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La "penúltima" carrera del 'alter ego' del Morico

Después de 39 años portando a uno de los cabezudos más queridos, Domingo Carrillo deja la comparsa. Sus compañeros le dedicaron el domingo una bonita despedida en Miralbueno.

Domingo Carrillo, tras su última salida en las fiestas del Pilar.
Domingo Carrillo, tras su última salida en las fiestas del Pilar.
V. Meneses

Se resiste a hablar de retirada, jubilación, despedida… "Digamos que la del domingo fue mi ‘penúltima’ carrera", dice Domingo Carrillo, que lleva 39 años metiéndose en la piel del Morico, y que ya no saldrá más en las fiestas del Pilar. Quién sabe, quizá le quede una última bala para San Valero o Carnaval...

Carrillo ha pasado media vida encorriendo a la chavalería, comiendo sopas y echándose a bailar, pero también haciendo carantoñas a los más pequeños y ayudándoles a recitar sus coplillas. El domingo, en la última salida de la comparsa en las fiestas por el barrio de Miralbueno, sus compañeros le brindaron un pequeño homenaje, que emocionó al cabezudo, a pesar de que sus facciones de cartón piedra y fibra de vidrio son poco perturbables.

"Estas fiestas han sido muy especiales, aunque las he vivido con la misma ilusión de siempre. Creo que mantengo idéntico entusiasmo que cuando accedí a la comparsa hace 39 años", argumenta Carrillo. "Cuando al acabar el recorrido antes de ayer los compañeros se vinieron hacia a mí, yo no lo esperaba, me pilló por sorpresa y fue muy emotivo", relata.

Carrillo no puedo evitar emocionarse en su despedida.
Carrillo no puedo evitar emocionarse en su despedida.
V. Meneses

Tras cuatro décadas soportando un cabezón que pesa cerca de 20 kilos es normal que el los últimos esprines haya algo de nostalgia. "Es una sensación rara, se me entremezclaba la tristeza y la alegría, pero imagino que con el tiempo lo recordaré con mucha emoción y predominará el sentimiento alegre por la efusividad de los compañeros y su agradecimiento".

Carrillo estuvo convaleciente hace unos meses por una operación y tiene la cadera algo fastidiada. Eso no hay impedido que estas fiestas del Pilar lo diera todo por las calles y los ‘achaques’ "no han tenido repercusión en lo que han sido los recorridos". "El caso es que el tiempo va transcurriendo y después de 39 años llega la hora de dar paso a los nuevos y dejar la comparsa", afirma.

Después de 39 años portando a uno de los cabezudos más queridos, Domingo Carrillo deja la comparsa. Sus compañeros le dedicaron el domingo una bonita despedida en Miralbueno

En 1985, cuando Carrillo consiguió su plaza en Parques y Jardines, se apuntó como voluntario a la comparsa y desde entonces no ha dejado de portar el cabezón de este mozo de cuadra vestido que jockey, que es casi una extensión de su identidad propia.

"De los primeros años recuerdo que quedábamos en la calle de Domingo Miral, en el cuartel de Palafox, donde nos citaban para preparar las fiestas. Por primera vez, desde que me apunté voluntario, tuve el presentimiento de que me iba a tocar el Morico. Yo lo quería", dice sobre este icono multicultural (curioso es que el personaje tiene el rostro moreno y las manos blancas). "Somos funcionarios del Ayuntamiento y en aquel año sacaron una lista. Yo animé a muchos compañeros a que se presentaran para poder continuar con una tradición imprescindible para que las fiestas recorran las calles". 

De aquellos compañeros originales, apenas quedan activos en la comparsa, y la mayoría se han ido dando de baja, sobre todo, por dolencias o jubilaciones. Los participantes se han ido renovando y en la actualidad son once personas quienes portan a los cabezudos, cuya nómina ha crecido en los últimos años con las incorporaciones del Azutero y la Cigarrera. Con sus inseparables gigantes y los más desapercibidos caballitos, la formación siempre está dispuesta a alegrar las fiestas a los niños, aunque sea ocultos bajo su curiosa vestimenta. "Yo lo llevo bien. Sé que los pequeños ven al Morico y no al que hay debajo, pero -evidentemente- yo sí que distingo", bromea.

Foto de familia de quienes portan los cabezudos en la comparsa.
Foto de familia de quienes portan los cabezudos en la comparsa.
V. Meneses

El Morico lleva su zurrón repleto de anécdotas, pero lo que más ilusión le hace a Carrillo es que "los compañeros más jóvenes que ahora integran la comparsa tienen fotos de niños con ‘mi’ Morico y que me las han enseñado. Ahora hay padres, a los que encorrí, que vienen con sus hijos, por lo que he dado juego a dos generaciones. Lo mejor es el cariño de todas las personas, los que se quieren hacer una foto, los que quieren bailar…", afirma, al tiempo que le resulta gracioso que muchos fans “ya vienen y me dicen Domingo en lugar de Morico”.

Con una trayectoria tan dilatada, Domingo Carrillo ha vivido muchas aventuras y ha recorrido gran parte del territorio nacional. Ha participado en fiestas patronales en Alemania o en Francia, donde ha habido que hacer pedagogía para explicar a los niños de dónde surge el personaje y por qué tiene la tez morena (¡llega de Cuba!). Con especial emoción "y nostalgia" recuerda el porteador su participación en la Expo de Sevilla o en la del agua del 2008 en Zaragoza, pero lo fundamental es su concurso en las 39 ediciones de fiestas del Pilar en las que ha participado. "Es muy gratificante. Las costumbres también han ido evolucionando y los niños de antes solían ser más mayores y nos pedían que les persiguiéramos más rápido y que les diéramos más fuerte con la tralla". Ahora las interacciones son menos ‘severas’ y se centran más en bailes y sustos indoloros.

El Morico tiene el privilegio de haber sido el primer cabezudo con biografía propia. Hace unos años Zaragoza Cultural encargó al escritor Míchel Suñén que estudiara a los cabezudos a fondo y en esos libros se explican los orígenes del personaje. "Antes de recalar en Zaragoza yo trabajaba en Cuba, en unas caballerizas. El conde de la Viñaza me trajo con él a su regreso como criado y mozo de cuadras", cuenta el Morico con cierta añoranza, y pensando si no debería llamársele el Cubanito...

Tras 39 años anudándose las alpargatas y esa gorrita de jockey tan singular, Carrillo asegura que no perderá la comparsa de vista y piensa seguir acudiendo a las calles -pero ya en su forma humana- para provocar al Forano, el Tuerto, la Pilara, etcétera. "Me da mucha pena abandonar la comparsa que tanto me ha dado, pero estoy seguro de que voy a seguir yendo a ver cómo se manejan mis compañeros. Lo más bonito de las carreras es que, cuando acabas, muchos te aplauden, vienen a abrazarte e, incluso, a darte las gracias aunque les hayas perseguido desafiante", concluye.

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