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Los ocho 'compañeros' caninos de los Bomberos de Zaragoza

Esta unidad de rescate del Cuerpo es la única de Aragón, y de las pocas a nivel nacional, que cuenta con las tres especialidades de búsqueda de cadáveres, rastro y escombros y grandes áreas. Los perros viven en casa de siete bomberos y guías como una mascota más.

Kumba e India, dos perras labradoras retriever de color negro de cuatro años, se han criado como quien dice juntas. Aunque cada una vive con sus dueños -Rubén Merenciano y Pablo Monsalve-, ambas trabajan en un tándem en la búsqueda de cadáveres sumergidos o en superficie dentro de la unidad canina de los Bomberos del Ayuntamiento de Zaragoza. También Zarza, una airedale terrier de la misma edad y de Alfonso del Río, pertenece a dicha unidad, aunque su especialidad son los escombros y grandes áreas (de personas vivas). Cuando las tres se ven se alegran y se ponen a jugar, pero cuando de rescatar a personas se trata se dejan de carantoñas y ponen todos sus sentidos para que la misión concluya con éxito.

Siete bomberos y guías caninos y ocho perros conforman esta unidad, que se empezó a gestar en 2016 tras la inquietud de uno de los compañeros que tenía un can de rescate y lo planteó al servicio. Se trata de Jesús Araguás -jefe de Intervención del Cuerpo y coordinador de la misma-, Del Río, Emilio Ramón, Enrique Berges, Héctor Romero, Merenciano y Monsalve y sus respectivos animales: Alfa, Zarza, Dea, Tom, Nano y Mara, Kumba e India. 

"Todos tenemos o habíamos tenido perro; que te gusten los animales es lo primero. En mi caso un galgo (Tizón), que lo habían abandonado en un monte de Alfocea. Elegí una hembra para que no tuvieran conflictos y también porque son más dóciles de adiestrar. Y que yo y Pablo tengamos uno de cadáveres fue porque somos bomberos buceadores y son una ayuda", explica Rubén, que resalta la serenidad con la que trabaja su 'compañera' de cuatro patas. "Se concentra en la barca y focaliza el olor de cadáveres. Marcar es su medio natural", dice.

La unidad canina de rescate de los Bomberos de Zaragoza no es la única en la que los propios bomberos son los guías y propietarios de los perros (ellos los han comprado). Lo que la diferencia del resto en Aragón (y pocas hay iguales a nivel nacional) es que en ella hay canes de todas las especialidades: dos de rastro (búsqueda con olor de referencia de una sola persona), dos de cadáveres (India y Kumba) y cuatro (entre ellas Zarza) de escombros y grandes áreas (de venteo). "Dentro de cadáveres, la de sumergidos eso es ya la 'crème de la crème'. La mayoría de estas unidades nacen del voluntariado. En la nuestra, los perros entraron a formar de la misma en 2018. Hasta ese momento estábamos en formación, tanto ellos como nosotros los guías", detalla Alfonso del Río, oficial bombero.

La elección de los ocho perros -pastor belga malinois, pastor alemán, labradoras retriever, airedale terrier y sabueso de Baviera- no es casual. Como indica Del Río, los criterios que se siguieron fueron buscar una raza que en algún momento haya trabajado, de tamaño mediano para que tengan movilidad y que fueran inquietos. "Que para ellos esto sea un juego (tienen una recompensa, que puede ser alimento o un juguete en función de lo que le guste más)", comenta.

Zarza camina por una escalera de bomberos ante la atenta mirada de su sueño el oficial bombero Alfonso del Río.
Zarza camina por una escalera de bomberos ante la atenta mirada de su dueño el oficial bombero Alfonso del Río.
Guillermo Mestre

Entrenamiento fuera del horario laboral

Tras un curso inicial de obediencia básica, cada can tiene su adiestramiento particular y también reciben 'másteres class' (por ejemplo, las del expolicía inglés Mike Swindells, que cada año suele venir a Zaragoza). Todos ellos han respondido a las expectativas iniciales, pero no todo ha sido un camino de rosas como quien dice. Trabajar con animales es "duro" y, en este caso, aún más sacrificado porque el entrenamiento es, por lo general, en el tiempo libre de los siete bomberos.

"No es una unidad que se dedice exclusivamente a esto, como la de la Policía o la Guardia Civil. Somos bomberos y luego tenemos esta especialidad. A veces la podemos practicar dentro de nuestro horario laboral, pero la mayoría de las horas de trabajo con los perros es en nuestro tiempo libre", comenta Rubén Merenciano.

