música

La increíble historia de Gustavo Giménez y su Coro Experimental para Espíritus Audaces

El zaragozano explora las capacidades comunicativas de la voz en una iniciativa que tiene la curiosidad y la inclusión como banderas.

Gustavo Giménez, en plena introspección escénica.
Gustavo Giménez, en plena introspección escénica.
Pilar Escoda

El zaragozano Gustavo Giménez es un ‘performer’ vocal, más que un cantante, y no se ofendan los que tampoco llaman balompedistas a los futbolistas. El ‘palabro’ sajón define con mayor amplitud a quien además de armonizar un canto exploran las posibilidades de su caja torácica, pulmones y cuerdas vocales. Autor de dos discos, dirige desde hace unos años el Coro Experimental para Espíritus Audaces, que ha venido desarrollándose en Harinera ZGZ y que ahora ultima la búsqueda de un nuevo acomodo para pasar de la audacia a la odisea sin caer en la temeridad, decidiendo en el camino si escuchar a las sirenas de Circe (o convertirse en ellas) es más divertido que peligroso.

“Hace unos años actué con el grupo de danza inclusiva Pares Sueltos para un evento de juventud, y al acabar me propusieron la realización de un taller. Llevaba la idea de armar un coro experimental, incluso extraño –ríe– y me animé. El tema comenzó como Coro Experimental para Jóvenes Audaces, pero dejábamos fuera gente mayor interesada por esta limitación de edad, y acabé presentando un proyecto en La Harinera para incluir a todo el mundo”.

Giménez explica que “no quería hacer una mera actividad, sino una tanda de sesiones encaminadas a una muestra concreta, una ‘performance’ o como quieras llamarlo. Las tandas de la Harinera tenían un modelo y unas dinámicas que he llevado a ciclos y festivales, desde encuentros de arte sonoro a experiencias de carácter experimental, siempre dentro de un perfil comunitario. La próxima cita será en Valencia, la primera semana de marzo, con el foco en gente de edad avanzada”.

Este coro no excluye a nadie. “No es clave llegar con una formación musical reglada, aunque se aprecie; suele venir gente del ámbito escénico, pero también de otras disciplinas. Yo tampoco ejerzo una dirección al uso; doy puntos de apoyo, y cada dinámica se convierte en un obra, una pieza en sí misma. Cada pieza la dirige una persona, y ahí yo paso a integrarme en el coro como uno más; manejamos conceptos musicales, pero también hay inspiración filosófica, que es mi formación, o sociológica… por ejemplo, aplico la teoría de la acción comunicativa de Habermas, de manera que el mundo que nos rodea no es susceptible de ser conocido, sino interpretado mediante patrones culturales y, sobre todo, lingüísticos. Los dadaístas también tenían muchos juegos creativos útiles”.

¿Cantas mal? Pues muy bien

Giménez recalca que “en los coros experimentales no es capital alguien que cante muy bien; de hecho, alguien que cante mal puede tener su solo y hacer algo espectacular. Hemos hecho grupo, la verdad; durante la pandemia, con la exigencia de la distancia social, ha sido un problema no poder acercar el oído a la voz de los demás, pero por suerte estamos saliendo poco a poco de todo esto. En esfuerzos futuros quiero traer a Zaragoza gente interesante a nivel nacional e internacional para encuentros y talleres, ojalá pueda ser pronto”.

El zaragozano ha arropado con sus creaciones proyectos teatrales (con el desaparecido Santiago Meléndez), danza (con Teresa Magallón o Elisa Sbaragli), ‘happenings’ (con Nacho Arantegui) o documentales, además de actuar en festivales como el Arte Baracche Musica e Lanterne en Milán o Les Poésiques en Borce y Etsaut (Pirineo francés); ha recorrido España en festivales y encuentros especializados (Cosmopoética, el Festival Urogallo de Poesía Expandida, el Vociferio de Valencia) y ha participado en el último campeonato nacional de Slam Poetry. Es autor del álbum de psicodelia vocal ‘ORA’ y de ‘El camino del lobo y la rata’ (junto a Marwan Nasser), premio Etopia-Aragón 2019 de Músicas Arriesgadas y Experimentales y premio Marcelino Orbés 2021 a mejor número de circo aragonés por ‘Imparto sonoro’.

El año de Giménez se presenta interesante. “Quiero volver a salir a la carretera, cerca y lejos, y seguir aprendiendo. Demetrio Stratos siempre ha sido una referencia; recientemente pude hacer una formación con la salmantina Fátima Miranda, y fue una experiencia increíble. Ahora estoy disfrutando unos talleres de improvisación vocal con Anna Laan en Etopia. También organizo un Festival en Pontevedra junto a Iván Gulín y Anuk Leandro: se llama Nossomosson, Encuentro de Voz, Sonido y Vibración. Aún no pienso en un nuevo disco, pero quiero dar una vuelta a la idea, irme por otro lado que probablemente será menos musical; busco cambiar mi manera de escuchar”.

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