Teruel

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Los vecinos de Andorra en el primer día de confinamiento: "Ahora toca apechugar para que solo sean siete días"

Andorra vive su primer día de confinamiento con tranquilidad y con sus accesos controlados,

La DGA ha decretado el confinamiento perimetral de Andorra para frenar los contagios
Antonio García/Bykofoto

Un dispositivo con un par de agentes de la Guardia Civil y otros tantos de Policía Local y Protección Civil recibía ayer por la mañana a quien llegaba a Andorra desde Alcorisa, Calanda y, sobre todo, Alcañiz, la carretera más transitada. A media mañana el ajetreo era evidente. Era viernes y los camiones que iban o venían se cruzaban con las furgonetas de empresas y quien entraba o salía con motivo justificado. Principalmente trabajo, pero también citas sanitarias. Después del preceptivo saludo, se informaba de que la localidad estaba confinada perimetralmente, se preguntaba cuál era el motivo del desplazamiento y, si era necesario, se solicitaba la documentación.

El anuncio del confinamiento perimetral de la villa minera y su regreso a la fase 2 siete días desde este viernes se realizó el jueves por la mañana, por lo que ayer todos eran conscientes de las circunstancias y de lo que se iban a encontrar. Dos controles de acceso tanto por la parte bajoaragonesa, en la rotonda donde coinciden las carreteras de Alcañiz, Alcorisa y Calanda; como en la de Albalate-Híjar. Los cuatro accesos desde Alloza se cerraron directamente con new jerseys. "La respuesta está siendo buena. Vemos que son conocedores de la situación pero nosotros también les informamos", explicaba el teniente del puesto de Andorra, Javier Muro. En cada turno trabajan unas 14 personas entre Benemérita, Policía Local y Protección Civil.

Adentrándose en Andorra, a primera vista en nada se diferenciaba de la hora punta de un viernes al mediodía de la era postcovid. La buena temperatura invitaba a estar en la calle y en las calles y plazas más céntricas se podía encontrar a vecinos tomando el vermú o a quien venía de la compra o de hacer un recado. También algunas cuadrillas de adolescentes reunidas en un banco pensando en las fiestas que no van a vivir después de un verano atípico. La villa minera habría festejado esta semana a su patrón, San Macario. A excepción de otros municipios, donde los rebrotes han surgido con las ‘no fiestas’, en Andorra la situación empeoró hace poco menos de dos semanas. Desde el 31 de agosto se han contabilizado 91 casos con transmisión comunitaria y se está a la espera de los resultados de un centenar de PCR.

El 70% son asintomáticos y por cada positivo se rastrean unos 10 contactos, lo que ocasiona que la presión asistencial del centro de salud sea elevada. "No compartimos esa denominación porque se acaban celebrando las no fiestas y surgen los rebrotes como hemos visto en otras localidades. Aquí comenzó antes pero estos días han tenido una incidencia clara. Deben ser días de normalidad y ahora el confinamiento es la evidencia más clara. Estoy seguro de que los andorranos estaremos a la altura de las circunstancias, es un compromiso de civismo", reflexionó el alcalde, Antonio Amador.

Sí se notó el retroceso a fase 2 en las terrazas de los bares y en las colas que formaban en la calle los aforos al 40% en pequeñas tiendas como panaderías o fruterías. En el estanco de Alejandro Guarido no se percibió una reducción de clientela aunque su propietario asume que 7 días de confinamiento acabarán reduciendo sus ventas. "Tenemos que apechugar, no nos queda otra. Nos hemos relajado, nos han dado un toque de atención y espero que aprendamos de ello", opinó el también miembro de la junta de la Asociación Empresarial de Andorra Sierra de Arcos y el Bajo Martín.

Donde ven la situación más complicada es en la hostelería. El bar Chaques ya ha estado trabajando la mitad que otros veranos y desde ayer tiene que reducir el aforo al 50%, tanto en la terraza como en el interior. Además, la relación interpersonal entre personas es de metro y medio por lo que en dos mesas solo pueden sentarse unas cuatro personas. "La situación es mala, entre los que se encuentran confinados y los que tienen miedo… la gente no sale. Antes eran casos aislados pero ahora le hemos visto las orejas al lobo. Nosotros tendremos que valorar esta semana si nos vale la pena estar abiertos o cerrar", apuntó su propietaria, Turia Serrano.

"Lo estoy viviendo con muchas dudas y casi con enfado porque vengo de estar unos días fuera y lo que se hace aquí es lo mismo que en otros lugares, ni mejor ni peor", afirmaba ayer Mª José Roqueta. La andorrana abrió su negocio tan solo dos meses antes del estado de alarma por lo que ya ha estado en constante reinvención. Regenta el Espacio El Olmo, dedicado al bienestar de las personas mediante la disciplina física y mental. El contacto y el acercamiento son imprescindibles aunque ahora tiene que mantener la distancia de seguridad. Eso no le impide afrontar con optimismo el inicio de la temporada de clases, aunque sea con el aforo limitado.