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La trastienda de Empresarium: grafitis y atascos a la espera del gran revulsivo

La llegada de Becton Dickinson pone en el foco un polígono enorme pero desangelado en algunas zonas. Alcaldes y empresarios alertan de que, si no hay obras, su crecimiento agravará los problemas de acceso.

La llegada de la multinacional Becton Dickinson al polígono Empresarium de Zaragoza es una oportunidad casi tan grande como el propio polígono. La noticia de que esta empresa invertirá 165 millones de euros en una nueva fábrica de jeringuillas ha puesto el foco en este enorme espacio industrial en crecimiento, pero cuyo aspecto en algunas zonas se aleja del lustre que promete la inversión de la nueva factoría. Empresarium y el PTR conforman un mastodóntico y singular espacio urbanizado en la estepa zaragozana, pero a apenas 15 kilómetros del paseo de la Independencia. Junto a la carretera de Castellón, acoge grandes, medianas y pequeñas empresas. Sin embargo, cuando van camino de las dos décadas de vida, también presentan parcelas vacías, naves abandonadas llenas de grafitis, escombros en las cunetas y atascos en los accesos.

La ocupación de ambos está por debajo de la mitad de su capacidad total. En el polígono Empresarium son muchas las parcelas que están vacías a la espera de una oportunidad, en las que la vegetación esteparia domina el sitio que deberían ocupar las naves. Becton Dickinson se acomodará en 102.000 metros cuadrados de ocho parcelas de propiedad municipal, pero hay cientos de miles de metros cuadrados más a la espera de un inquilino.

En las partes menos visibles del polígono, las cunetas acumulan escombros de empresas o particulares que se ahorran su gestión en el vertedero tirándolos en el borde de cualquier parcela. En una de ellas, de propiedad municipal, la empresa El Hombre del Saco tiró ilegal y sistemáticamente cientos de toneladas de escombros de obras menores hace unos ocho años. Fue sancionada y retiró parte de la basura, pero a día de hoy aún queda una buena parte de la huella del delito.

En la parte este del polígono, junto a la factoría de Tudor, un conjunto de naves abandonadas también acumulan toneladas de residuos, bidones de aceite usado, restos de poda, muebles viejos destrozados… Las puertas han sido derribadas y sus paredes interiores han servido de lienzo perfecto para los grafiteros. Los botes de espray y las latas de refresco dan fe de su paso por allí. En el resto del polígono, los carteles de ‘se vende’ o ‘se alquila’ son muy habituales en las naves que se han llegado a construir, que se calcula que tienen una ocupación de en torno al 50% o 60%.

Santiago Ibáñez, de la empresa GTI Inmobiliaria y miembro de la Asociación de Empresas del polígono, cree que la llegada de Becton Dickinson será "la consolidación" de este espacio, después de varios años "de crecimiento". Tras abrir en 2006, la crisis ralentizó su puesta en marcha, pero los precios han bajado considerablemente. "Ahora hay una buena tendencia en la compra tanto de naves como de parcelas vacías", afirma.

José María Lasaosa, alcalde de La Cartuja -barrio rural al que pertenece Empresarium-, espera que los ingresos que generen las nuevas inversiones “reviertan, al menos en parte, en mejorar el polígono y sus accesos”. Solo por los suelos, la multinacional de material médico tendrá que pagar al menos 3,1 millones de euros al Ayuntamiento de Zaragoza, IVA no incluido, a lo que habrá que sumar los impuestos anuales que le correspondan.

Además de la fábrica de Becton Dickinson, en el entorno está previsto que abran en los próximos meses y años la sede de Amazon de El Burgo de Ebro -ubicada entre esta localidad y Fuentes de Ebro-, una nueva biorrefinería en la sede de Urbaser y un nuevo vertedero de la DPZ junto al del Ayuntamiento. Los nuevos vecinos son bien recibidos, pero supondrán cientos de coches particulares, autobuses de empresa y camiones de suministros más circulando a diario por la zona, lo que -si no se toman medidas- agravará unos atascos que a determinadas horas son kilométricos.

"Si queremos que vengan más empresas, tiene que haber mejores accesos", dice el alcalde de La Cartuja Baja, José María Lasaosa

“Ya pasan de 700 a 900 camiones diarios, y la cifra se va a multiplicar. En dos años tendremos el desdoblamiento hasta Fuentes, pero seguimos sin fecha para el soterramiento de la rotonda”. Vicente Royo, alcalde de El Burgo de Ebro, se refiere a la rotonda que une la carretera de Castellón con el Cuarto Cinturón, que es la que provoca el que probablemente sea el embotellamiento diario más grande de Zaragoza. En ocasiones, la fila llega desde esta rotonda hasta La Cartuja Baja, con 3 kilómetros de retención y 45 minutos de espera para los sufridos conductores.

Por eso, los alcaldes, empresarios, comités de empresa y asociaciones de vecinos de la zona se han unido en una plataforma que pide a Fomento un soterramiento de la rotonda similar al que se hizo en la salida de Zaragoza hacia Huesca, el entorno de la MAZ. Hay un proyecto firmado que cifra la obra en 13 millones de euros, pero aún no hay partida en los Presupuestos Generales del Estado. “Si queremos que vengan más empresas y los polígonos se llenen, tiene que haber mejores accesos”, señala Lasaosa, quien ha pedido el apoyo del Gobierno de Aragón, el Ayuntamiento de Zaragoza y la Delegación del Gobierno.

Los empresarios están en la misma línea. Ibáñez espera ver el soterramiento de la rotonda "en un futuro cercano", y también pide que el transporte público llegue hasta Empresarium alargando la línea 25 que va hasta La Cartuja. "El hecho de que no haya transporte público limita la entrada de nuevas empresas", asegura. 

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