"Bajó del coche, sacó la escopeta recortada y echó a correr por las calles del pueblo"

Andorra trata de recuperar la normalidad y respira aliviada, pero la persecución y captura del buscado delincuente acaparan todas las conversaciones.

Banyai y Benallal señalan el punto donde quedó detenida la C15.
Banyai y Benallal señalan el punto donde quedó detenida la C15.
B. S./l. C.

El fugitivo conocido como el Rambo de Requena llegó a Andorra el pasado lunes conduciendo una furgoneta Citroën C15 de color blanco que había robado momentos antes en Muniesa, localidad en la que dejó a un agente de la Guardia Civil malherido a primera hora de la tarde. El vehículo le sirvió hasta que quedó atrancado en pleno centro de la Villa Minera, en una zona mayoritariamente peatonal y habitualmente muy concurrida, sobre todo, en horario comercial por estar bien nutrida de establecimientos varios.

A las cuatro de la tarde no era mucho el movimiento y el delincuente llegó hasta la travesía San Jorge, una angosta calle de uso vecinal y acceso complejo especialmente si se desconoce el callejero andorrano. Accedió a ella desde la peatonal Avenida San Jorge y al girar a la derecha -única salida posible- chocó contra la esquina de una puerta de garaje. Se le caló el coche, lo arrancó y dio marcha atrás, se le volvió a calar, arrancó de nuevo hasta que pudo tomar la curva más cerrada y, entonces sí, encarar.

A escasos metros tenía la salida a la también peatonal calle Ramón y Cajal pero en medio se encontró con un andamio a su derecha ocupando parte de la calzada y a la izquierda, las mesas apiladas de la terraza de un bar. Optó por no maniobrar y continuar su periplo a pie.

La escopeta al hombro

Así relataron la escena que presenciaron desde el tejado los obreros, que ayer seguían trabajando en el edificio cuyo andamiaje dificultaba el paso: "Se bajó, me miró, metió la mano en el coche y sacó una escopeta con dos cañones. Se la puso en el hombro, la tapó con un pañuelo o algo parecido de color marrón oscuro y se fue". Casian Stefan Banyai relataba ayer el momento que sin querer presenció el lunes.

"No sabíamos lo que acababa de pasar en Muniesa, pero lo reconocimos porque su foto se había difundido en estos días", apoyó Mehdi Benallal, su compañero, también presente en ese momento. "Su cara era más delgada que la que muestra en las fotos y tenía barba, pero cuando vi la escopeta no dudé de que podría ser él porque no puede ir una persona por ahí suelta con un arma encima", apuntó Banyai. Ver la escopeta le hizo llamar acto seguido al 112 -exactamente a las 16.29- y "en dos minutos ya estaba aquí la Guardia Civil".

Normalidad en un bar, aunque el suceso copa las conversaciones.
Normalidad en un bar, aunque el suceso copa las conversaciones.
B. S.

Ambos albañiles trabajan desde hace unas semanas en este edificio como operarios de una empresa de construcciones y reformas de Alcorisa. Aseguran que, desde que un vecino andorrano dio el aviso de haberlo visto por el pueblo hace una semana, se había notado más presencia de Guardia Civil en los últimos días -aunque el aviso resultó ser una falsa alarma-.

Ayer, los dos obreros respiraban algo más tranquilos porque pronto se le dio captura al delincuente. "Fue muy rápido todo. Mucha gente nos decía esta mañana que hicimos muy bien al haber avisado", concluyó Banyai.

Lo sucedido el lunes era ayer el tema de conversación en los comercios, bares y cafeterías de Andorra, aunque la mañana transcurrió como una más. La zona donde se atascó la furgoneta C15 presentaba el trasiego habitual de personal para realizar compras y para detenerse a tomar algo antes de ir a casa a comer.

Había clientes tomando algo en la puerta del bar Eleven, donde en la tarde del lunes las mesas apiladas de la terraza ayudaron a echar por tierra los planes de fuga del fugitivo en la furgoneta robada en Muniesa. Todo sucedió muy deprisa en esa travesía y en los alrededores aseguran que no sintieron ni se percataron de nada.

Es el caso de Madalina, quien ayer seguía al frente del bar, que como todos trata de recuperar la normalidad post covid-19 cumpliendo con todas la medidas nuevas de seguridad. Cuando se produjeron los hechos la tarde anterior, ella estaba sola con la música puesta -que ayer también envolvía el ambiente del interior del local-."No me enteré de nada hasta que no vinieron los guardias. Me pidieron que me encerrara porque le estaban buscando y sentí miedo", explicó.

Encerrados en el bar

No fue la única. Enfrente, a unos pasos escasos, la propietaria del bar Chaques, Turia Serrano, se encontraba con una clienta en la terraza cuando sucedió todo. "Cuando pasó no vimos ni escuchamos nada hasta que vinieron con las metralletas y nos encerramos en el bar con las luces apagadas como nos dijeron. A la gente que pasaba la recogíamos dentro hasta que vimos en la televisión que ya lo habían cogido", recordó.

Turia seguía despachando ayer a sus vecinos y vecinas en esa misma terraza y en las mesas y barra del interior, lo mismo que Madalina. Las dos destacaron cómo los clientes ayer se mostraban contentos con la actuación de la Guardia Civil y el despliegue realizado: "Esta vez sí que ha salido bien", subrayó Turia, sin olvidar el triple crimen protagonizado en diciembre de 2017 por Igor el Ruso que dejó tres fallecidos en Andorra.

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