día de aragón

Un izado de bandera para evocar la historia

Dos de los nietos del recién fallecido primer presidente preautonómico de Aragón, Juan Antonio Bolea Foradada, fueron los encargados de elevar la enseña de la Comunidad como hizo su abuelo tras la multitudinaria manifestación de 1978. 

Celebración institucional del Día de Aragón en La Aljafería
Celebración institucional del Día de Aragón en La Aljafería
Oliver Duch

El palacio de la Aljafería volvió a vestirse de gala para la celebrar San Jorge. Lo hizo, eso sí, con solo un centenar de asistentes debido a las restricciones marcadas por la pandemia, pero sirvió para recuperar parte de la esencia de esta jornada histórica para la Comunidad. Más significativa todavía porque, además de recobrar la presencia social tras vivir el último día de Aragón en confinamiento, se volvió a izar la bandera de la Comunidad en recuerdo de Juan Antonio Bolea Foradada, primer presidente preautonómico, que falleció el 27 de febrero.

Fueron dos de sus nietos, Juan y Paola, los encargados de repetir, dos generaciones después, uno de los momentos más importantes de la historia de Aragón. Seguidos por el presidente autonómico, Javier Lambán; el de las Cortes, Javier Sada; y el Justicia de Aragón, Ángel Dolado, caminaron hasta el patio de los Naranjos, donde el mástil vacío era el principal protagonista. A su alrededor se encontraba una representación de la familia Bolea Foradada y también varios expresidentes: Juan Antonio de Andrés, Santiago Marraco, Hipólito Gómez de las Roces, José Marco, Ramón Tejedor, Marcelino Iglesias y Luisa Fernanda Rudi. Todos ellos fueron testigos de este especial momento.

Con sumo cuidado, Juan y Paola colocaron la bandera y posteriormente, el primero fue el encargado de, emulando la solemnidad con la que su abuelo protagonizó el primer izado de bandera tras la histórica manifestación del 23 de abril de 1978, elevó hasta lo más alto del mástil la enseña aragonesa. Lo hizo con el himno de Aragón de fondo, conmemorando también así a su compositor, Antón García Abril –fallecido el 17 de marzo de este año–, quien lo interpretó por primera vez en este mismo espacio en 1989.

Tras ello, los nietos se reunieron con la viuda del primer presidente preautónomico y el resto de la familia, visiblemente emocionados. Mientras, las autoridades fueron abandonado el patio para continuar con una ceremonia más corta e íntima que las habituales en San Jorge –a excepción del año pasado cuando solo pudieron participar menos de treinta personas y no hubo entrega de premios–.

Más de media hora antes del acto –que comenzó con puntualidad a las 18.00–, consejeros, diputados, alcaldes y premiados, entre otros, fueron accediendo al palacio de la Aljafería. Las medidas anticovid tuvieron su parte de protagonismo en una jornada que, pese al amago de lluvia, pudo celebrarse sin mayores sobresaltos. Cada uno de los invitados contaba con su asiento para garantizar la distancia de seguridad. Dejando así, como si formaran parte de una historia muy lejana, las multitudinarias celebraciones en las que cerca de un millar de personas se agolpaban en pie durante horas en el patio de Santa Isabel.

Sí que se mantuvieron parte de los tradicionales corrillos en los que, habitualmente, la tertulia política suele ser la principal protagonista; aunque en esta ocasión, lo más probable es que la pandemia copara buena parte de las conversaciones. Una representación de los consejeros, entre ellos, Sira Repollés y Mariví Broto conversaron minutos antes de que diera comienzo la ceremonia. Cerca de ellos también se encontraron Concepción Ferrer, presidenta del Colegio Oficial de Médicos de Zaragoza;y Teresa Tolosana, presidenta del Colegio Oficial de Enfermería de Zaragoza, entre otros.

Mientras tanto, Lambán y Sada se reunían en el interior del palacio junto con las galardonas: Irene Vallejo, que recibió el Premio Aragón; y Emilia Nájera –la primera vacunada–, que recogió la medalla de las Cortes de Aragón en representación de todas las personas mayores de la Comunidad.

La cita social se redujo a la mínima expresión, pero permitió recuperar parte del talante reivindicativo tradicional y rendir un homenaje póstumo a Bolea Foradada y García Abril, quienes hicieron historia a la vez que elevaron el nombre de Aragón.

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