zaragoza

El mantra de las "fiestas descentralizadas" (y un enigma con esfinges egipcias)

Un repaso por los escenario históricos del Pilar (el pabellón Francés, la Chimenea, la carpa de Miguel Servet… ) evidencia que siempre ha habido actividad más allá de la plaza del Pilar.

La singular decoración del pabellón Francés de la feria en el año 1988.
La singular decoración del pabellón Francés de la feria en el año 1988.
Heraldo

Se repite como un mantra. El Ayuntamiento siempre dice que las venideras serán "las fiestas más descentralizadas de la historia de la ciudad". Tras el pregón del sábado darán comienzo nueve días de desenfreno en los que se han programado 497 actos "repartidos por los 24 distritos y barrios de Zaragoza". Echando un ojo a la hemeroteca, este mismo reclamo, el de la ‘descentralización’, ya se utilizó en 2022, 2021, 2019, 2018… En 2013, hace una década, este diario ya titulaba: "El Consistorio comienza a trabajar en unas fiestas del Pilar creativas y descentralizadas".

Una sempiterna aspiración de los programadores municipales que las actividades festivas salgan del ‘kilometrito’ cuadrado de la plaza del Pilar y lo que se circunscribe al Coso, pero -en realidad- haciendo un repaso de los escenarios míticos de las fiestas siempre ha sido así. ¿Un ejemplo? El primer pabellón municipal para las fiestas se estableció en 1980 en el antiguo cuartel de Palafox, lo que hoy es sede de Policía Local de Domingo Miral, y las peñas -por su parte- comenzaron sus conciertos y jolgorios en el paso subterráneo de Cesáreo Alierta. Entre un espacio y otro, ninguno cerca del Pilar, distan 2.100 metros. Cuentan que el escenario del antiguo cuartel Palafox se improvisó aprovechando un vacío que había dejado la ‘Operación cuarteles’ y que los munícipes tuvieron a bien levantar una gran carpa en el patio con bares, chiringuitos y casas regionales alrededor.

Después ha habido muchos otros recintos ‘periféricos’ que han hecho que las fiestas siempre sean descentralizadas como el Rincón de Goya, el pabellón Francés de la antigua Feria de Muestras, el antiguo Matadero o, por descontado, La Romareda, el aparcamiento de la Expo y las explanadas de Valdespartera.

El primer pabellón municipal para las fiestas se estableció en 1980 en el antiguo cuartel de Palafox

Desde hace diez años las mesas de trabajo de las fiestas e, incluso, la encuesta de satisfacción de los zaragozanos que se hace el día de los fuegos incluyen el tema de la descentralización. En los debates previos los gestores culturales exigen que no se enarbole esta bandera "para llenar el expediente" y que no consista en programar un show de títeres de media hora en un barrio rural. "Descentralizar no significa que se renuncie a los grandes escenarios que funcionan bien, sino que se pueden crear nuevos focos de atención, aunque sean menores, por los distritos", afirman desde el Consistorio. En este sentido, podría hablarse más bien de una "atomización" de la programación con nuevas propuestas como la Carpa del Ternasco o la zona Gamer del Auditorio. El gran ‘pero’ de la descentralización es que la movilidad durante las fiestas no es todo lo fluida que sería deseable: el servicio de transporte es siempre lo peor valorado, a pesar de que se han estudiado propuestas -que no han llegado a cuajar- como dejar que el sistema Bizi funcione las 24 horas o que se fomenten los taxis compartidos.

Imagen del primer pabellón municipal, en el cuartel de Palafox, en el año 1980.
Imagen del primer pabellón municipal, en el cuartel de Palafox, en el año 1980.
Heraldo

De vuelta a los escenarios festivos, “Zaragoza ha contado con recintos musicales insólitos”, dice el crítico musical Matías Uribe, que guarda el recuerdo y la documentación (es coleccionista de los programas oficiales de las fiestas) de no pocos de ellos. Habla Uribe de recintos de "medio-alto aforo", que pasan por "pabellones infectos a cuarteles abandonados, carpas voladoras, naves feriales, pabellones de chapa, frontones... a sótanos con olor a pescado, de todo ha habido".

