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Fotógrafas aragonesas que brillaron en la sombra

Dolores, Polonia o Benita son fotógrafas aragonesas. Se trata de mujeres que participaban en el sector fotográfico, aunque sus nombres no sean muy conocidos.

Tarjeta de visita realizada por Dolores Gil de Pardo.
Tarjeta de visita realizada por Dolores Gil de Pardo.
Archivo Histórico Provincial de La Rioja

En una fotografía antigua igual de interesante puede ser la imagen que su reverso, donde se estampó el sello o la firma del autor. Jalón Ángel, Gustavo Freudenthal o Coyne son afamados profesionales que llenan los álbumes familiares en Aragón. Entre tanto fotógrafo, de bigote y sombrero, también se descubren los nombres de mujeres. Dolores, Polonia, Benita, María, Joaquina, Juana o Ángeles participaron en la industria fotográfica en el siglo XIX y principios del XX, pero no se conocen tanto, en ocasiones porque trabajaban bajo la denominación comercial de "viuda de" tras el fallecimiento de sus esposos.

"Las mujeres están presentes en el desarrollo del medio fotográfico desde el principio, sin embargo, muchas veces están diluidas, ocultas o invisibilizadas dentro de estructuras familiares porque son la hija, la mujer o la hermana del fotógrafo principal y es necesario hacer un esfuerzo para encontrarlas", explica Carmen Agustín, profesora del departamento de Ciencias Documentación de la Universidad de Zaragoza. En una reciente investigación ha identificado a decenas de mujeres de las que poco se conocía, a pesar de haber nacido en Aragón o desempeñado su trayectoria laboral en pueblos o ciudades de toda la Comunidad. Almonacid de la Sierra, Calatayud, Morata de Jiloca, Tarazona, Luesma, Caspe, Zaragoza, Huesca, Jaca, Sallent, Barbastro, Fraga, Tardienta, Teruel o Báguena son lugares que entramaron gran importancia en las vidas de estas fotógrafas.

"Las mujeres están presentes en el desarrollo del medio fotográfico desde el principio"

La profesora e investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras defiende que el sustantivo 'fotógrafa' abarca un significado más amplio que ser la persona que dispara. "En esos años fotógrafo es un señor con barba y levita que mira la realidad a través de un objetivo. No obstante, aplicado a las mujeres puede significar más cosas", añade Agustín Lacruz. Así, revelar, positivar, retocar o tareas más minuciosas, como la iluminación o la pintura, eran parte de los cometidos realizados por las "fotógrafas". A estos se suman en muchos casos la gestión empresarial. "Pero también había algunas que operaban la cámara", aclara Agustín e incide en que se adaptaron a los avances tecnológicos que planteaba el sector.

Retratos de Rosalía de Castro realizados por María Cardarelly, en la presentación de la investigación.
Retratos de Rosalía de Castro realizados por María Cardarelly, en la presentación de la investigación.
C.A.L.

Uno de esos nombres propios es el de la daguerrotipista Polonia Sanz. "Además de retratar, enseñaba a hacer los daguerrotipos y se dedicaba a la venta de productos fotográficos. También fue la primera odontóloga titulada en España, tanto que se le considera pionera en la odontología". Benita Ayala, de Tardienta, es otra daguerrotipista que simultaneó la fotografía con la venta de agua veneciana. Tras la tendencia del daguerrotipo surgió la idea de fotógrafas ambulantes. "No tienen estudio en un lugar fijo, sino que trasladan sus aparatos, y se mueven por distintas localidades y ofrecen sus servicios de forma temporal", indica Agustín, quien pronto encuentra un ejemplo.

Tarjeta de visita realizada por Dolores Gil de Pardo.
Tarjeta de visita realizada por Dolores Gil de Pardo.
Dolores Gil | Archivo Comarcal de la Garrotxa

Dolores Gil de Pardo (1842-1876) es "la más relevante, emprendedora, valiente...". Nació en Almonacid de la Sierra, se formó en Barcelona, pero residió en varias ciudades, como Vic, Olot, Calatayud y Zaragoza. Contrajo matrimonio con Bernardino Pardo, también fotógrafo, que utilizó como reclamo comercial el nombre de su esposa, siete años después de su muerte, para atraer a los clientes a su propio estudio, situado en la antigua calle de las Escuelas Pías, entre San Pablo y San Blas

La profesora de la Universidad de Zaragoza apunta que estas fotógrafas corresponden a una etapa de la fotografía en el que se empezaron a comercializar cartas de visita. "Se trataba de unos pequeños retratos muy económicos para el público porque con una sola toma se podían reproducir seis, ocho o hasta diez o doce copias iguales, por lo que los gastos se abarataban mucho", sostiene Carmen Agustín.

Tarjeta de visita realizada por Dolores Gil de Pardo.
Tarjeta de visita realizada por Dolores Gil de Pardo.
Dolores Gil | Archivo Comarcal de la Garrotxa

Hermanamiento fotográfico de Aragón con Galicia

El apellido Cardarelly no es muy aragonés, pero sí su hija María. "Pertenecía a una familia de tintoreros franceses, se crió y abrió un estudio en Santiago de Compostela. Carlos Castelao, fotohistoriador, ha dado con más mujeres relacionadas con Aragón y con estelas en Galicia. Son la zaragozana Juana Cabello o Joaquina Monterde, una turolense de Báguena que se casó con un fotógrafo castellano y emigró a Galicia. No fueron las únicas aragonesas que salieron de los lindes de la Comunidad: otro ejemplo es el de Florentina Pelegrín, la viuda de Amayra, de Morata de Jiloca, cuyo gabinete se localizó en la calle del Príncipe de Madrid.

Precisamente, en muchos casos operan tras el término "viuda". Tras ese luto se encuentran la viuda de Cepero, de Lucas Escolá o de Aracil, entre otros. "Muchas veces son las encargadas de la transmisión de los conocimientos –expone Carmen Agustín-. No había escuelas y la fotografía se aprendía en el seno de las familias". Esta profesora habla de que se conformaban así auténticas sagas, en cuyo centro se encontraban estas fotógrafas, hijas, esposas, madres e, incluso, abuelas de fotógrafos, como la propia Dolores Gil –madre de los fotógrafos David y Manuel Pardo- Matilde López, matriarca de los Aracil, o Ángeles Buil, corazón de la saga Coyné

Agustín estudia también a las fotógrafas aficionadas. Mientras que para las profesionales es el sustento, estas –normalmente de clase media y alta- entienden la fotografía como un medio de ocio creativo, a través del que canalizar "la expresión de sus emociones, gustos y su forma de ver el mundo que les rodeaba". Josefa Farina, María Jordán o Juana Salas son algunos de los nombres que menciona la profesora universitaria. 

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