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Mudanza en el colegio de Casetas: entre la alegría de dejar pronto el viejo y las quejas por dar clase en un cojín

Las aulas del CEIP Ricardo Mur, afectado por una sima, se van vaciando de mesas y sillas estos días para llevarlas al nuevo centro, mientras se mantiene la actividad lectiva. A la vuelta de vacaciones se inaugurará el que lo sustituye.

Mudanza del colegio viejo al nuevo de Casetas.
Mudanza del colegio viejo al nuevo de Casetas. Arriba, Maru Rada con sus hijos Hugo y Martina; al lado, Eduardo Blázquez y Óscar Gayán delante el colegio viejo.
Toni Galán

Estos días a las puertas del colegio público Ricardo Mur del barrio de Casetas se forman los últimos corrillos de padres, madres y alumnado para entrar a las clases. El veterano centro educativo, construido en los años setenta, por el que han pasado buena parte de las generaciones de la localidad, tiene los días contados porque el inicio de las vacaciones escolares de Navidad supondrá el fin de las clases en el edificio, afectado desde hace décadas por una sima bajo el terreno.

Los 348 alumnos de Infantil y Primaria saldrán este jueves de sus aulas y no volverán más, ya que el próximo 9 de enero, tras el parón festivo, estrenarán las del centro recién construido unas calles más abajo, junto al instituto de secundaria IES Ángel Sanz Briz, el centro de salud y los dos pabellones, deportivo y de festejos de barrio. El Gobierno de Aragón ha invertido 5 millones de euros en el nuevo edificio, que las familias llevan años reclamando, de hecho, algunas de las que empezaron a movilizarse ya no siguen porque sus hijos pasaron al instituto. De ahí que el traslado se viva con la alegría de que por fin cuenten con un colegio nuevo, después de años de retrasos y hasta una pandemia, pero con algunas quejas por la forma que se ha elegido para hacerlo. "Tenía que haber sido durante las vacaciones de Navidad, sin los niños en clase", comentaban un grupo de padres este miércoles unos minutos antes de empezar las clases a las 9.30.  

Tres días dando clase en un cojín

Otros solo pensaban en que a la vuelta tocaría estreno. En estos años de espera algunas familias han estado preocupadas por el estado del edificio. "He tenido miedo de que surgiera alguna grieta más, de que tuvieran que tirar alguna clase más, pero como se veía que los trámites avanzaban y la obra continuaba, ahora estamos con muchas ganas e ilusión", cuenta Maru Rada a las puertas del centro, al que lleva a sus hijos Hugo y Martina. En el año 2018 se tiró una esquina del edificio al afectar las grietas a la biblioteca y otras estancias.

Parte demolida del colegio Ricardo Mur de Casetas afectado por una sima.
Parte demolida del colegio Ricardo Mur de Casetas afectado por una sima.
Toni Galán

Los pequeños viven el cambio "muy emocionados" y eso que el mayor "ya lleva tres días sentado en un cojín", cuenta, ya que va a 6º de Primaria y fueron las primeras clases en vaciarse. A medida que se han ido llevando las mesas y sillas les han pedido que acudan a clase con un cojín de casa para sentarse. "Están haciendo cosas didácticas pero ya en plan juego, no tienen deberes", apunta sobre las actividades que pueden hacer en estos últimos días antes de las vacaciones navideñas.

Desde el Gobierno de Aragón explican que "la decisión de cuándo y cómo trasladarse al nuevo centro ha sido consensuada por todo el claustro, al entender que era mejor para todos realizarlo de manera conjunta". En cuanto al traslado de los pupitres, la DGA explica que el centro cuenta con presupuesto para equipamiento, pero "el mobiliario que está en buen estado en el centro de origen, se utilizará en el nuevo colegio".

Mudanza del colegio viejo al nuevo de Casetas.
Nuevo colegio CEIP Ricardo Mur de Casetas.
Toni Galán

Fuentes del departamento de Educación detallan que "es verdad que se les ha pedido que lleven un cojín para algunas de las actividades que están realizando", pero que las que hacen estos días no son las habituales. "Tienen actividades de música, poesía.... para despedirse del cole antiguo", ponen como ejemplos. "Dado que están a final de trimestre y han finalizado la evaluación, aprovechan la situación que están viviendo para aplicar metodologías activas y pedagogía de aulas activas en las que se trabajan temas relacionados con el currículo y en una relación internivelar, que el resto del curso no pueden abordar", comentan desde el citado departamento. Serían acciones dirigidas a impulsar la "educación emocional". 

"Como han terminado ya los exámenes, los chicos se lo toman como una fiesta"

"Como han terminado ya los exámenes, los chicos se lo toman como una fiesta", reconoce sobre tener que sentarse en el suelo Enrique Blázquez, uno de los padres de un alumno de Infantil, a los que les tocará los últimos. Añade que el traslado "podían haberlo hecho en vacaciones", aunque no sabe cómo se podían organizar en el centro para hacerlo. En su caso, nunca ha estado preocupado por la situación del edificio, cuya evolución se ha ido controlando por técnicos del Gobierno de Aragón. "No estábamos preocupados por las grietas porque no nos han dicho que fuera peligroso y me imagino que si fuera peligroso ya nos habrían informado", señala.

"Pena" por tener que tirar el edificio

Enrique confiesa que le da "pena" que vayan a tirar el edificio porque él también estudió en este colegio, un sentimiento que comparten otros padres que fueron alumnos. Recuerda que "este suelo siempre ha estado simado, ya tiraron un módulo del cuartel de la Guardia Civil". Este último se encuentra a unos metros del colegio, pero al otro lado de la antigua carretera de Logroño, ahora Paseo Ciudadano. "Había un escalón en el suelo del recreo, pero no en las clases", añade otro padre, Óscar Gayán. 

Las familias se van enterando de a qué aulas les toca el traslado porque les envían un mensaje por una aplicación (Tokapp), una vía de comunicación que algunos padres critican porque no todos se manejan con ella. Desde la Asociación de Madres y Padres (AMPA) reproducen en su grupo de Facebook los mensajes de la dirección del centro y recuerdan cómo descargar la app. Entre los últimos enviados se recuerda las clases a las que ya ha llegado la mudanza, que deberán llevar cojín el día siguiente y se agradece la "comprensión" de las familias ante una "situación tan excepcional".

Desde el AMPA reconocen que hubiera sido menos gravoso hacer la mudanza cuando los niños estuvieran de vacaciones o que el mobiliario hubiera sido todo nuevo para no tener que dejarles sin mesas ni sillas estos últimos días, pero agradecen el esfuerzo de todo el equipo del centro para seguir con las clases y hacer el traslado al mismo tiempo. Calculan que han pasado ya más de ocho años desde que comenzó la reivindicación del nuevo colegio. "Hay profesores que se han jubilado y no han llegado a ver el nuevo", comentan varias de la integrantes del AMPA que llevan también días de mucho ajetreo. 

El AMPA prepara una "despedida" del viejo colegio este jueves, 22 de diciembre, el día del sorteo de la Lotería de Navidad, en el que juega la asociación, cuyas participaciones se han agotado quizás por ser un año especial. A las 17.00 habrá una exhibición de baile por parte de alumnos del centro en el patio del actual colegio y alguna actividad más organizada por los padres y madres. Será el último día en el que se oigan voces infantiles en el que ha sido el patio de recreo de muchos caseteros. No hay fecha para demoler el colegio viejo, cuyo solar se dejará como zona verde. En estos dos últimos días, los furgones seguirán cubriendo el recorrido entre ambos centros en una mudanza contrarreloj.

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