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De la ronda de chupitos a la ración de bravas

Una veintena de bares de copas y discotecas de Zaragoza se han reconvertido, por una temporada, en cafeterías y vermuterías.

La barra del Tony Wilson, en una estampa del pasado fin de semana.
La barra del Tony Wilson, en una estampa del pasado fin de semana.
HERALDO

Madrugada del domingo 8 de marzo. Los altavoces de la sala Tony Wilson, en la calle del Temple de Zaragoza, se apagan hasta el siguiente jueves... O al menos eso pensaban entonces la clientela presente, el pinchadiscos, los camareros y, claro, los propietarios del bar. El local no volvió a abrir sus puertas hasta mediados de junio para volver a cerrar y más tarde enfrentarse, como el resto de negocios del sector, a un jeroglífico de normativas que reglan los aforos, los decibelios permitidos, el disfrute de las barras o de la pista de baile y que hasta impiden poner a disposición de los paganos los clásicos servilleteros.

Lo que nunca se habrían imaginado los dueños ni los habituales de la sala es que acudirían a ella un domingo a mediodía para tomar un vermú con hielo y una gilda. El establecimiento del casco histórico integra el grupo de discotecas y bares de copas que han decidido acogerse a la medida municipal que les permite, de forma temporal, abrir como cafeterías. La experiencia, en su caso, ha sido positiva, por lo que se mantendrá en el tiempo hasta que el covid-19 diga adiós y las condiciones sanitarias sean otras.

“Ha sido un paso natural, aunque llamativo para mucha gente, pero con el que estamos bastante satisfechos. Lo hemos planteado como una forma de ganarle horas al negocio, de modo que la gente puede venir a las 12.00 y luego enganchar con el ‘tardeo’, que ya estaba implantado. En nuestro caso vamos a seguir adelante de viernes a domingo, aunque el domingo cerraremos a media tarde cuando la gente se vaya”, cuenta Joaquín Lasierra, uno de los siete socios del Tony Wilson.

La falta de cocina es una de las principales limitaciones de estos negocios frente a los bares enfocados desde su origen a las franjas horarias centrales. Mientras algunos la suplen mediante vinagrillos y banderillas, platos de nachos, cocinas externas o la inestimable ayuda de un microondas, otros han cubierto la demanda fraguando alianzas empresariales. El Parros, también en la calle del Temple, ha llegado a un acuerdo con un local cercano de comida para llevar, de modo que los clientes puedan consumir sus productos en el interior de la discoteca. “Incluso algunos han venido con pizzas de una conocida marca comercial o han pedido sus ‘delivery’ mediante aplicaciones móviles y no les hemos puesto ningún problema”, cuentan desde la sala.

En total han sido cerca de una veintena los bares de copas que han dado el salto al turno de día, aunque no todos han sacado las mismas conclusiones. El presidente de la Asociación de Salas de Fiesta, Baile y Discotecas de la capital aragonesa, Alberto Campuzano, opina que “muchos de los bares van a cerrar después de estas fiestas, que han sido un desierto”, y que “únicamente aquellos que tienen terraza y unos pocos más van a poder seguir adelante”.

El portavoz de los locales nocturnos critica que el Gobierno autonómico no les permita poner música por encima de 75 decibelios, lo que les hace “estar en desventaja respecto a otros negocios que tienen unos puntos fuertes, cuando el nuestro es dar espacio a la música y a la cultura”. En definitiva, Campuzano piensa que la reconversión de las discotecas “es una idea que, pese a ser buena, no va a tener un recorrido excesivo debido a las imposiciones de la DGA”.

Pese a la intención positiva de la medida, el ocio nocturno no cubre, ni de lejos, los ingresos que acostumbraban a recaudar con su actividad habitual. El sector calcula que, en el mejor de los casos, se alcanza una cuarta parte de la caja media prepandemia, lo que repercute también en la creación de empleo: se contratan menos camareros, porteros y el resto del personal habitual. Lasierra, del Tony Wilson, augura que “van a cerrar muchos locales”, sobre todo los que no les salga a cuenta el cambio de uso o que no puedan afrontar la inversión de acondicionar el inmueble con mesas, sillas… para muchos va a ser difícil solo el cubrir gastos”. Recuerda, asimismo, que hay “empresarios que tienen en este tipo de negocios su única fuente de ingresos y que van a tener que reinventarse de alguna manera, algo complicado para aquellos compañeros que rondan los cincuenta años”.

¿Qué requisitos deben cumplir?

Los discobares que se han acogido a la medida tienen limitado el horario de apertura. No pueden subir la persiana hasta las 8.00 para, en palabras del concejal de Urbanismo, Víctor Serrano, "no convertir el negocio en un after". El hecho de incumplir las condiciones suponen la apertura de un expediente disciplinario y la supresión de la autorización. 

En cuanto al aforo, mientras se presta la actividad de cafetería, en las zonas de público de pie será de una persona por metro cuadrado y en las zonas de público sentado de 1,5 personas por metro cuadrado. Y a esto se le aplica la reducción y restricciones establecidas por la normativa sanitaria vigente, que en este momento del 75% de la capacidad. La medida está abierta a aquellos en funcionamiento, es decir, que no puede abrirse una discoteca que estuviese cerrada y ponerla a funcionar bajo este régimen.

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