La plaza del Pilar siempre ha sido epicentro del pregón, el pasacalles inaugural y la Ofrenda, pero el resto de días la actividad -sobre todo, musical- se desperdiga. Los más veteranos recuerdan algunos conciertos en unas destartaladas cocheras de San José, así como el pabellón de la Chimenea, cerca de Kasán, que "era de latón, reverberaba muchísimo el sonido y solía hacer bastante frío". También citan ‘experimentos’ en los bajos del Mercado Central y hasta hace pocas fechas un escenario de potente electrónica se colocaba junto a la torcida torre de San Juan de los Panetes y las sufridas Murallas Romanas servían de atalaya.

Explanada de la antigua Feria de Muestras, hoy sede de la Cámara de Comercio.
Explanada de la antigua Feria de Muestras, hoy sede de la Cámara de Comercio.
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Los que más petos y cachirulos visten en las fiestas recuerdan cómo Interpeñas organizó sus primeras verbenas del Pilar en un pabellón en la avenida de San José. Los primeros años, las peñas no tenían un programa común y había distintas alternativas. A principios de los 80, fue muy popular el pabellón 'El Urbano', que montaban las peñas Forca y El Rebullo en el paso subterráneo de Cesáreo Alierta. El Brabán tuvo otro recinto al que acercó, entre otros, a Sabina y Alaska.

Después, las peñas pasaron por otros lugares: el mentado cuartel Palafox, las antiguas cocheras de TUZSA (en la avenida de Miguel Servet), la Chimenea, Miguel Servet frente a Veterinaria y, desde 2008, el parquin norte de la Expo (un terreno cedido por la DGA, con el visto bueno del Ayuntamiento). La ubicación de Interpeñas ha estado rodeada de polémica en los últimos años y 2023 no iba a ser una excepción con la pretensión de instalarse en el Parque Deportivo Ebro. Los peñistas, desde luego, de descentralización saben lo suyo…

Algunos de los programas de Interpeñas a mitad de los años 90.
Algunos de los programas de Interpeñas a mitad de los años 90.
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Los joteros, también. De hecho, el escenario dedicado al folclore tradicional es de los que más se ha movido por media ciudad en las últimas décadas. Los aficionados recuerdan que el certamen oficial de jota solía ser en el Teatro Principal, pero en 2008 se llevó hasta la sala Mozart del Auditorio. No obstante, actuaciones de grupos joteros se han visto en la glorieta de Sasera, en la carpa de la calle de Moret o en el antiguo matadero de Miguel Servet.

Pero, ¿a qué se debe tanto movimiento y afán por la mudanza de las fiestas zaragozanas? Explican fuentes municipales que “no hay ninguna otra gran ciudad en la que las fiestas duren tantos días y que (...) hay que coordinar mejor los escenarios y optimizar los recursos”. Por eso también el parque infantil de los insectos va rotando, si bien la propuesta de Río y Juego parece asentada en la ribera de la Expo.

Imperdonable sería acabar este somero recuento sin dedicar unas líneas al pabellón Francés de la antigua feria de muestras, que fue escenario de juergas de quienes moceaban a mitad de los años 80. Matías Uribe aún recuerda una estampa que trae de cabeza a muchos archiveros: en el año 1988 se decoró este espacio con una colección de estatuas egipcia de cartón piedra "que trajeron de algún parque temático valenciano y que sumieron al personal en el más absoluto flipe. ¿Qué hacían allí aquellas gigantescas momias del Nilo celebrando la fiesta maña?", escribe con sorna el crítico musical. 

El protagonismo de los conciertos pasaría ya en los años 90 a la Chimenea, después al Auditorio y, en ocasiones puntuales y especiales, a la Romareda (Tina Turner, Mecano, Dire Straits). La antigua Hípica, el Rincón de Goya, las carpas de Pignatelli, San Pedro Nolasco e -incluso- el patio del Museo Provincial, consagrado durante algunos años a cantautores, evidencian que las fiestas del Pilar tienen un solo sentimiento, pero más de una sede.

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