Los veladores expedientados por infringir la ordenanza alegan contra las sanciones

Cafés y Bares presenta un escrito conjunto en nombre de 60 asociados.

Sonómetro digital instalado en una de las terrazas cubiertas del Maremoto, en Cesáreo Alierta
Sonómetro digital instalado en una de las terrazas cubiertas del Maremoto, en Cesáreo Alierta
Toni Galán

Los bares propuestos para sanción por incumplir la nueva ordenanza de veladores han presentado alegaciones para evitar multas que parten de los 300 euros. La Asociación de Empresarios de Cafés y Bares de Zaragoza y Provincia cree tener "argumentos jurídicos y de contexto suficientes" para que los expedientes terminen archivándose, ya que la mayoría, según explicó su gerente, Luis Femia, corresponden a "actas emitidas entre finales de agosto y principios de septiembre al hilo de la campaña informativa "desarrollada por el Ayuntamiento de Zaragoza.

La concejala de Movilidad y Servicios Públicos, Natalia Chueca, cifró en 210 los procedimientos abiertos por infracciones a negocios de hostelería que no tenían delimitado el perímetro de sus terrazas, no habían puesto su licencia "en un lugar visible desde la calle" o carecían de sonómetro, una herramienta obligatoria únicamente para aquellas que superan los 25 metros cuadrados. No obstante, desde Cafés y Bares han presentado alegaciones conjuntas "en nombre de 60 socios".

El colectivo no entiende que el Consistorio hablase primero de un periodo de adaptación y respondiese después con expedientes sancionadores, una cuestión que ha tenido oportunidad de trasladar a la propia concejala en una reunión mantenida a finales de noviembre. "Las nuevas licencias no terminaron de repartirse hasta mediados o finales de julio. No habían tenido tiempo material para adaptarse", aseguró el gerente de Cafés y Bares.

La Asociación de Veladores se ha topado con el mismo problema. "A todo aquel que llama le decimos que presente alegaciones. Hay muchos aspectos de la normativa que no quedan claros", dijo su presidente, Francisco Montaner. 

El grueso de los incumplimientos, destacó Femia, obedecen a cuestiones "formales" que "no afectan al descanso vecinal" y no se deben a excesos horarios o a la ocupación de una mayor superficie a la autorizada, un escenario que, de producirse, "sí habría que abordar con rigurosidad y preocupación". "No nos oponemos a que se sancione. Somos los primeros que queremos que la gente cumpla la ordenanza, ya que el que no lo hace genera una competencia desleal, pero hay que tener en cuenta el contexto. Quien sea sorprendido ahora saltándose la norma ha tenido tiempo suficiente para adaptarse, pero en este caso no era así. Para acotar las terrazas, muchos tuvieron que recurrir a los técnicos que les hicieron los planos, y hasta que estos no volvieron de vacaciones les fue imposible tener todo en orden", agregó.

Una de las novedades que más dudas y quebraderos de cabeza está generando son los sonómetros. "Muchos lo tenían ya comprado en verano, pero no lo habían instalado a la espera de que los inspectores les dijeran dónde y cómo hacerlo. Esas preguntas no fueron respondidas y, para colmo, se terminó sancionando a los empresarios", expuso el gerente de Cafés y Bares, que ve en esta medida una cuestión puramente "estética", ya que "no permite discernir si el ruido procede de los clientes o del exterior". "Lo que se nos trasladó es que tiene un carácter preventivo y que cuando se superan los niveles es el hostelero quien tiene que pedir a la gente que baje la voz. Pero dicho esto, al venir recogido en la norma hay que cumplir", remarcó.

A esto hay que añadir las dificultades técnicas que plantea la ordenanza municipal, en vigor desde el pasado 1 de enero. "Para tener el sonómetro en la terraza se necesita una toma de luz, pero no te permiten sacar un cable a la calle. Entonces, ¿dónde lo colocas?La mayoría lo han comprado y lo tienen en la puerta del establecimiento o, directamente, en el interior", indicó Montaner.

Con las marcas que limitan la superficie de las terrazas, en cambio, parece estar habiendo menos problemas, ya que, aunque inicialmente costó, la mayoría las tienen ya pintadas. Toda esta polémica se analizará, previsiblemente, en la próxima mesa del ruido, que se convocará, según dijo Chueca, antes de Navidad.

"Dejé todo hecho, pero al volver de vacaciones vi la multa"

Jesús Ortiz, dueño del Maremoto, en Cesáreo Alierta, quiso dejar hechas todas las adaptaciones recogidas en la nueva ordenanza de veladores antes de irse de vacaciones, pero al volver se encontró con una desagradable sorpresa: una multa de 300 euros por no tener instalado un sonómetro en su terraza, de más de 25 metros cuadrados. "Fui de los primeros en pintar las marcas en el suelo, y tenía comprado el aparato. Me costó 120 euros, pero nadie me había explicado dónde había que ponerlo y esperé pensando que los técnicos me resolverían las dudas", expuso.

Él es uno de los hosteleros que han presentado alegaciones. "Creo que tengo motivos para ganar, y más yendo de la mano de Cafés y Bares. Podría haberme acogido al descuento por pronto pago, que habría dejado la multa en 150 euros, pero considero que lo he hecho todo bien", señaló. Mientras, el sonómetro –ya en su sitio– notifica desde hace semanas los decibelios de las conversaciones de sus clientes. "El problema es que tampoco sabemos muy bien qué finalidad tiene. Solo con dar una palmada cerca se superan los niveles permitidos", indicó.

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