ARQUITECTURA

La joya neomudéjar de tres fachadas que inicia una ambiciosa reforma en el corazón de Zaragoza

El edificio de Correos del paseo de la Independencia será por fin accesible en unos meses. Ayer comenzó a abrirse hueco para un futuro ascensor.

La esquina del edificio de Correos, vista desde la plaza de Santa Engracia.
La esquina del edificio de Correos, vista desde la plaza de Santa Engracia.
Heraldo

Es uno de los edificios más singulares del paseo de la Independencia de Zaragoza. A los turistas les llama la atención su torreón y quedan fascinados por su claraboya si se deciden a entrar dentro. Los oriundos también tienen decenas de fotos junto a los buzones-leones y a la fachada neomudéjar, que en pocos días se verá cubierta de lonas y andamios para facilitar unas obras con las que mejorar la accesibilidad. El edificio de Correos y de Telégrafos, que data de 1926, es una joya del patrimonio zaragozano que emprende una ambiciosa reforma.

Este martes los buzones ya aparecían precintados, pero la escalera principal y el vestíbulo aún recibían visitas. En pocas semanas ya habrá que ir a la parte trasera porque, precisamente, lo que se va a eliminar son esos peldaños incómodos que impedían la "accesibilidad universal" de la oficina principal. "A esta supresión de barreras arquitectónicas se añade la renovación de la planta baja y parte de la primera, y actualizará instalaciones para mejorar la eficiencia energética", explican desde Correos, que va a invertir unos 435.000 euros en los trabajos de remodelación.

La información de HERALDO en octubre de 1926 con el estreno de la nueva sede.
La información de HERALDO en octubre de 1926 con el estreno de la nueva sede de Correos.
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Por descontado, al ser un edificio protegido, todos los planes de reforma han tenido que recibir el visto bueno de la comisión provincial de Patrimonio, que vela para que el nuevo ascensor no altere el aspecto del inmueble, como ya hizo -por ejemplo- con la rampa anexa que se construyó para salvar las escaleras del Paraninfo. Las fachadas, el patio, la caja de escaleras, los zaguanes, la carpintería y la cerrajería son los elementos protegidos de un edificio más que singular por su "exterior de estética historicista de carácter neomudéjar". 

La primera fase de los trabajos han comenzado con prospecciones en la zona izquierda de la planta baja donde está previsto que se instale un ascensor de 630 kilos adaptado para personas con movilidad reducida. De momento, y hasta que pase la Navidad, los usuarios seguirán entrando por Independencia, 33 y podrán hacer uso de todos los servicios en las mismas condiciones que hasta la fecha. Ya en una segunda fase de obras, que se presume para enero o febrero, habrá que dirigirse a la entrada de Tomás Castellano, la más próxima a la plaza de Santa Engracia. 

Los buzones-leones ya han sido clausurados, pero se puede usar otro colocado al lado.
Los buzones-leones ya han sido clausurados, pero se puede usar otro colocado al lado.
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Comentan desde Correos que las obras tenían que iniciarse antes de que finalizara el año para no perder la licencia urbanística y que, en un principio, se planteó que pudiera suspenderse la actividad en las oficinas, pero que se juzgó que las obras y la atención al público eran compatibles. Está previsto que los trabajos finalicen en la primavera del año que viene, pero ya se sabe que cuando se habla de obras de envergadura los plazos hay que cogerlos con pinzas.

El edificio, que ahora perderá sus barreras arquitectónicas y cambiará la puerta de entrada, está a punto de cumplir los cien años y tiene muchos rasgos que se han convertido casi en símbolos de la ciudad. La sede postal se levantó entre los años 1921 y 1926, según un proyecto realizado por el arquitecto madrileño Antonio Rubio Marín. Se levanta sobre los porches del paseo y en el solar que ocupaba hasta 1915 el mítico Teatro Pignatelli. 

La accesibilidad al edificio siempre había sido un problema.
La accesibilidad al edificio siempre había sido un problema.
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Una de sus características principales es que tiene fachada a tres calles, la principal a Independencia, la lateral a Santa Engracia y la posterior a la calle Tomás Castellano. Las fichas de Patrimonio indican que la primera "presenta una composición simétrica con un cuerpo central de tres vanos verticales y paños con profusa decoración de ladrillo resaltado en la más pura tradición neomudéjar". Y añade: "La fachada de la plaza de Santa Engracia resulta más sobria y homogénea, con una composición horizontal de vanos en sus cinco niveles, que remata una galería de arcos de medio punto".

Cuentan que la sede original de Correos, a principios del siglo XIX, se ubicaba entre las calles Refugio, Don Jaime I y San Jorge, pero con la expansión de la ciudad, Antonio Rubio y Marín proyectó este edificio con ciertas influencias también medievales.

El interior experimentó una reforma en la década de  1980, cuando se sacó nuevo brillo a la escalera principal y al amplio espacio con un reloj en el centro, sobre el que una vidriera de colores tiñe el sol a su paso. Una escalera de madera y adornada al detalle da acceso a la galería de la segunda planta, lo que en un inicio fuesen las viviendas de algunos trabajadores de Correos y de Telégrafos.

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