coronavirus

2020, el año de la pandemia y la distorsión estadística

El año 2008 se suele excluir de los registros locales porque el tirón de la Expo lo hace incomparable con otros ejercicios. El coronavirus hará que el 2020 también tenga un asterisco en las series estadísticas.

Con el estado de alarma y los cierres perimetrales, el turismo ha brillado por su ausencia.
Con el estado de alarma y los cierres perimetrales, el turismo ha brillado por su ausencia.
José Miguel Marco

En las próximas semanas comenzarán a aflorar los balances de 2020. Lo que generalmente es un recuento anodino de lo acaecido los últimos doce meses tendrá este año pandémico mucha más miga. Casi todas las estadísticas se verán afectadas por la covid, que desde marzo ha condicionado nuestras vidas en todos y cada uno de sus frentes. No será extraño que en un futuro las barras y los quesos de las mediciones incluyan un asterisco sobre el año 2020 con la leyenda “pandemia mundial de coronavirus”.

Esto ya sucede, por ejemplo, cuando se estudian y analizan los registros de Zaragoza: muchos documentos dejan al margen el año 2008 porque “distorsiona la estadística”. La Expo supuso una auténtica revolución de la ciudad que disparó los niveles de inversión, la llegada de turistas e, incluso, tuvo su efecto sobre el saldo vegetativo: los nacimientos superaron a las defunciones por primera vez en la Comunidad  casi desde la Transición.

Este 2020 no habrá ‘baby boom’ (quizá el año que viene, consecuencia del confinamiento) pero la fría estadística poblacional refleja una realidad mucho más triste: las muertes por coronavirus hacen que, por primera vez en décadas, el número de pensionistas haya disminuido. Zaragoza es una ciudad que suele presentar una media muy estable en lo que a enterramientos e incineraciones se refiere. Los picos de defunción de la pasada primavera, sin embargo, se dejaron notar en Torrero, donde tuvieron que poner a funcionar a pleno rendimiento, en siete turnos, sus cuatro hornos crematorios.

La capital aragonesa registra una media de veinte defunciones diarias, “aunque los enterramientos e incineraciones son menos (unos 16) porque algunos cuerpos se trasladan a otras poblaciones, generalmente, pueblos de la provincia”, explican en el complejo funerario. En años anteriores, en fechas de extensión de la gripe o jornadas de mucha humedad podían darse picos de muerte de unos 30 o 35 fallecidos al día. La covid ha batido este dramático récord: el pasado 1 de abril en el Registro Civil se contabilizaron hasta 58 fallecidos en un solo día. La cifra se sostuvo en aquella trágica semana en torno a los 50-52 fallecidos por día, y los forenses del Instituto de Medicina Legal apenas daban abasto para supervisar los certificados de defunción.

En las jornadas más negras de la primera ola de la crisis sanitaria, en la morgue de Torrero llegaron a acumularse 90 cadáveres, casi el cuádruple de lo habitual. No fue preciso echar mano de los tanatorios privados ni de contenedores frigoríficos alquilados, pero se trata de cifras propias de una gran catástrofe. Por su parte, las funerarias, que además tuvieron que trabajar con restricciones, calculan que este 2020 han incrementado sus servicios alrededor del 30% respecto a un año convencional.

Pocas pistas para el bus urbano

Pero el efecto de la pandemia no se circunscribe solo a censos y datos poblacionales, sino que también se ha asomado a otros ámbitos de índole económica (ahí están los datos de desempleo), medioambiental (recogida de residuos) o de movilidad. En el área de Servicios Públicos del Ayuntamiento de Zaragoza, por ejemplo, se suelen estudiar con detenimiento los índices de uso de cada una de las líneas de bus para saber dónde y cómo reforzar la red. En 2020 estos análisis serán poco concluyentes y menos representativos. La pasada primavera el uso del bus urbano se desplomó más de un 80% y, dado que es un servicio esencial, aún así hubo que adoptar limitaciones de aforo y se recurrió a sacar más flota a la calle. Aunque lentamente se han ido recuperando los índices de uso del transporte público, el hachazo para las arcas municipales es sangrante. Es probable que el año acabe con más de 25 millones de usuarios de bus perdidos (y otros 8 del tranvía), lo que hará que la merma de ingresos ronde los 22 millones. Si antaño se hacían malabares para que los usuarios recuperaran la confianza del transporte público tras la caída de usos por las huelgas del servicio, en 2021 habrá que desplegar un circo de tres pistas para volver a seducir al viajero.

