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Si cerraran Facebook e Instagram, ¿sería una hecatombe para los jóvenes?

Los expertos advierten de la excesiva dependencia de las redes sociales tras el órdago de Mark Zuckerberg. Los ‘influencers’, no obstante, creen que siempre habrá plataformas alternativas.

Mark Zuckerberg con el icono de Whatsapp inspirado en 'El grito' de Munch.
Mark Zuckerberg con el icono de Whatsapp inspirado en 'El grito' de Munch.
Heraldo

Parece que poco a poco va descafeinando su ultimátum, pero el lunes pasado, cuando Mark Zuckerberg amenazó con retirar de Europa los servicios de Facebook e Instagram, muchos jóvenes y no menos ‘community managers’ creyeron sufrir un microinfarto. Ambas plataformas tienen poco más de diez años de vida pero se han convertido en esenciales como herramientas de comunicación y, también, como nueva forma de relacionarse.

“En los últimos tiempos se ha estudiado mucho la incidencia de las redes sociales en el bienestar emocional: tiene muchos efectos negativos, pero también tiene positivos, y el primero de ellos es el que indica su propio nombre: genera una red de apoyos con personas con las que de otra manera no podríamos contactar”, explica la psicóloga aragonesa Sandra Sánchez. A su juicio el problema es el uso adecuado que de haga de las redes ‘versus’ el abuso, que es lo que hace que existan “problemas de atención, motivación, alimentación…” Ante la amenaza del cierre, es cierto que muchos jóvenes se pueden sentir desamparados pero sería los que abusan de esta red -y de sus filtros y de su falsa imagen de felicidad- los que “tardarían en deshabituarse”.

“Yo no creo que les compense cerrarlo porque supondría perder todo un continente y porque, además, siempre se encuentran alternativas de comunicación”, explica la ‘influencer’ zaragozana Teresa Sanz, con más de 226.000 seguidores en su cuenta de fotos, que recuerda que cuando ella empezó a dejarse oír en las redes sociales se consumía mucho más Youtube que Instagram. “Hay que pensar que nadie se imaginaba tampoco que TikTok, que antes era Musically, se iba a convertir en lo que es ahora: una de las principales redes en las que se centra la publicidad”, comenta la joven. 

“En un mundo tan tecnológico surgen a diario alternativas a todo tipo de servicios. Todo tiene fácil sustitución, aunque eso también puede impulsar una sociedad de consumo masivo que no hace bien a nivel social”, dice Sanz, que también recuerda que en su día ya cerró Tuenti sin excesivo drama. “El problema con Instagram es que es la red social de socialización por excelencia y la usa todo tipo de gente de todo tipo de edades. Une de forma rápida y sencilla porque la interfaz es fácil de utilizar”, explica la ‘influencer’, que también da un consejo ‘por si acaso’. “En Instagram está la opción de descargar en cualquier momento todas las fotos, los archivos y las ‘stories’ que tienes colgadas. Así no se pierden, aunque se cierre la cuenta”, dice la joven, cuyas ‘copias de seguridad’ ocupan varios gigas.

"En un mundo tan tecnológico surgen
a diario alternativas a todo tipo de servicios"

El origen del conflicto radica en una ‘pelea’ por el marco normativo que protege la transferencia de datos personales de los millones de usuarios de Europa a Estados Unidos, donde está la sede de la compañía de Zuckerberg. Ya en julio de 2020 el Tribunal de Justicia de la UE invalidó lo que llaman ‘escudo de privacidad’ para compartir este tipo de datos, cuyo escrutinio judicial es más estricto a este lado del Atlántico. La compañía del joven magnate norteamericano advirtió de que “no poder transferir datos entre las regiones en donde operamos puede afectar a la forma en la que brindamos nuestros servicios y conllevar el cierre de productos tan importantes como Facebook o Instagram en Europa”. Este órdago, no obstante, conllevaría también grandes pérdidas de negocio para la marca y sus resultados financieros se tambalearían, por lo que Zuckerberg en los últimos días tras caer en torno a un 20% en la Bolsa ha ido rebajando sus palabras.

Mark Zuckerberg habla con un avatar de sí mismo en el llamado 'metaverso'.
Mark Zuckerberg habla con un avatar de sí mismo en el llamado 'metaverso'.
Reuters

Otra derivada del problema sería el futuro de los cientos de miles de puestos de trabajos que dependen del uso de estas herramientas. Sólo en España hay más de 20 millones de usuarios de Instagram y la red crece de forma sostenida en torno a un 20% cada año. Muchas de las cuentas no son personales sino de empresas -incluso de políticos- que han encontrado en esta plataforma un arma idónea para darse a conocer, comunicar y vender sus productos.

De hecho, en los gabinetes de comunicación de los distintos gobiernos hay decenas de especialistas en la comunicación de redes, los llamados ‘community managers’, que se han organizado en la Asociación Española de Responsables de Comunidades Online (Aerco) y tiene más de un millar de miembros. Otro ejemplo sería la esforzada labor que hacen a diario los responsables de comunicación del Museo del Prado, cuyos vídeos en directo que tiene muchos más seguidores que visitas acumula la propia pinacoteca. Cada una de las grabaciones las ven más de 15.000 personas cada día, procedentes -además- de los más variopintos rincones del planeta. Evidentemente, un apagón de las redes dejaría huérfanos a muchos amantes del arte, que aún pueden ver de forma atemporal el medio millar de vídeos colgados.

Desde el centro socio-sanitario Espacio Ítaca (Alejandro Casona, 12) destacan la capacidad de las redes para “la interacción y el descubrimiento”, pero también el doble filo que supone las muchas horas de dedicación que exigen algunos perfiles. Así, los psicólogos del centro son partidarios de fomentar el uso responsable y moderado de las redes sociales, pero advierten también que es importante que no toda relación sea a través de las pantallas porque “el contacto personal sigue siendo esencial”. “A pesar de que estamos en una era digital y tampoco hay que demonizar las nuevas tecnologías sino hacer un uso adecuado de las mismas”.

Como suele suceder con apagones o caídas del servicio, en las redes alternativas como Twitter se han hecho muchas chanzas esta semana respecto a la amenaza de cierre de sus competidores. Así, proliferan los memes de supuesta gente entrando al hostil patio de vecinos que es la red del pájaro azul comparado con el ‘happyflowerismo’ de Instagram y, también, se han hecho populares algunos mensajes que corren como la pólvora de móvil en móvil. El más inspirado es el que le dice a Zuckerberg que no venga amenazando con sus tonterías, que en España han cerrado los bares y eso sí ha sido una catástrofe contra la que pocos se han movilizado. Los internautas más ingeniosos también están intercambiándose mensajes en los que se lee: “Zuckerberg, por favor, cierra también los grupos de Whatsapp de padres de 5ºB”.

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