Zaragoza celebrará por primera vez un ritual japonés en torno al fuego
Una docena de artistas preparan para la noche del sábado en el Museo del Fuego un espectáculo con danza butoh, percusión nipona, música y 'videomapping'.
El cartel anunciador da alguna pista, pero el espectáculo sigue siendo un misterio. El sábado, a las 22.00, se reunirán en el Museo del Fuego de Zaragoza una pléyade de artistas dispuestos a celebrar el solsticio de una manera -cuanto menos- peculiar. Dejando a un lado las tradicionales hogueras de San Juan, músicos, bailarines, ‘performers’ y rapsodas aspiran a emular el ritual tradicional japonés Hi Matsuri en una noche que no dejará de ser mágica ni desconcertante.
“Se trata de conectar el arte contemporáneo con el elemento del fuego a través de diferentes lenguajes artísticos. Recrearemos esta tradición milenaria japonesa, equivalente a la noche de San Juan, donde el fuego purifica quemando todo lo negativo y lo no deseado”, explican los organizadores de un espectáculo que se inserta en la programación de la Noche en Blanco. Antonio Ríos será el director de ‘Danza y voces del fuego’, que mostrará alrededor de las llamas diferentes artes escénicas japonesas como la danza butoh, la percusión taiko o el sonido de la flauta ‘sakuhachi’. Cuentan que el Hi Matsuri se celebra en Kyoto con el objetivo de “abandonar los malos espíritus y atraer a las deidades de las montañas” y con esta intención -y sin antorchas pero con un pebetero- se juntarán una docena de artistas como las virtuosas de la viola Pilar Almalé y Teresa Martín; Carlos Díez, que toca el 'sakuhachi' y ha fabricado las máscaras y las tablillas para la representación, o los bailarines Isabel Romeo y Gonzalo Catalinas.
A este último se le debe la fértil conexión entre Aragón y Japón, dado que hace casi veinte años que comenzó a transitar el “camino de crecimiento personal” que considera el butoh. Catalinas mantiene un laboratorio transdisciplinar de esta tipo de danza en el centro Luis Buñuel y ha ofrecido también talleres por Alemania, Italia o Turquía. “El butoh surge en Japón al final de la Segunda Guerra Mundial en respuesta a la crisis de identidad que suponen los bombardeos de Hiroshima y Nagaski”, explica sobre un arte en el que se suelen ver movimientos espasmódicos y rostros maquillados de blanco. “Hay que ponerse en la piel del pueblo japonés de la época: los estadounidenses se apropiaban de sus costumbres, el emperador que se creía divino claudicaba… Se abría una época difícil”, cuenta Catalinas.
Así surgió un arte de vanguardia que se pregunta sobre la existencia y que es “una meditación expresiva en la que uno se libera y se reúne con su potencial”. Catalinas pasó más de trece años investigando el butoh por el que sintió una inopinada atracción por ser algo desconocido, “que no tenía ningún reparo para acercarse a la locura, a la fealdad y a otros aspectos que parecen más limitados en el arte académico”. Así, esta técnica “amplía límites, garantiza crecimiento ilimitado y permite abrazar muchos tipos de belleza”, concluye. El artista oscense, que ha trabajado en compañías como Dies Irae, Ana Continente y Romperlanzas, creó la primera escuela de clases estables de técnica teatral de danza japonesa en Huesca, a pesar de que “no se puede hacer del butoh una enseñanza cerrada porque se trata de una forma de deconstrucción personal a través del cuerpo”.
Tablillas a la hoguera
A medio camino entre el teatro de vanguardia y la performance, en el espectáculo ‘Danza y voces del fuego’ se vertebra en torno al butoh, la percusión japonesa (con tambores llegados de Barcelona y Madrid) y la narración del rapsoda Luis Trébol. también jugarán un papel importante el videomapping que corre a cargo de Yaguar Visual y el maquillaje de todos los intérpretes, tarea de las que se responsabiliza Ángel Laín. “En el ritual japonés, los hombres del pueblo desfilan con antorchas al ritmo de los taikos, por lo que la percusión también es fundamental”. Allá, a miles de kilómetros, el fuego también tiene un poder purificador y, de hecho, quienes participan en el Hi Matsuri lanzan tablillas a una hoguera en las que previamente han escrito sus pesares. “No se trata solamente de dejar atrás lo negativo, sino de prepararse para recibir una nueva energía”, explican.
Recuerda esta tradición a lo que se hace con los papelitos repletos de deseos que en San Juan se echan al fuego, si bien en el país nipón la fiesta se celebra el 22 de octubre y no en junio. “Los asistentes suelen escribir en una tablita de madera todo aquello que desean dejar atrás. El maestro de ceremonias enciende el fuego, que es el que transmutará la energía negativa en positiva, y el sonido de los tambores hace que el humo se eleve al cielo junto a nuestras energías”, narran sobre una experiencia que será "reinterpretada" el sábado en Zaragoza.
La cita es a las 22.00 y con entrada gratuita, si bien es preciso inscribirse antes o hacer una reserva llamando al 976724262. Los ensayos y preparativos ya están en marcha, en un recinto, el Museo del Fuego y los Bomberos, que justo hoy se viste de largo con la presentación de las actividades previstas para conmemorar su décimo aniversario. Es precisamente el director de Museo, Carlos Gracia, quien ha dado cauce a la producción y, además, hará también las veces de regidor de la representación. El cartel de la sugerente propuesta es obra de Nacho Arantegui, con quien Catalinas y otros artistas han participado ya en numerosos 'bolos' como los que se dan en el centro de interpretación de La Alfranca o en las veladas nocturnas y artísticas en las riberas de Utebo promovidas por la asociación Trarutan. La percusión del espectáculo de este sábado corre a cargo de Isabel Romeo, Barcelona Taiko y Antonio Ríos, que serán quienes marquen la pauta de todo lo que va sucediendo en la segunda noche más corta del año.