CORONAVIRUS. TRANSPORTE PUBLICO REPARTO DE MASCARILLAS / 13-04-2020 / FOTO: GUILLERMO MESTRE [[[FTP PRINCIPAL FOTOGRAFOS]]][[[HA ARCHIVO]]]
Reparto de mascarillas en el interior de un bus urbano.
Guillermo Mestre

Fuentes municipales explican que este año no será válido para hacer comparativas con 2019. Además, dudan de que 2021 -a pesar de las prometedoras vacunas- vaya a ser también un año ‘normal’ e, incluso, hay técnicos que se preguntan si se volverá a “una normalidad como la anterior”. En este sentido, las comparativas anuales que se hacían antes de la pandemia habrán quedado rotas para siempre porque no tendrá sentido comparar los datos futuros (véase 2025) con los del último año sin distorsiones, que sería 2019. En los aforos de tráfico de las calles sucede algo parecido, habida cuenta de que durante el estado de alarma los movimientos en coche particular llegaron a caer un 68% en las calles de Zaragoza.

Sin visitas de fuera

El ámbito turístico, evidentemente, tampoco está siendo ajeno a la pandemia y las ‘no fiestas’ del Pilar -a las que se atribuyeron algunos rebrotes- dejaron un importante déficit en la capital aragonesa. No hubo grandes conciertos ni inversiones, pero tampoco beneficio alguno por la llegada de turistas. Nunca antes se había cancelado la Ofrenda (que data de 1958) ni habían dejado de salir los cabezudos a las calles, por lo que el Pilar de 2020 también tendrá una nota al pie. Los sucesivos confinamientos y cierres perimetrales han hecho que las oficinas Turismo atiendan hasta un 80% menos de consultas que el año pasado. Incluso en verano, cuando hubo más libertad de movimientos, los datos fueron desalentadores. Al verano y el Pilar hay que sumar la cancelación de la Semana Santa, cuyo impacto económico se cifra en torno a los 18 millones de euros, y el presente y descafeinado puente de diciembre con el controvertido cierre de las estaciones de esquí. Los datos turísticos de este año son incomparables -por todo lo bajo- como también lo fueron los de 2008 -por todo lo alto-. 

Muchos dudan de que 2021 vuelva a ser un "año normal" y útil para hacer equiparaciones

Aquella Expo resultó estadísticamente tan ‘turbadora’, que hizo que la crisis del ladrillo y la explosión de la burbuja inmobiliaria tardara en percibirse a orillas del Ebro. No hubo ningún elemento corrector, aunque ya habían quebrado los Lehman Brothers, al abrigo de Fluvi se continuaban concediendo alegremente licencias para la construcción. Este 2020 aunque hay proyectos inmobiliarios en marcha se llevan a cabo con muchísima más prudencia y el año de la covid se recordará más bien por el cierre de muchos comercios y bares que no superaron el estado de alarma -hasta el 40% de la hostelería está en la picota- así como la caída sin remedio de la asistencia a los espectáculos fruto de las restricciones de aforo. En el otro lado de la balanza, también hay otros índices disparados al alza como los que indican el obligado cambio de ocio durante el confinamiento: el tráfico móvil y la demanda de datos se duplicó los meses de encierro y el consumo de televisión alcanzó picos inimaginables: cada aragonés consumió 278 minutos de televisión al día, lo que significa 51 minutos más (un 22%) que el año pasado.

El alcalde Jorge Azcón reconoció en el último debate del estado de la ciudad que la covid ha dado al traste con algunos de los planes que tenía para la ciudad en los próximos dos años. La situación es tan excepcional que “la actual crisis sanitaria en el mundo solo encuentra comparación posible con la terrible gripe de 1918”, afirma el alcalde. El primer edil también cree que en lo que respecta a España, “el daño infligido a la economía por la covid en unos pocos meses únicamente tiene parangón con el estallido de la Guerra Civil”. En ese sentido, la necesidad de quienes menos tienen se ha hecho más acuciante en lo que va de año y entidades como Cruz Roja, Cáritas, Federico Ozanam y Atades han tenido que redoblar esfuerzos. Sirva el botón de muestra de que el servicio de comida a domicilio para mayores prestado por la Fundación La Caridad ha crecido un 163% y ha alcanzado un récord de 1.800 menús diarios.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión