladrillo de las viviendas de esta zona del Casco.
El característico ladrillo de las viviendas de esta zona del Casco.
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El trazado de la calle responde a la vieja ambición zaragozana de conectar el Coso con el río. De hecho, si se ve un plano o se intuye el recorrido de la vía a vista de pájaro llama la atención lo rectísima que es en relación al enjambre de callejuelas que la circundan. Su diseño tiene sus orígenes en el ambicioso Plan de Reforma Interior de 1939 ideado por Borobio y Beltrán. Para crear San Vicente de Paúl hubo que derribar hasta 154 edificios y eliminar una veintena de callejuelas enrevesadas, que respondían al nombre de Cíngulo, Chantre, Laberinto o Sartén. También las plaza de la Cebada y de la Leña sucumbieron consecuencia de estos planes que regulaba la apertura y prolongación de la calle de la Yedra, que era como antiguamente se llamaba San Vicente de Paúl.

El proyecto para abrir San Vicente de Paúl a finales de los años 30.
El proyecto para abrir San Vicente de Paúl a principios de los años 30.
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El caso es que en la época estaba de moda revisitar la arquitectura regionalista y es lo que hicieron algunos de los urbanistas que levantaron la nueva calle. Cuentan los responsables de la empres de dinamización turística Gozarte que "alguien propuso crear un barrio aragonés con sus elementos más singulares a la manera de lo que se había hecho unos años antes en el barrio de Santa Cruz de Sevilla o en el barrio gótico de Barcelona, pero no se llegó a hacer". Lo que sí prosperó es que se dieran unas normas o instrucciones "para que los edificios tuvieran un cierto carácter y por eso hay tantas casas con decoración". Por lo que se ve dando un paseo por San Vicente de Paúl, los urbanistas y arquitectos priorizaron los aleros de madera y los torreones de ladrillo, que en las fachadas juega con curiosas disposiciones creando diseños.

Los torreones de ladrillo en chaflán son muy típicos de la calle.
Los torreones de ladrillo en chaflán son muy típicos de la calle.
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La dignidad del ladrillo

Algunas de las construcciones más singulares aparecen glosadas en el fantástico libro ‘La arquitectura neomudéjar en Aragón’, de las doctoras María Pilar Biel y Ascensión Fernández, que editó Rolde y la Institución Fernando el Católico hace unos años. En esta publicación, con fotos de Carlos Colás, las autoras explican que el ladrillo es un material digno, no menor como algunos consideran, y defienden que el neomudéjar no es un pastiche ni un estilo kistch, sino que posee valores arquitectónicos propios y responde "a la época en la que se dio, desde 1880 hasta la década de los 50". 

Algunos detalles constructivos de los edificios de San Vicente de Paúl.
Algunos detalles constructivos de los edificios de San Vicente de Paúl.
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Biel y Fernández citan a insignes arquitectos de la talla de Regino Borobio, Félix Navarro, Ricardo Magdalena o Miguel Ángel Navarro como ejemplos de profesionales que recuperaron una estética, que puede verse también en la Academia General Militar, en la cárcel de Torrero, la Feria de Muestras o en la escalinata del paseo del Óvalo de Teruel. Así como en la provincia de Huesca es raro encontrar ejemplos neomudéjares, en la de Zaragoza abundan como demuestran los barrios rurales con la destacada iglesia de Nuestra Señora del Coro de los Ángeles en Peñaflor.

De vuelta al Casco Histórico zaragozano, en San Vicente de Paúl es obligado hablar del palacio de Palafox, del Conservatorio de Música o del edificio del mercado, recientemente restaurado. Sin embargo, curiosas resultan también otras construcciones como el edificio Roche Naval, en el número 5, en cuya obra en 1946 Regino Borobio empleó un estilo de inspiración mudéjar perceptible en su monumental cerramiento en chaflán con un torreón de ladrillo.

Los planos originales del colegio de los Maristas.
Los planos originales del colegio de los Maristas.
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El antiguo colegio de los Maristas es otro bello botón de muestra (en la calle llegó a haber tres centros educativos, éste está en el número 13), que se levantó en 1943 y tiene fachadas también en San Jorge y San Lorenzo. En este caso -es cierto- la inspiración es más renacentista (basta ver la cúpula o la escalera imperial del interior), pero el ladrillo le sirve de remate con una original disposición. Por cierto, la hornacina actualmente vacía (desde que lo compró el Gobierno de Aragón en 1981) solía albergar una imagen de la Virgen del Pilar, que era la titular del colegio.

¿Más edificios interesantes? Prácticamente vale la pena echar un vistazo a todos los números, muchos de los cuales -por cierto- cuentan con refugios antiaéreos en sus sótanos que hoy se utilizan a modo de trastero o almacén. Es el caso de la casas del arquitecto Antonio Lalana Franco, en el número 9 y en el 34, que son bloques de viviendas historicistas construidos en los años 40. También, el colegio de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl (conocido como las Paulas), que fue erigido por Teodoro Ríos con elementos inspirados en la contigua Casa Palafox. Sus aleros de hormigón con pinturas decorativas y la cerrajería artística de los balcones lo convierten en uno de los más destacados de la calle.

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