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Nueva luz para uno de los chalés históricos más bellos de Zaragoza
Avanzan los trabajos para rehabilitar la vivienda casi centenaria del chaflán de Ram de Viú. A pocos metros del parque Grande hay otras ‘casitas’ de gran belleza e interés.
En el agradable paseo por las calles de Santa Teresa, Luis Vives y Mariano Supervía, el viandante se topa con una docena de chalés con bellas paredes de piedra engullidas por la hiedra. La mayoría de estas casas se construyeron a finales de la década 1920 en lo que entonces eran las afueras de Zaragoza. Hoy, sin embargo, se ha convertido en una zona residencial idílica a pocos metros del parque Grande.
Justo en la esquina con Ram de Viú con Bruno Solano se erige una distinguida construcción que, después de unos años en los que parecía caída en el olvido, está siendo rehabilitada. Hace semanas que su estructura se ha llenado de andamios y los operarios se afanan en afianzar los porches, restaurar la torre, arreglar la balaustrada… "Se trata de una rehabilitación integral. Hubiese sido mucho más fácil tirar todo abajo y construir nuevo, pero perderíamos todos un edificio digno de conservar", explican fuentes cercanas a la obra, que añaden que se trata de una casa diseñada por el insigne arquitecto Miguel Ángel Navarro, el mismo autor del Colegio Joaquín Costa o las torres de la fachada norte del Pilar.
Levantado en 1926, el chalé cuenta con tres plantas y una superficie construida que ronda los 400 metros cuadrados. Al hacer chaflán es uno de los más icónicos del barrio, si bien los cuatro o cinco que están en esa pequeña manzana comprendida entre Supervía, Ram de Viú y Bruno Solano presentan características muy similares. Del que nos ocupa destaca la torre con los arquillos y el alero que lejanamente puede evocar al del Paraninfo. Aunque los arquitectos discuten acerca de su estilo parece haber consenso en la amplia y abstracta etiqueta de "regionalista ecléctico".
El 37 de Ram de Viú no está catalogado en sí mismo como Bien de Interés Cultural -a pesar de sus muchos méritos-, pero al estar incluido en un entorno que sí cuenta con protección, el proyecto de reforma ha tenido que obtener el visto bueno de la Dirección General de Patrimonio. Esta zona de la ciudad, salvo lamentables excepciones, ha conseguido evitar la cruenta piqueta en las últimas décadas y se beneficia de que el entorno es considerado ‘conjunto de interés’, dado que cruzando la calle están las denominadas Casas Baratas de Miralbueno, en las que proliferan edificios familiares de carácter exento, de no más de tres altura y con jardín interior.
El proyecto de rehabilitación emprendido en Ram de Viú es hasta tal punto ambicioso, que los propietarios quieren hacer del chalé una casa eficiente. En el interior, y aunque se llevan ya cuatro meses de trabajo, todavía queda mucho por hacer para que la vivienda recupere su brillo original. "El exterior de la casa nos hace a todos soñar e imaginar un interior de ensueño modernista de la época, pero desafortunadamente la casa necesitaba una renovación integral", por lo que no hay escaleras palaciegas, majestuosos vidrieras o un 'hall' de entrada que quite el hipo.
"Es una alegría que se esté arreglando la casa porque es preciosa y forma parte del paisaje del barrio", dice Pilar Montoya, vecina del entorno de Fernando el Católico. Para ella y sus amigas este chalé rivaliza en belleza con el de Supervía 54 y lo cierto es que ambos presentan elementos muy parecidos: el torreón, las cubiertas, los zócalos ornamentales y -casi- hasta la vegetación con hiedra, pinos y alguna palmera. "A veces, cuando una de estas casas queda desocupada te imaginas lo peor, porque ya en tiempo vimos cómo tiraban algunos de estos chalés tan elegantes", afirma Marisol Agúndez, que encuentra cierta semejanza en las construcciones de esta zona de la ciudad con algunas de la Ciudad Jardín del barrio de Las Delicias.
Agúndez recuerda que en la calle de Santa Teresa existió hasta 1995 un chalet construido en los años 30 del pasado siglo que, tras no pocas protestas vecinales, fue víctima de la piqueta. Más de dos años se extendió la controversia, dado que Patrimonio prohibió la demolición pero Urbanismo autorizó el derribo: "Al final, nos quedamos sin un edificio histórico bien bonito porque dijeron que no reunía valores especiales para justificar su conservación. Pero, ¿cuántas de estas casas quedan en Zaragoza? ¿Una docena? Yo creo que le da más identidad y personalidad a la ciudad que cualquier construcción nueva". El llorado chalé racionalista que se demolió fue durante años el hogar del catedrático de Lengua José Manuel Blecua, pero ni siquiera esa referencia ni la oposición del Colegio de Arquitectos logró que se le conmutara la pena.
Aquella vivienda era obra del arquitecto Secundino Zuazo Ugalde (en su día Premio Nacional de Arquitectura), cuya huella está muy presente en toda esta zona de la ciudad, dado que fue uno de los principales proyectistas del ‘Ensanche y Reforma Interior de Zaragoza’ de 1928. El otro fue Miguel Ángel Navarro, responsable en último término de la ordenación y urbanización de todos estos terrenos, circundados por el Huerva, allá por 1925. A la par que Navarro levantaba esta tipología de chalés, el arquitecto redactó por encargo del Ayuntamiento de Zaragoza un proyecto para alargar el paseo de la Independencia hasta llegar al Ebro. La Guerra Civil truncó estas iniciativas que hubieran cambiado la faz de la ciudad, en la línea que llevaba Cerdán en Barcelona.
Las fichas de Patrimonio se centran en el conjunto histórico de las Casas Baratas -que fue declarado BIC en 2002-, de las que se dice que "conceptualmente son casas de sencilla construcción, integradas dentro de los planteamientos racionalistas, con un tratamiento en fachadas de acusado populismo". En contraposición, el valor de los chalés de Ram de Viú radica en que son un tipo de construcción más señorial, que "enlazan los proyectos de la tipología de ciudad jardín lineal". Es un diseño muy elaborado que da testimonio de una época y que es cada vez más escaso en el entramado urbano. Los chalés vecinos, los de los números 33 o 35, también resultan de lo más distinguido y lucen ladrillo visto, zócalos ornamentales y algunas arquerías. No responde a una estricta simetría, pero sí se ordenan a través de un eje central formado por un pórtico.
El del portal 37, de cuya rehabilitación según la licencia de obras concedida por el área de Urbanismo se hace cargo el arquitecto José Benito del Valle Muniesa, destaca por su fachada enfoscada y su pérgola en la superior, que incluso ha sido objeto de algunas recreaciones como las que firma el ilustrador Alfredo Scaglioni en su ‘Zaragoza a lápiz’.
"Más que la calidad artística del edificio, lo importante es que forma parte de la memoria urbana de la ciudad", afirma la historiadora María Ángeles Perales, que recuerda cómo Zaragoza en los 90 perdió numerosos chalés como los de la Casa Ostalé, en el paseo de Ruiseñores, o la Casa de la Paz, en Sagasta. El hecho de que algunas de estas casas hayan quedado encajonadas entre edificios de varias plantas o supongan una rareza aislada, "invita más a conservarlos, para no perder el contexto y nos quedemos sin historia en la ciudad".