Por su parte, Pablo Monsalve habla de "frustración". "Inviertes mucho tiempo en el animal para intentar que todo salga lo mejor posible. Es como una evaluación continua durante toda su vida laboral. Los perros siempre tienen que aprender. Lo que hoy les sale de maravilla si lo das por sentado y lo dejas de hacer a lo mejor lo que en unos meses hacía de 10 lo hace ahora de siete", señala este bombero buceador, que reconoce que en estos años ha habido "altibajos". "Unos han despuntado desde un primer momento y otros han tenido momentos de pensar que igual no valían. Pero a la larga hemos sabido buscar la manera para encaminar al perro", dice.

La pandemia por el coronavirus también ha jugado en contra. El virus les rompió todos los planes de entrenamiento y ha sido "muy complicado" el adiestramiento. Al establecer burbujas dentro de los Bomberos no podían mezclarse entre turnos ni entrenar con Cuerpos ajenos.

La última actuación de esta unidad canina (con Zarza, Dea y Tom) fue el pasado 13 de junio en la búsqueda de una mujer de Calatorao -que al final apareció muerta en una cantera-, junto con los Bomberos de la Diputación Provincial de Zaragoza y la Guardia Civil. "Apareció en una zona distinta a la que nos asignaron. Generalmente, un perro trabaja y otro confirma o descarta", explica Del Río, cuya perra destaca por ser muy ágil y activa. "Siempre ha hecho su trabajo", añade. 

Rubén Merendiano y Pablo Monsalve con sus perras Kumba e India en el parque de Bomberos número 3 de Zaragoza.
Rubén Merenciano y Pablo Monsalve con sus perras Kumba e India, en una lancha, en el parque de Bomberos número 3 de Zaragoza.
Guillermo Mestre

Poco antes, en mayo, habían participado en la localización de Karim, de 13 años, que se ahogó tras meterse en el Ebro junto a un amigo y cuyo cadáver apareció varios días después nueve kilómetros de donde había desaparecido.  "Ahí actuaron India y Kumba. Fue una búsqueda difícil. En ningún momento se supo dónde estaba el chico; al final lo vio una policía local desde un mirador en La Cartuja", recuerda Rubén Merenciano, que compara a India con una deportista de élite. "No para de trabajar hasta que no puede más", apostilla, por su parte, su dueño Pablo Monsalve.

Más suerte tuvieron en una actuación en el Canal Imperial, en abril del año pasado en Zaragoza, cuando los perros 'marcaron' y se encontró el cadáver de un anciano que estaban buscando. "Fue un éxito de los perros de cadáveres y del de rastro. El de Jesús Araguás, Alfa, fue el que marcó que esa persona se había tirado al canal", detalla Rubén. O en la búsqueda de un camionero marroquí, de 29 años, que se estaba bañando en el Ebro con unos amigos. Eso fue el pasado agosto.

Siete actuaciones mínimas al año

Los tres bomberos hacen hincapié en que llaman éxito a un trabajo "bien hecho" y no solo a cuando se encuentra a la persona desaparecida en cuestión. "También lo es tener que buscar en un lugar y que el perro no te marque nada. Eso es descartar una zona", destaca Alfonso del Río.

Además, comentan que como mínimo tienen siete actuaciones al año y que también colaboran con otras unidades que así se lo solicitan. Al mismo tiempo, recuerdan que la unidad se creó para que hubiera 12 guías caninos, pero al final no se presentó tanta gente. "Dentro del Cuerpo tenemos un problema endémico que es la falta de personal", dice el oficial bombero. A lo que Rubén añade que los compañeros han hecho "un trabajo espectacular", pero que se podría hacer "mejor" con "más medios".

Mientras, Pablo apunta que al ser perros domésticos gozan de las dos vertientes: "Jugar porque están trabajando y la de la vida cotidiana que salen a pasear con sus dueños y a estar con otros animales. Los de otras unidades, por ejemplo en la UME o la Guardia Civil, están en su lugar de guarda". 

Cuando se les pide que hagan un balance de estos años de andadura de esta nueva unidad de rescate, los tres coinciden en que han sido positivos. "Sin ellos estaríamos más cojos", dice Rubén de unos 'compañeros' útiles que estarán ahí hasta que su salud canina se lo permita.

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