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El Supremo confirma la condena a un ‘mulero’ por ayudar a un ‘hacker’ a estafar a una empresa

La Audiencia le impuso dos años de cárcel por dejar su cuenta para ingresar 73.238 € de una mercantil de Zaragoza

Alin Filimon Constantin, a la izquierda de la imagen.
José Miguel Marco

Alin Filimon Constantin, un ciudadano de origen rumano afincado en Londres, fue la única persona que se sentó en el banquillo de los acusados de la Audiencia para responder de la estafa informática sufrida por una empresa zaragozana dedicada a la compraventa de maquinaria agrícola.

Alin Filimon se presentó ante el tribunal como el típico 'mulero', en el argot policial, que "ingenuamente" acepta ceder su cuenta para recibir un sustancioso ingreso, retirarlo de manera inmediata y a cambio cobrar una pequeña cantidad de dinero en comparación con la transferida. A pesar de que durante el juicio dijo desconocer el origen de las 63.010 libras (73.238 euros) que entregó a unas personas que le pidieron un "favor" en un bar y cuyos nombres ignoraba, la Audiencia consideró que su intervención fue "esencial" para consumar la estafa tramada por esos supuestos desconocidos y lo condenó como cooperador necesario a dos años de cárcel, una multa de seis meses y la devolución del dinero. El acusado recurrió, pero ahora el Tribunal Supremo confirma en todos sus extremos el fallo de la Audiencia de Zaragoza.

La sofisticada estafa informática la cometió en 2014 un 'hacker' nunca identificado que espió los correos electrónicos de la empresa Enrique Segura S. L. de Zaragoza y la P. F. Tilleswell con sede en Londres. La mercantil aragonesa entró en contacto con la inglesa para comprar una cosechadora por 63.010 libras. Cuando llegaron a un acuerdo y la vendedora envió la factura con el número de cuenta del Barclays donde tenía que ingresar el dinero, el ciberdelincuente interceptó el correo electrónico y cambió el número tanto del IBAN como de la cuenta, aunque de la misma entidad, cuyo titular era Alin Filimon.

Enrique Segura S. L. recibió el correo y al comprobar que aparentemente todo era correcto, ordenó al Banco Sabadell que hiciera la transferencia. El dinero llegó el 2 de abril de 2014 y en los dos días siguientes el acusado lo retiró todo con varias operaciones a través de cajero, giros y transferencias. Después, Filimon recibió 905 euros, que también sacó. Durante el juicio dijo que lo hizo porque "no pensó que fuera algo malo".

La defensa recurrió el fallo argumentando que no se había valorado bien la prueba, ya que su cliente no cometió el fraude, pero tal y como mantuvo la acusación, ejercida por el abogado Álvaro García-Graells, y acogió la Audiencia y ahora el Supremo, su "imprescindible colaboración" resultó "causalmente eficaz" para el resultado obtenido. El abogado va a pedir la ejecución de la sentencia y, si el acusado no paga la responsabilidad civil, podría ingresar en prisión a pesar de que la condena no supera los dos años.